Un brutal video difundido el jueves por la prensa local en la India muestra lo que aparenta ser una práctica de novatadas extremas en un colegio de enfermería de la región sur de Kerala. En las imágenes, un estudiante de primer año aparece atado a una cama y recibiendo agresiones, revelando un patrón de violencia que, según las denuncias, se habría prolongado durante meses. La secuencia ha detonado una investigación policial y ha puesto de relieve la persistencia de este problema en muchas instituciones educativas del país.
De acuerdo con las denuncias, la escuela de enfermería del distrito de Kottayam —dependiente del Gobierno de Kerala— habría sido escenario de rituales de iniciación en los que estudiantes de cursos superiores humillaban y agredían físicamente a los más jóvenes, a veces con actos de crueldad que incluían desnudarlos y causarles heridas. Además, se alega que exigían dinero a sus compañeros con el fin de comprar alcohol y financiar otros gastos. La policía confirmó esta semana la detención de cinco estudiantes, cuyas edades oscilan entre 18 y 22 años, tras ser acusados de agresión, acoso y extorsión en la residencia estudiantil.
El jefe de la comisaría de Gandhi Nagar, encargado de la investigación, precisó que al menos tres estudiantes de primer año se presentaron para denunciar el acoso. Entre las acusaciones más graves, figura el uso de pesas en zonas íntimas y la práctica de hacer incisiones con brújulas o punzones para infligir dolor. También se señala que las víctimas fueron obligadas a consumir alcohol y amenazadas con la publicación de fotos o videos si revelaban lo sucedido.
Los cinco detenidos —identificados como Samuel Johnson (20), Jeeva N.S. (19), Rahul Raj K.P. (22), Rijiljith C. (21) y Vivek N.V. (21)— han sido suspendidos por la universidad de enfermería y se enfrentan a cargos penales amparados en la Ley de Prohibición de Ragging de 2011, una normativa que India ha aprobado con el fin de erradicar las novatadas.
Por su parte, las autoridades académicas declararon que ningún estudiante del primer año había denunciado estos hechos en los últimos meses, lo que permitió que la situación se perpetuara. Esta actitud de silencio, sostienen los especialistas, evidencia el temor a represalias que a menudo envuelve a los afectados por novatadas. En muchos casos, los estudiantes más jóvenes optan por guardar silencio para evitar la marginación o la violencia adicional por parte de sus superiores.
La divulgación del video desató indignación en las redes sociales, con numerosos usuarios reclamando la aplicación firme de la ley y protección efectiva para las víctimas. El director de la universidad de enfermería en Kottayam, parte de la Facultad de Medicina gubernamental, afirmó en una breve declaración que adoptará medidas disciplinarias y cooperará con la policía en la investigación. Asimismo, el ministerio de Salud del estado de Kerala anunció la formación de un comité especial para examinar las denuncias de hostigamiento y elaborar nuevas directrices de prevención.
Este episodio no es un caso aislado en las instituciones de la India. Las novatadas —conocidas localmente como “ragging”— abarcan desde bromas pesadas hasta situaciones de violencia física y psicológica que, según diversas ONG, persisten en escuelas y universidades. A pesar de que en el año 2009 se promulgó una ley federal para sancionar estas prácticas, las denuncias por acoso continúan emergiendo con frecuencia. Las autoridades reconocen que su implementación resulta compleja y, en ocasiones, se ve entorpecida por encubrimientos internos.
En Kerala, un estado que se enorgullece de sus altos índices de alfabetización y desarrollo humano, la noticia ha generado un debate en torno a la responsabilidad de las instituciones educativas y los vacíos en la supervisión de sus residencias. Algunos expertos en educación señalan que la cultura de jerarquía y obediencia, unida al miedo a la exclusión, perpetúa actos abusivos. Los defensores de los derechos de los estudiantes demandan un mayor acompañamiento psicológico y la presencia de mecanismos de denuncia anónima que ofrezcan garantías y eviten que las víctimas se sientan solas o desamparadas.
Mientras la investigación avanza, los estudiantes de primer año afectados reciben asistencia médica y psicológica. La policía no descarta formular cargos adicionales si se hallan más pruebas de violencia.