Noticias Chihuahua:
Un velo de tensión asfixiante envuelve el Hospital Ángeles de Chihuahua, donde Roberto G. H., alias “El 04” o el despectivo “Patas de Plátano” entre sus rivales, yace postrado y custodiado por un batallón de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) tras una captura sangrienta que lo dejó al borde de la muerte, un golpe maestro de las fuerzas especiales que desmanteló una pieza clave del Cártel de Sinaloa y desató el pánico en las sombras del crimen organizado.
La embestida federal irrumpió como un trueno el fin de semana pasado, cuando comandos élite de Sedena acorralaron al operador de “Los Cabrera” en un tiroteo feroz que perforó su cuerpo con balas, obligándolo a rendirse herido grave en una operación que aún huele a pólvora y venganza, recordando cómo este traidor a “La Línea” había tejido una red de lealtades rotas que ahora lo condena a la inmovilidad, encadenado a una camilla bajo la mirada inquebrantable de rifles y chalecos antibalas.
Con heridas que claman por cirugías de emergencia, “El 04” permanece en cuidados intensivos, rodeado de un perímetro impenetrable de soldados que rechazan cualquier intrusión, un escudo que no solo protege su vida frágil sino que silencia rumores de sicarios acechando en los pasillos o federales ansiosos por su confesión, mientras la Fiscalía General de la República prepara interrogatorios que podrían derrumbar facciones enteras del narco chihuahuense.
Este no es un reposo cualquiera: la detención de Roberto G. H. fractura el equilibrio precario entre Sinaloa y sus enemigos fronterizos, un hombre cuya doble cara —aliado de un lado, puñal en la espalda del otro— lo convierte en trofeo codiciado, con inteligencia militar filtrando que su captura a punta de balas evitó una masacre mayor, pero deja en el aire si delatará a capos mayores o si el silencio lo salvará de un destino peor que las balas.
En Chihuahua, donde el narco y el Estado bailan un tango mortal, el resguardo de Sedena a “El 04” simboliza la guerra sin cuartel de la 4T, un recordatorio brutal de que los peces gordos caen heridos pero no vencidos, mientras la ciudad contiene el aliento ante la posibilidad de que este hospital se convierta en el epicentro de una retaliación que manche de sangre las salas blancas.







