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La Secretaría de Hacienda, que encabeza Rogelio Ramírez de la O, está haciendo en estas semanas un trabajo de relojería, o si quiere otra comparación, una labor de auténtico cirujano.
Requiere presentar un programa que concilie metas que a primera vista parecen ser incompatibles.
Necesita permitir que en el primer año completo del gobierno de la presidenta Sheinbaum haya los suficientes recursos para financiar programas sociales y de infraestructura, como los ferrocarriles.
Pero al mismo tiempo, debe garantizar que en el balance de las finanzas públicas haya una reducción del déficit público, que la propia presidenta ha referido que será al 3.5 por ciento del PIB.
Además, las cifras con las que habrá de construirse esa estimación necesitan ser creíbles para los mercados financieros. No se podrán sobreestimar ni los recursos públicos que planean captarse ni tampoco el crecimiento del PIB.
Todo esto deberá hacerse, además, sin que haya cambios en las tasas impositivas, que pudieran permitir incrementos de la captación tributaria. Los aumentos de la recaudación de impuestos deberán provenir en lo esencial de mayor eficiencia de la administración tributaria y de la reducción de la evasión y la elusión.
El trabajo de ajustes que está realizando Hacienda tiene las siguientes vertientes clave, entre otras.
1.- La modulación de los programas sociales.
El gasto en protección social, que es el rubro en el que se agrupan diversos programas sociales, creció en 10.7 por ciento en términos reales en el periodo enero-agosto de este año respecto al lapso similar del 2023. Si se mantuviera esta tendencia, terminaría el año en 1 billón 900 mil millones. Lo que representa un incremento de 170 mil millones de pesos respecto al 2023.
Para evitar que la tendencia continúe, se están escalando los nuevos programas sociales para que comiencen en menor escala y limitando los incrementos de los existentes a los fijados por la ley, para moderar el crecimiento que tendrán en 2025.
2.- Se prepara una reducción del gasto operativo.
El Paquete Económico contendrá una compactación del gasto presupuestal. Los Precriterios de Política Económica entregados anticipaban una reducción del gasto programable de 12 por ciento en términos reales, lo que equivalía a 577 mil millones de pesos. Será muy difícil ejecutar una reducción de esa magnitud, pero sí habrá duros recortes que, además de una austeridad como la del sexenio pasado, implicarán una reingeniería de diversas dependencias.
3.- Habrá una dura presión fiscal, sobre todo para los grandes contribuyentes.
La previsión de los Precriterios enviados al Congreso estima un incremento de la captación tributaria de 3 por ciento en términos reales, lo que implica un aumento de algo así como 300 mil millones de pesos.
En los primeros cinco años de la administración de AMLO el incremento promedio por año en la recaudación fue de 2.5 por ciento en términos reales. Pero en 2023 y lo que llevamos de 2024, el alza promedio fue de 8.8 por ciento.
No dude que la estimación de 2025 se ajuste hacia arriba al presentarse el Paquete en noviembre.
4.- La reducción del déficit se podría programar a dos o tres años.
Si las autoridades mexicanas convencen a los mercados y a las calificadoras de que tienen un escenario fiscal que asegura una trayectoria para alcanzar el 3 por ciento de déficit, digamos, en 2027, y si se construye un escenario de deuda pública/PIB, que no rebase –por ejemplo– el 52 por ciento en los siguientes años, es factible que puedan mantener la calificación de la deuda soberana del país.
Ello requiere que los escenarios sean convincentes y realistas y no consideren un crecimiento de la economía que parezca inalcanzable en los próximos años.
Hay más vertientes en las que se está trabajando. Las comentaremos próximamente.
El ‘efecto Trump’
“Para mí, la palabra más bonita del diccionario es arancel”. Eso le dijo hace un par de días Donald Trump a John Micklethwait, editor en jefe de Bloomberg News, en la entrevista que le hizo en Chicago.
Como resultado de las afirmaciones del candidato presidencial republicano, casi todas las monedas de los mercados emergentes se depreciaron, y el peso no fue la excepción.
Ayer por la tarde estaba en 19.90 por dólar.
Imagínese si gana el próximo martes 5 de noviembre.