Ciudad de México- “Pero, ¿qué necesidad?”, como preguntaría el popular filósofo michoacano avecindado en Ciudad Juárez. 

Antes, a los presidentes de la República los narcos y/o sus enviados eran recibidos en Los Pinos. 

Con todo sigilo. Con la mayor de todas las discreciones. Pactaban. Dejaban el tributo. Acordaban fechas de más entregas. Y sanseacabó.  

Ellos a seguir traficando, a seguir masacrando, a seguir aterrorizando a poblaciones enteras. 

Los otros a continuar con el disimulo. Actuando sólo cuando la DEA los forzaba. Teniendo como blancos a los contrincantes de aquellos con quienes habían pactado. 

En y con la 4T hubo cambios. 

Ya no son recibidos en Palacio Nacional. 

Ahora hay que ir hacia donde están ellos. 

Siguen pactando. 

Y entregando y recibiendo tributos. 

También protección de unos a otros. 

A ellos, porque “también son seres humanos con derechos”. 

A los otros, apoyos logísticos en seguridad de los más altos personajes de la grilla huehuenche. 

Y también participación nada discreta en las elecciones cuando fuerzan a votar por los candidatos del partido en el poder de no poder. 

¿Qué necesidad de hacer todo esto en” público de la gente”? 

¿Es una provocación a los adversarios? ¿A los fifís? ¿A quiénes no están de acuerdo con las prácticas de esta Administración que, en los hechos, también resultó fallida? ¿A las agencias estadounidenses encargadas de administrar el tráfico de enervantes? 

¿Cuál es el objetivo? 

 

“Triángulo de gente buena” 

  

No hay duda. Ni un asomo de ella. En los límites de Sinaloa, Chihuahua y Sonora hay gente buena, honesta, trabajadora y muy asustada por lo que observan a diario. 

Gente consciente de que las masacres y matanzas son expresiones de problemas profundos que contaminan a toda la sociedad. Las sendas del narcopoder son cada vez más visibles y, lo peor, también cada vez más impunes.  

El dinero proveniente del narcotráfico se lava en el sistema financiero e incluso dinamiza otras esferas de producción, comercialización y servicios.  

La narcoproducción se sitúa en diversas extensiones territoriales, haciendas, fincas. Los laboratorios se diseminan en los sectores rurales y urbanos. La exportación se camufla bajo fachadas de empresas legales. Las aduanas permiten la exportación y lucran de ella.  

Las flotas navales y aéreas, aeropuertos legales y pistas clandestinas, interconectan las empresas periféricas de la droga con el mundo central de la venta.  

Los centros lucran de la diversión de la droga, las periferias de la sangre.  

Las toneladas de droga se exportan al mismo ritmo que el aguacate, los frutos rojos, el camarón y el atún.

 

Y la UIF sólo en “la grilla”   

El capital ensangrentado del narcolavado se esparce en la burocracia. Las finanzas narcodelictivas se enquistan en el Congreso de la Unión, en el Ejecutivo, compran jueces, fiscales y funcionarios.  

Se dijo que la 4T congelaría cuentas de mañosos. No ha sido así. Todo lo contrario. 

Los policías y militares, activos y pasivos, están enrolados con el narco. La empresa armamentista vende por igual los contingentes de armas y municiones a las fuerzas armadas y policiales y a las organizaciones narcodelictivas. 

El desenvolvimiento del negocio de las drogas va generando nuevas oligarquías que con su dinero despliegan prostíbulos, zonas de tolerancia, pero también en bares, restaurantes, cooperativas, empresas turísticas, bancos, campañas electorales, comercializadoras, industria cultural y artística, televisiones, radios y distribuidoras.  

La narcoproducción destruye partes del entorno económico histórico. Sin embargo, estas fuerzas criminales conviven amablemente con las oligarquías tradicionales, mantienen el control territorial, la propiedad privada y son los más conservadores del orden establecido, porque este les permite reproducirse y expandirse. 

La narcocultura se posiciona en telenovelas, cine, medios, el “patrón del mal” comunicativo se cuela en los colegios y universidades. Epigmenio Ibarra, el videovocero de AMLO, también lo es de la cultura narca. 

Los códigos y el lenguaje corporal son parte del escenario de las mafias. La narcocultura conquista espacios ideológicos, simbólicos y emocionales. El narcopoder se extiende a las garantías institucionales existentes para conservar su riqueza, aunque se consagre en vías alternas. Las oligarquías tradicionales se articulan con las nuevas oligarquías del narcopoder, mientras los pobres continúan siendo pobres. 

Y en muchos más casos de los deseables, también en adictos. 

 

Indicios  

Pero no sólo es el “triángulo de la gente buena”, es Guerrero, es Michoacán, es Zacatecas, es Tamaulipas, es Guanajuato… es todo el país. Ha crecido la violencia. Ha aumentado la producción y exportación de drogas. También el consumo interno. Las policías están cooptadas. Y ya, también, algunos miembros del Ejército y de la Marina que no están haciendo tareas de albañilería ni administrativas. De la Guardia Nacional mejor ni hablar. * * * Sume usted tres nuevos epítetos del señor Andrés Manuel López Obrador a sus críticos: “cretinos, desinformados e hipócritas”. * * * En redes sociales circuló una imagen del Presidente de la República desayunando con la señora madre de Joaquín El Chapo Guzmán. Evidentemente resultó falsa o fake, como dicen ahora. * * * Y por hoy es todo. Le agradezco la lectura de este texto y, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

Con Información de: Indicepolítico.com

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