jorge fernandes menendez
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Doble moral y banalidad del poder

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Ahora resulta que cuando vemos a colaboradores cercanísimos de la gobernadora Layda Sansores recibiendo dinero en las oficinas de la Secretaría de Gobierno del estado, durante la campaña electoral de 2021, cuando el gobernador era Carlos Aysa González, un mandatario interino del PRI que entregó el estado a Sansores y que fue recompensado por ello con la embajada de República Dominicana, se trata de una campaña de propaganda contra el régimen. Pero cuando criminales terribles como Sergio Villarreal, El Grande, o el exfiscal Édgar Veytia hacen cualquier tipo de declaración, aunque sea absolutamente inverosímil, en el juicio que se le sigue a García Luna, es la demostración de una verdad incontrovertible.

Es la doble moral que caracteriza a nuestra vida política y que se impulsa desde el propio gobierno federal. Incluso, no importan las pruebas: los videos de los colaboradores de Sansores son datos duros, son videos que exhiben esos actos de corrupción, como son demostración de un delito las grabaciones telefónicas ilegales de sus adversarios que cada semana divulga la gobernadora. Pero cuando un personaje como el exsecretario de Finanzas de Coahuila, Héctor Villarreal, dice en la corte de Brooklyn que García Luna le pidió, nada menos que a Humberto Moreira que intercediera ante El Universal para mejorar su imagen, sin exhibir más prueba que una copia de una factura por una campaña de promoción turística del estado, eso se toma y difunde como un hecho cierto.

Qué importa que no tenga sentido, que la fecha en la que dijo Villarreal que había visitado a García Luna en el búnker donde está alojada la Plataforma México no coincida siquiera con la fecha en la que fue inaugurada esa instalación o que Moreira fuera un enemigo político declarado de Felipe Calderón y del propio García Luna. Y que, además, la factura exhibida no probara absolutamente nada, más bien todo lo contrario.

Es increíble que se les dé crédito a las declaraciones de Veytia, exfiscal de Nayarit, uno de los personajes más tenebrosos del mundo criminal en décadas, cuando las acusaciones que hizo contra García Luna y el expresidente Calderón no tienen sentido y ni siquiera correlación en el tiempo, con el agravante de que Veytia, para reducir su condena, no ha tenido problema en acusar a su compadre y exjefe, el gobernador Roberto Sandoval, o al exsecretario de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos, y cuando tardó tres años y 11 reuniones con los fiscales, desde que fue detenido en 2017, en recordar los supuestos hechos que ahora oportunamente denuncia tratando de reducir su condena.

El propio presidente López Obrador no tiene problema en defender a la gobernadora Sansores como una mujer íntegra o a Delfina Gómez, quien fue no sólo acusada, sino electoralmente condenada por los moches salariales cuando fue alcaldesa de Texcoco. Y, como ellas, a muchos otros funcionarios del gobierno, del entorno político, del partido.

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