Resulta muy difícil separar la atención en torno a las consecuencias internas -y externas- de la complicada y sospechosa entrega de dos altos dirigentes –con sus diferencias entre ellos- del Cartel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López, hijo del Chapo, en un extraño vuelo de avión a Texas en donde fueron recibidos sin más el anterior 25 de julio por autoridades federales de Estados Unidos.
Para iniciar los ojos están puestos ahora en Culiacán, Sinaloa, por muchos años eje de las actividades de ese y otros grupos delictivos afines en el envío de todo tipo de enervantes hacia distintos lugares de México y del extranjero, principalmente Estados Unidos y Canadá mismo.
A la capital sinaloense arribaron precisamente, hace ocho días, unos 200 integrantes de las fuerzas especiales y fusileros paracaidistas del Ejército a reforzar con sus pares, policía estatal y municipal la seguridad
Preguntas y dudas surgen en los medios de comunicación, en las redes y en muchas pláticas sobre lo que en realidad hay con ese viaje y la apacible entrega de los referidos.
¿El gobierno federal y el estatal de Sinaloa sabían algo de este movimiento?, es la gran interrogante. Si sabían con antelación ¿cómo fue y por qué? Si no sabían, parece ser el caso ¿qué ocurrió?
Si el presidente estadounidense Joe Biden y el Departamento de Justicia lograron un pacto con esos sujetos ¿por qué hacerlo así? Y ¿en dónde queda la cooperación en la lucha contra el narcotráfico? ¿Y la relación de amistad? ¿Y?…
En tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador sigue con el ojo cuadrado ante tales circunstancias y este viernes anterior expuso sobre la comparecencia del Mayo Zambada antes autoridades judiciales de Texas:
“Nada que pueda afectarnos porque se tiene que transparentar todo, hay que conocer toda la verdad, cómo han actuado durante todo este tiempo, si hay asociación delictuosa con autoridades, qué autoridades, hacer toda la denuncia y también qué vinculaciones han tenido con agencias extranjeras. Todo, no ocultar nada, solo no mentir, no señalar por señalar por consigna sin tener pruebas.
Y otra apreciación: “¿Quién distribuye la droga en Estados Unidos? ¿Por qué tanto consumo? También para que se hable con la verdad. Es muy lamentable y por eso nosotros colaboramos, fundamentalmente por cuestiones de humanismo, y porque somos vecinos y amigos, socios, pero aquí no pasa, en México lo que lamentablemente sucede en Estados Unidos, aquí nosotros tenemos al año 600 fallecidos por consumo de droga y ellos, lamentablemente sólo por fentanilo, cien mil jóvenes al año. Entonces no es ver las cosas por encima porque es mucha demanda”.
En tanto, en los servicios de inteligencia sin parar un minuto en Sonora, Chihuahua, Durango, Sinaloa, de ésta entidad, Culiacán primero:
El personal militar realizará allí tareas de disuasión, prevención, patrullajes, reconocimientos y establecerá puestos militares de seguridad para generar un ambiente de tranquilidad en la población.
Y mientras el equipo de Claudia Sheimbaun con un ojo en la transición y el otro a lo que viene con Estados Unidos.
Atraques:
1. En puerta la reforma al poder judicial, mucho que revisar, corregir y perfeccionar, ni se diga en los tribunales de las 32 entidades del país, hay para dar y regalar.
2. Importante el desafío de la gobernadora electa de Veracruz, Rocío Nahle, quien en diciembre entrante inicia su gestión: trenes, puertos, carreteras seguras, petróleo, gas, electricidad, alimentos más lo que tenga planeado, eso sí: mucho por hacer en materia de contaminación en ciudades y ríos.
3. En Pemex, por muchos años, la chatarra y a veces algo parecido, fue negocio que hizo millonarios, multi algunos, a veces con ejemplos tremendos como sacar equipos nuevos como tal y regresarlos vendidos con más precio. ¿Seguirá eso?