La suerte de la alianza opositora está más que echada: los acuerdos entre el PRI, el PAN y el PRD no llegarán al 2024. Lo dice con desfachatez a sus cercanos el líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, y también lo ven irremediable sus homólogos de los partidos aliados. Lo que planea Alito no es otra cosa más que una traición: logró empujar con acuerdos a priístas en las elecciones de Edomex y Coahuila -sobre todo en el segundo-, pero no cederá la candidatura presidencial ni la de la Ciudad de México al PAN, pese al pacto entre caballeros que sellaron en noviembre del año pasado.
Alito apoyó a dos candidatos con posibilidades de ganar: Alejandra del Moral -ella más bien impulsada por el gobernador Alfredo Del Mazo- y Manolo Jiménez, pero va a reservar, según informantes del partido, la candidatura presidencial del priismo para un personaje incondicional o bien para sí mismo.
Tampoco es que sea una sorpresa para panistas y perredistas. No se podía esperar algo diferente con los antecedentes del campechano. Las filtraciones ilegales de la gobernadora Layda Sansores lo han dibujado de cuerpo completo: prepotente, soberbio y poco confiable.
El tuit en el que asegura que su partido votará en contra de las propuestas de presidenta y consejeros del INE, por la cercanía de estas con Morena, tiene tanta credibilidad como las altas calificaciones que obtuvieron estos mismos perfiles en los exámenes de conocimiento.
De hecho, en el instituto que todavía preside Lorenzo Córdova están prácticamente resignados a que la nueva presidenta será la abogada Bertha Alcalde Luján, y a que el PRI se sumará nuevamente a la dupla PriMor, como ya lo viene adelantando el diputado Rubén Moreira, la mano derecha de Alito.
La alianza del PRI con Morena para llevar a la presidencia del INE a la hermana de la secretaria del Trabajo será un buen pretexto en el corto plazo para dar por terminados los acuerdos a nivel nacional y ratificar que el próximo presidente saldrá invariablemente de Morena.
El PAN y el PRD están resignados y analizan tomar una postura parecida a la de Dante Salgado con su partido Movimiento Ciudadano: si no cuentan con perfiles para estar realmente en la contienda, resulta mejor no molestar en exceso al grupo en el poder.
Dicen que en este camino el líder del PAN, Marko Cortés, optará por lanzar un candidato relativamente “cómodo” para Morena y para Andrés Manuel López Obrador, personificado por el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Santiago Creel.
No parece haber espacio para una senadora tan aguerrida como Lilly Téllez, o para quemar de manera anticipada la carrera política del gobernador yucateco, Mauricio Vila, o la del mandatario de Querétaro, Mauricio Kuri. En el caso de Xóchitl Gálvez, ya se encuentra perfilada para la CDMX, aunque tendrá qué negociar con el grupo de Jorge Romero, al que pertenece el alcalde de Benito Juárez, San tiago Taboada.
El PRD deberá salir a las urnas a defender su registro y, de no aferrarse a un binomio con el PAN, tendrá que echar mano de perfiles propios. Entre quienes han levantado la mano para esta candidatura están Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles.
Alito Moreno terminará cumpliendo con su tarea. Habrá limpiado el camino de las “corcholatas” morenistas y eliminado por completo la posibilidad de una alternancia presidencial. El reto por sí solo ya parecía imposible. Aun con esta estrategia, los allegados a Alito no creen que sea suficiente para garantizar le impunidad. Los muertos y heridos que ha dejado en el camino terminarán por ponerlo en una situación de extrema debilidad. Es muy probable que el sepulturero del PRI, como comúnmente lo llaman, esté cavando también su propia tumba.