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Las mentiras, embustes, simulaciones e imposturas, con las que nuestros gobernantes, día a día, nos regalan; según ellos, son los medios para pretender justificar su excelencia. Mal piensan que con esa manera de gobernar adquieren nuestros sufragios.

México no abraza la causa de la falsedad con la que actúan esos políticos, las razones de ellos no son las justas, se encuentran manchadas, desprestigiadas. Nuestra Nación únicamente actuará catapultada por el sagrado espíritu de defensa a la Justicia. Sin atenuantes. Sin dobleces. Las acciones de todos los pensantes se dará con la inspiración de la fuerza de la razón. Efectivamente, los hombres de bien, jamás serán movidos por las farsas.

De la mentira de los políticos, de las autoridades, de los gobernantes hay mucho que expresar, que razonar.

En ésta etapa política por la que transitamos el mentir es el mal absoluto. Para nuestros gobernantes no les es posible embaucar poco, ellos timan aún con sus mentiras. Mentir es la cara de la política. Nuestras autoridades tienen dos nombres; se llaman políticos y se llaman mentirosos.

César François Adolphe d’Houdetot (1799-1869), conocido humanista francés, con tinta indeleble escribió para la actualidadd: “La mentira solamente engaña al que la dice”.

En éste punto, hay que reconocer que al ignorante cualquier gobernante puede mentirle y engañarle. Al menos en éstas épocas. Reza un conocido proverbio árabe que: “La primera vez que me engañes la culpa será tuya, la segunda será mía”. Cuando México ha sorprendido a sus políticos, a sus autoridades en una falacia, entones nuestra Nación podrá tender a ser cretina por seguir confiando en el respeto a la verdad. La credibilidad que nuestra Patria entregó, inicialmente a los actuales Siervos de la Nación, desapareció cuando los pensantes de ésta Nación descubrieron las falacias, los yerros, las deshonestidades.

En la historia jurídica internacional se sabe que existe una vieja sentencia del Tribunal de la Rota Romana que clara y terminantemente, resolvió que no se puede confiar en el testimonio de alguien que ha sido sorprendido en una mentira. Aunque sea una sola. Eso sí, existe una salvedad valida: “excepto las mujeres cuando declaran su edad”.

En ésta Cuarta Transformación de la Nación, la excepción de la edad debería de extenderse a la clase gobernante. Sus falsos decires se han disparado, se han incrementado. Su propuesta de engañar y convencer de su efectividad en la actualidad se ha tornado nula.

Es cuanto.

Por AL PE

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