JIRONES DE NUESTRA HISTORIA

JIRONES DE NUESTRA HISTORIA

 

 

Por: José Luis Jaramillo Vela

 

Lo que siempre nos han contado

 

Con toda seguridad, a usted estimado y amable lector, al igual que a nuestros padres, abuelos y tal vez hasta nuestros tatarabuelos y por supuesto a nuestros hijos, nos han venido contando la misma historia desde niños, a través de las generaciones, en cuanto a nuestra historia como país, como nación, como sociedad y como Continente; así ha ocurrido con todos los países, desde Alaska y Canadá hasta la remota Patagonia.

Y esa historia en común que nos han contado a los habitantes de todo el continente, nos dice que, desde hace unos dos mil o dos mil doscientos años, grupos de humanos cruzaron a pie por el Estrecho de Bering, un estrecho mar de unos 85 kms. de ancho, entre la península de Chukotka, Rusia y la Península de Nome, Alaska, con las Islas Diomede justo a la mitad del Mar de Bering que separa a la actual Rusia de Alaska; la otra versión histórica es que también pudieron haber aprovechado el paso probablemente congelado por las Islas Aleutianas, un archipiélago de unas cincuenta islas e islotes, que unirían a la Península de Kamchatka, Rusia con la Península de Katmai, Alaska.

Una vez en territorio continental de lo que hoy es el Continente Americano, dichos grupos se habrían diseminado a lo largo y ancho de todo el continente, formando los diferentes grupos étnicos y las diferentes tribus que poblaron el continente, desde Alaska hasta el sur de Chile y Argentina. Estas teorías no son descabelladas y son muy probables, pero la idea de que fue la única migración que pobló el continente,

no se sostiene por sí sola y si bien es cierto que entre algunos grupos étnicos existen similitudes lingüísticas, culturales y raciales, no es así en todo el continente.

 

El caso de la Gran Tenochtitlán

 

El tema viene a colación, debido a que hace unos días leí un escrito en el que se mencionaba de forma errónea que la fundación de la Ciudad de México había sido el 13 de junio de 1622, algo totalmente falso, y por ello me propuse escribir sobre este tema, tomando como eje central de la historia a la Gran Tenochtitlán o Ciudad de México.

La Gran Tenochtitlán fue fundada por los aztecas el 13 de marzo de 1325,, según los escritos de Bernal Díaz de Castillo y los del Códice Aubin, en eso coinciden todos los historiadores; después tuvo otras tres “refundaciones” o cambio de nombre: el 13 de agosto de 1521, tras la conquista, los españoles la llamaron La Gran Ciudad de México; el 18 de noviembre de 1824, ya como país independiente, es renombrada como Distrito Federal; por último, el 29 de enero de 2016 es nombrada ya solo como Ciudad de México y sus siglas CDMX, dotándosele de un status jurídico y político semejante al de las otras 31 Entidades Federativas del País.

 

Los Aztecas salieron de Aztlán, pero ¿dónde estaba Aztlán?

 

La historia también nos dice que los aztecas salieron de un lugar llamado Aztlán (lugar de garzas o lugar de blancura), aproximadamente en el año 1110 – 1115 d.c., debido a que su guía, el dios de la guerra Huitzilopochtli (Colibrí Zurdo), les había indicado que en el lugar en donde vieran a un águila comiéndose a una serpiente, ahí deberían fundar la Gran Tenochtitlán.

Se dice que el peregrinar desde Aztlán hasta el Lago de Texcoco, lugar donde fundaron Tenochtitlán, les tomó 210 años a los aztecas; sin embargo, la gran pregunta es ¿dónde está Aztlán?, y aquí es donde la brújula se nos vuelve loca y apunta para todos lados.

Según algunos pueblos indios de Estados Unidos, ellos ubican a Aztlán en algún punto dentro de la región que hoy comprende los Estados de California, Arizona, Nevada, Utah, Nuevo México y Texas, sin embargo, no lo ubican exactamente, llegando a creer los historiadores que para ellos Aztlán era toda esa región.

Otras fuentes creen que Aztlán se ubicaba en lo que hoy es la actual ciudad de Culiacán en Sinaloa, debido al vocablo náhuatl “Colhuacán”, pero hay dos situaciones: Culiacán no se fundó sino hasta 1531, después de la conquista y el pueblo de Colhuacán se estableció en el valle de México después de Tenochtitlán.

La hipótesis más aceptada por los historiadores, sin estar debidamente comprobado, es de que el mítico Aztlán sea la isla de Mexcaltitán, ubicada en el Municipio Santiago Ixcuintla, Nayarit, en donde existe el “Museo del Origen”, que expone lo que según los pobladores es el origen y punto de partida de los

aztecas; para los pobladores de la isla no existe ninguna duda de que ahí es Aztlán y de que ellos son descendientes en línea directa de quienes originaron nuestra nación.

 

La Mujer del Peñón y sus hombres cuentan otra historia acerca del poblamiento de América

 

En 1959, en el cerrito conocido como Peñón de Tepetzinco, durante los trabajos de excavación para la construcción de una instalación militar en el barrio conocido como El Peñón de los Baños, muy cerca del aeropuerto de la Ciudad de México, los trabajadores encontraron el esqueleto de una mujer, a la que se le llamó La Mujer del Peñón; los arqueólogos del INAH se encargaron de desenterrarla y ponerla bajo custodia del propio Instituto Nacional de Antropología e Historia.

En los años siguientes, se encontraron más restos humanos, conocidos con los nombres del lugar de su hallazgo: en 1960, en Valsequillo, Puebla se descubren los restos del que sería llamado El Hombre de Tlapacoya; más tarde se encuentra al Hombre de Tepexpan; después se descubre en los trabajos de la construcción de la Estación del Metro Balderas, al que sería llamado El Hombre de Balderas; más tarde se descubren El Hombre de Texcal en Tehuacán, Puebla y por último al Hombre de Chicoloapan, en Chicoloapan, Estado de México.

Todos estos hallazgos quedaron en resguardo del INAH, depositados y clasificados para su estudio en las bodegas del Museo Nacional de Antropología e Historia, donde los arqueólogos y antropólogos comenzaron a estudiarlos, encontrando de inmediato rasgos antropológicos, antropomórficos y antropométricos muy diferentes a los aztecas y grupos indígenas de la región; por desgracia, debido a que la datación por el método de Carbono 14 aún estaba en pañales, estos restos humanos fueron cayendo un poco en el olvido, sin embargo el Gobierno Mexicano ya sabía un dato comprobado: estos individuos no pertenecieron a ninguna etnia mexicana conocida en la región donde fueron encontrados.

A pesar de conocer estos datos, el Gobierno Mexicano ni lo divulgó ni tampoco hizo nada por seguir excavando en los sitios donde fueron hallados, mandando el mensaje a las autoridades del INAH, de que la historia ya estaba escrita y no había motivo porqué buscarle más.

Entre la comunidad que se mueve en el medio de la arqueología, la antropología y la historia, a éste proyecto se le llamó La Mujer del Peñón y sus Hombres, y a pesar de que no quedaron conformes con el carpetazo que el gobierno le dio al asunto, ellos sí cruzaron información con colegas de otros países, acerca de estos hallazgos.

 

El caso de Chile

 

Como consecuencia del contacto de los arqueólogos y antropólogos mexicanos con sus colegas de otros países, el asunto de La Mujer del Peñón motivó la investigación de científicos chilenos, quienes en el año 2000 le presentaron al Gobierno de Chile un amplio, detallado y documentado estudio en el que se

demostraba la llegada de los polinesios a las costas de Chile y su posterior poblamiento, dando origen a los grupos étnicos de Chile, Argentina, Perú y Bolivia cuando menos.

El Presidente de Chile, Eduardo Frei desestimó, descalificó y negó la validez de esa investigación que se hizo sin el consentimiento del gobierno, destituyendo a los investigadores y asegurando que la Historia de Chile y sus primeros pobladores, era lo que marca la Historia Oficial, es decir, la que nos han dicho siempre a todos los países de América.

El Presidente de Perú, Alberto Fujimori hizo lo mismo en su país, negó la validez y veracidad de la investigación de los chilenos.

 

La Mujer del Peñón y sus Hombres se van a Inglaterra

 

En el año 2002, el Gobierno de México a través del INAH, firma un convenio de investigación con la Universidad John Moores de Liverpool, Inglaterra, quienes desde hacía años estaban interesados en estudiar a La Mujer del Peñón y sus Hombres, pero los gobiernos mexicanos no lo permitían y aprovechando que el Presidente Vicente Fox era un tipo con mentalidad más abierta, lograron un convenio.

Para ello se formaron dos grupos, uno británico y otro mexicano, con arqueólogos, antropólogos físicos, historiadores, bioquímicos, genetistas y especialistas en ADN y los procesos científicos se llevaron a cabo en Liverpool, Inglaterra.

 

Los resultados asombraron a medio mundo

 

La Mujer del Peñón y sus Hombres fueron sometidos a pruebas con toda la tecnología ya disponible, desde luego, los científicos se enfocaron mucho en la Mujer del Peñón y los resultados han marcado un giro en la Historia Oficial.

El Hombre de Tepexpan arrojó una antigüedad de un poco más de 10,200 años; El Hombre de Tlapacoya una antigüedad de 2,780 años; El Hombre de Texcal una antigüedad de 7,800 años; El Hombre de Chicoloapan una antigüedad de 6,400 años; pero la Mujer del Peñón, arrojó una antigüedad de 13,000 años y es hasta el día de hoy el esqueleto humano mas antiguo encontrado en el Continente Americano.

Pero no solo esos datos arrojó la Mujer del Peñón, también se pudo saber con exactitud que al momento de morir contaba con una edad de 27 años; era de origen asiático, concretamente provenía del actual Japón y se estableció con precisión genética, que pertenecía a la etnia “Ainú”, pobladores del actual Hokkaido y Honshu en Japón.

Otros datos por demás interesantes mostraron que el grupo étnico de los “Pericúes”, habitantes de la Baja California, pertenecen al mismo grupo genético de la Mujer del Peñón, por lo que se presume que los Pericúes son descendientes de la raza de esta ancestral mujer japonesa; y para terminar de asombrar a los historiadores, se estableció en base a las investigaciones, que la Mujer del Peñón y sus Hombres,

todos procedían del Continente Asiático y que no cruzaron por el Estrecho de Bering ni por las Islas Aleutianas, sino que lo hicieron navegando por el Océano Pacífico.

Los historiadores creen que la ruta que siguieron estos individuos, cada uno en su tiempo, fue desde Japón a las Islas Piholamalu (actual Islas Midway), de ahí al Archipiélago de las Islas Hawaii y luego a la actual Baja California, donde se especula que habrían desembarcado en el actual Guerrero Negro, B.C.S., en una región que habrían llamado Mulegé.

De Baja California hacia el territorio continental de México, los historiadores creen que estas migraciones ingresaron por cuatro puntos diferentes, uno habría sido por la actual Isla Huivulau, Mpio. Cajeme, Sonora; otro pudo haber sido el Estero de Agiabampo (actual Yávaros, Sonora); otro punto posible es la Bahía de Altata, Mpio. Navolato, Sinaloa y otro punto sería la Isla de Mexcaltitán, Mpio. Santiago Ixcuintla, Nayarit, y de ahí hasta los lugares donde fueron hallados sus restos. En estas regiones hay lugares cuyos nombres semejan el lenguaje polinesio (Huivulau, Huivulai, Mololoa, Sinaloa, Camahuiroa, Taheima, etc.)

Otro grupo étnico de México, muy apartado y que se sale de los parámetros culturales de los demás grupos étnicos, son los Wixaárika o Huicholes, quienes viven muy apartados en las montañas que confluyen en los Estados de Nayarit, Jalisco, Durango y Zacatecas; los Huicholes, dentro de sus costumbres y rituales, ellos llevan a sus niños pequeños al mar a una ceremonia parecida a un bautizo, a ofrecerlo al cuidado de sus dioses y después cada individuo de la etnia, durante el transcurso de su vida, debe regresar cuando menos una vez al mar; son la única etnia en México que hace eso y los antropólogos y etnólogos que han tratado de indagar en su cultura han obtenido siempre la misma respuesta: “porque nosotros de allá llegamos, del mar”.

 

Giro completo a la historia

 

Gracias a los resultados que arrojó el Proyecto de La Mujer del Peñón y sus Hombres, se abrieron nuevas investigaciones que seguramente modificarán la Historia; la primera pregunta fue ¿qué andaban haciendo acá? y luego se infiere que no llegaron solos, ni dos, ni tres, ni cuatro, deben haber llegado grupos numerosos en cada uno de los tiempos en que llegaron los individuos de los restos encontrados; eso motivó más investigaciones y excavaciones, encontrando en Tepexpan, vestigios no de un pueblo, sino de una especie de campamento.

En Sudamérica, investigadores ya demostraron y los gobiernos ya aceptaron y reconocieron que la llegada de los polinesios provocó el poblamiento de esas regiones, y no solo eso, ya está documentado que llevaron cultivos como la papa hacia la Polinesia.

De manera que las investigaciones están en curso y seguramente seguirán arrojando datos que complementarán mejor la Historia de cada uno de nuestros países; lo importante es que cada vez más gobiernos están abiertos a recibir nuevos datos históricos.

 

Fuentes Bibliográficas:

+ vhblog.vistahigherlearning.com

+ historiacultural.com

+ jornada.com.mx

+ archivo.eluniversal.com.mx

+ academia.edu

+ komoni.chemisax.com

+ poblamerica.blogspot.com

+ Redalyc.org

+ mexicodesconocido.com.mx

+ ethic.es

+ elconfidencial.com

+ bbc.com

+ arqueologiamexicana.mx

+ sic.cultura.gob.mx

+ nationalgeographicla.com

+ radiocarbono14.com

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