El Presidente López Obrador estuvo la semana pasada en Ciudad Juárez. El viaje lo tenía agendado en medio del incendio en el que han perdido la vida 40 personas migrantes, hasta hoy. Él no vino a ofrecer soluciones, mucho menos a escuchar reclamos, vino como siempre, a que su sequito de aduladores de Morena le dijeran que todo está bien con la esperanza de tener su bendición. Vino a mostrarse como lo que es: un hombre indolente, iracundo y soberbio ensimismado en su realidad e incapaz de aceptar que se equivocó.
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La tragedia de los migrantes debe llamarse así, no sólo por el incendio al que he hecho mención. Es una tragedia en sí misma porque implica el desplazamiento forzado del que son víctimas mujeres, hombres, niñas y niños producto de la inseguridad y la falta de oportunidades en sus países de origen. Es una tragedia, también, por la incapacidad e irresponsabilidad con que se ha tratado el tema. Por una orden del entonces Presidente Trump al Presidente López Obrador, México se convirtió en algo así como un centro de detención para los migrantes. López Obrador no solo se sometió a este capricho, sino que, además, puso a su, en aquel entonces recién creada, Guardia Nacional, a hacer las labores de la policía migratoria de los Estados Unidos, o “migra”, como se le conoce. Convirtió a la Guardia Nacional en un “migra” chiquita pues, así como chiquita ha sido su actitud ante todo esto.
Lejos quedó el hombre indignado que reclamaba justicia, rasgándose las vestiduras por la tragedia de la guardería ABC. Ni él, ni sus adictos, se les vio, como en otros tiempos, indignados, mucho menos exigiendo justicia. Ahora solo silencio y minimización de los hechos y, ahora sí, pidiendo sensibilidad y sobre todo no politizar este tema.
Las imágenes del Presidente en Juárez nos dan cuenta de un hombre molesto, fastidiado, incapaz de reconocer y aceptar los errores de su gobierno, el fallo de su dizque política migratoria que quedará envuelta para siempre en estos lamentables hechos producto de la negligencia criminal de todos los que intervinieron y siguen interviniendo por acción u omisión.
“Te mando Maru, mi amor” le dijo a una mujer que le reclamaba su actuar. Con eso cerró su visita, con esa frase cargada de resentimiento que pinta de cuerpo entero al que posiblemente sea el Presidente más frívolo que haya tenido México –y eso que antes de él estuvo Enrique Peña Nieto-. Una pena, una verdadera lástima que esté pasando todo esto. Ojalá que estos lamentables hechos sirvan para ofrecer soluciones reales a todas esas personas que sufren, y siguen sufriendo, porque ni el gobierno de su país, ni el gobierno de nuestro país, les han podido ayudare. La situación de los migrantes en México debe ser atendida seriamente por todos. Efectivamente no puede ser rehén de la politización, pero tampoco puede ser rehén de la indolencia y de negligencia de la Federación.
La actuación del Gobierno Federal ha sido vergonzosa, la actitud del Presidente, igual. Vino a Juárez sí, pero en el contexto que lo hizo y por la forma, más que visita fue una burla, para eso, era mejor que no hubiera venido.
Lic. Francisco “Paco” Navarro.
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