Desde templetes aparentemente cívicos convertidos en adoratorios de zarandajas políticas en los más remotos lugares de la geografía nacional, acompañado siempre por notables estatales, el Caudillo pontificaba sobre su futuro próximo. La cantinela fue tomando forma de lo ridículo.
No les voy a fallar, decía, yo sólo llego al 2024, soy maderista, no me voy a reelegir, expectoraba. Los templetes artillados, convertidos en adoratorios de máximas morales que nunca vienen al caso, escenificaban otra de las tragedias mexicanas. El asesino de sí mismo es el centro y el pastor.
Pero ¿por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? se preguntaban los asistentes. Azuzados por los organizadores de los eventos parecía que querían saber los íntimos motivos del Caudillo, pero no era así, formaba parte de la comparsa acostumbrada por quienes querían quedar bien con Andrés Manuel López Obrador.
Entre los asistentes a esos actos nadie quería saber si él pensaba reelegirse. Sin embargo, se compelía a hacer repetidamente, cada que salía a esconderse a provincia a perder el tiempo y a eludir sus obligaciones esenciales, un voto de humildad fuera de tono y de programa. Era anticlimática su posición, el retintín desbordaba toda posibilidad de cordura.
Si el Caudillo no pensaba reelegirse, ¿qué caso tiene el aún llevarlo todos los días a la plaza pública del olvido, ahora arrastrando con él a quien será su sucesora y, todo así lo indica, a través de quien se va a reelegir?
Aún parece una obsesión paranoica que sólo revolotea en su mente, aterida por el cúmulo de problemas sin resolver. Otra forma de perder el valioso tiempo reducido a un espacio sexenal.
Repite siempre los delitos cometidos por sus tristes y oscuros antecesores en la silla presidencial. Pero los delitos de él contra la economía popular, la salud pública, la seguridad y la destrucción del país están pasando a un segundo plano y a un “segundo piso de la Cuarta Transformación”, donde nadie es capaz de preguntarle qué pasa en esos rubros.
Y así, mientras sigue perorando, el panorama nacional se inunda de las peores noticias posibles. Los aumentos de precios en cascada de los comestibles populares, la pésima situación de los indicadores económicos, las masacres recurrentes en el campo y en las ciudades pueblan el panorama que se tiñe de sangre inocente.
El abandono radical del presupuesto en favor de los pobres pasa lista de presente en un país que se ahoga en la improvisación, las ocurrencias y los errores de los designados. La frontera límite de la barbarie se acerca peligrosamente a lo que pudiera calificarse como delitos de lesa humanidad.
Reelecto, por interpósitas personas
Claudia Sheinbaum ya tiene la agenda de todo lo que tendrá qué hacer en sus primeros años como titular del Poder Ejecutivo Federal. También a los individuos con quienes tendrá que llevarlo a cabo.
Parte de las más urgentes tareas ya se las impuso López Obrador, desde el reciente 5 de febrero cuando presentó un paquete de 20 iniciativas, 18 de ellas para reformar a la Constitución, que sin chistar un ápice ella ha secundado.
Buena parte de quienes colaborarán con ella en el llamado gabinete presidencial, también le fueron impuestos por López Obrador.
Usted conoce los nombres: Rogelio Ramírez de la O, quien repetirá en Hacienda; Marcelo Ebrard, compromiso con AMLO por haber ocupado el segundo lugar en las amañadas encuestas para seleccionar la candidatura presidencial; Juan Ramón de la Fuente, quien sirvió al actual presidente como representante ante la ONU…
… Alicia Bárcena, quien aún ocupa la cartera de Relaciones Exteriores; Raquel Buenrostro, todavía secretaria de Economía; Mario Delgado, controvertido dirigente del Movimiento de AMLO; Ariadna Montiel, ejecutora de los programas del llamado Bienestar, y Rosa Icela Rodríguez, todavía encargada de la Seguridad Ciudadana…
… quienes deben su lealtad al actual Presidente, por haber sido quien les ha dado continuidad en el gabinete de Sheinbaum.
La futura Presidente ha tenido escaso margen de maniobra y sólo ha podido colar al académico Julio Berdegué, a la científica Rosaura Ruiz, al médico David Kersehenobich, a sus excolaboradores en el gobierno de CDMX Luz Elena González, Edna Elena Vega, Jesús Antonio Esteva y a la también controversial exfiscal capitalina Ernestina Godoy, quien ha ocupado posiciones al lado de AMLO cuando éste fue jefe del gobierno a partir del 2000.
Si eso no es reelección a través de interpósitas personas, entonces ¿qué es?
¿Se dirige México a más de lo mismo?
El fenómeno de Tepetitán ha sido un experimento demasiado caro, una apuesta que ha extenuado a la Nación, un birlibirloque que muchos creímos sería imposible de aguantar más allá del 2024.
Y aunque el Movimiento se ha desdibujado a grados insostenibles, y no obstante que la imagen exterior del país anda por los suelos latinoamericanos y mundiales, un descomunal fraude electoral nos repitió la receta.
¿Quieren, en realidad, la mayoría de quienes votaron por Morena que siga la protección y el blindaje que se ha hecho de la corrupción, lo que no tiene paralelo en un sistema que se ostente democrático?
Las oportunidades únicas de barrer contra los delincuentes políticos y organizados no volverán a repetirse con esa magnificencia. El pueblo quedó dañado de tanta promesa incumplida, de tanta expectativa fracasada.
Si el Caudillo o sus contlapaches piensan que el debilitamiento actual de los partidos de oposición no tiene remedio, se equivocan de cabo a rabo. Posiblemente ningún partido distinto al Movimiento de AMLO tenga los arrestos para catalizar la decepción popular, pero en bloque, en un frente común, todos vimos de qué son capaces, acumulando las fuerzas regionales de sus membresías.
Los morenistas deben irle bajando dos rayitas a la soberbia, porque el horno no está para bollos. La devaluación de la moneda está en puerta. La hambruna viene a galope. El crédito internacional de México está sufriendo los estragos del riesgo país que por ahora muestra una tendencia ascendente incontrolable. La salud pública nacional está sufriendo uno de sus mayores embates.
El Imperio cada vez más chiquito de Joseph Biden poco puede y quiere hacer para salvarlos, una vez que cayeron ingenuamente entre sus mandíbulas. Los Estados Unidos están atrapados en la desesperación del triple déficit fiscal, financiero y económico que no tiene para cuando. También allá la confianza pública ha sufrido una merma irreparable.
Frente a EU, ellos no tienen los arrestos
El mundo controlado ahora por las naciones ricas emergentes –un polo de desarrollo indudable– nos mira con desconcierto y con franca desconfianza, porque el Caudillo con su miedo a los anaranjados del Norte dejó pasar una oportunidad de oro para sumarse al concierto de los países serios.
En esa misma tónica está Claudia Sheinbaum.
Ninguno de ambos tiene el equipamiento para jugar en las grandes ligas y se someten de cuerpo entero a los designios republicanos de la elección presidencial en aquel país. Ahora todos jugamos con esa casaca, y ésa es imposible de despojar de un solo plumazo. Todos los mexicanos estamos en la barcaza de Donald Trump.
Fuera de ahí, ningún analista encuentra una explicación posible a la soberbia de asegurar que seguirán barriendo en las elecciones federales, igual en las del 2027 que en las del 2030, que continuarán teniendo el carro completo para hacer de la voluntad popular una engañifa monumental, manchada desde hoy por el descrédito y la vergüenza cívica.
Fuera de ahí, jamás podrá haber reelección, aunque el Caudillo se haya afanado en cada aventura de villorrio en decirle a todos los mexicanos que es orgullosamente maderista. Porque hasta ahora, nadie le cree, excepto los beneficiarios del tinglado, los favoritos trepados en el templete ranchero.
“No me voy a reelegir”, dijo muchas veces…
… ¡pero siempre sí!
Indicios
En un ensayo para la Escuela Judicial Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el finado Fernando de la Peza Berríos y Alexander Reyes Guevara sostienen que “es cuestionable el accionar de presidentes o expresidentes que manipulan el derecho a ser elegidos o electos tratando de hacerlo pasar como un derecho humano y no como una opción a un derecho político; peor aún, tratan de legitimar con la decisión de ‘las mayorías’, violentando la Constitución, considerada en los Estados democráticos como el documento supremo que hace posible la legalidad y la soberanía de cualquier país. La reelección como derecho humano es un discurso que debe sofocarse por su falta de legitimidad, de legalidad, de congruencia con los verdaderos derechos humanos. La validación de este tipo de argumento es un peligro en la maduración de la democracia de los países de América Latina, porque obedece a intereses y propósitos personales que en nada ayudan al desarrollo de las sociedades que al final serán sometidas a esferas de poder.” * * * Y por hoy es todo. Reciba usted mi reconocimiento por haber leído hasta el final de este texto y, como siempre, mis mejores deseos de ¡buenas gracias y muchos, muchos días!