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La CNTE es una facción al interior del sindicato de maestros que tiene control de varias secciones estatales, y está además controlada por un grupo declaradamente subversivo. Su objetivo es la construcción de un sistema socialista, y acabar con el neoliberalismo y el capitalismo. Así lo expresan en sus tesis fundamentales, recopiladas en el Programa Universitario de Estudios Sobre Justicia, Democracia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM, que dirige John Ackerman, quien recientemente publicó en redes la exitosa titulación de su hija en la Universidad de Harvard.

La presión que ejerce ese grupo sobre el sindicato magisterial se materializa obligando a los maestros a participar en manifestaciones y plantones, por encima de su trabajo como docentes. Desde su fundación, hace 45 años, han vivido de extorsionar el gobierno para cimentar su control, que les sirve a su vez para volver a extorsionar. Es parte de una lucha popular prolongada, como les gusta decir.

Las últimas semanas, la CNTE tomó la capital del país para esos fines. Bloquearon Palacio Nacional, obligando a Sheinbaum a tener una mañanera en soledad; bloquearon el aeropuerto, y prácticamente tomaron las terminales; destruyeron parcialmente el local del SNTE, y provocaron problemas de tráfico en varias ocasiones. No sólo obstaculizan la vida normal de las personas, sino que han causado destrozos serios. No se les castiga, al contrario. Se les paga el derecho de piso.

El sábado, había imágenes de Los Ángeles que parecían una manifestación de la CNTE. Era la reacción de muchas personas frente a las detenciones que realiza ahora el gobierno de Estados Unidos de todos aquellos que suponen migrantes ilegales. Lo han estado haciendo en varios estados, sin uniformes, sin documentos, es decir: arbitrariamente.

La reacción violenta del sábado incluyó banderas mexicanas, en algo que no puede ser útil a la comunidad que vive allá, por el contrario. Asociar la bandera a los desmanes estilo CNTE provocará el repudio de millones de estadounidenses. Trump lo ha aprovechado para enviar militares a Los Ángeles, reafirmando así la idea de que los gobernadores demócratas son cómplices de una especie de ataque a la integridad nacional.

La CNTE utiliza como estrategia causar desmanes, y durante 30 años fue aliada significativa de López Obrador en su camino al poder. Desestabilizar es provocar miedo, eliminar la razón, y con ello aprovechar las emociones como herramienta política.

Trump está haciendo lo mismo. Ya lo había intentado el 6 de enero de 2021, alentando a sus seguidores a tomar el Capitolio. Ahora puede utilizar la fuerza del Estado para generar miedo, y sumarle sus seguidores en plan justiciero, para garantizar los desmanes. Provocar, para causar la reacción que lleve al miedo, la irracionalidad y la emoción.

El uso de las emociones para romper la base liberal, es decir la igualdad esencial de las personas, ha sido la herramienta más utilizada en los últimos 100 años. Lo han hecho todos los que buscan el poder sin reglas ni contrapesos. Cuando se logra que el miedo rompa la unidad, se puede polarizar, y si el polo propio logra el poder, aunque sea por poco, desde ahí se destruye al polo opuesto: usando recursos públicos, amenazando a medios y comentaristas, destruyendo el equilibrio judicial.

Ha sido esta la herramienta más utilizada porque los medios masivos dieron lugar a las generaciones más “sensibles” de la historia, y eso se ha agravado con internet y redes sociales. Hay quienes se burlan de la “generación de cristal”, sin percibir que todas lo han sido, por un siglo. El futuro depende de la capacidad que tengamos, como sociedad, para dominar esas emociones. Aquí y en todo el planeta.