JAQUE MATE (Sergio Sarmiento / Reforma) - Noticias Chihuahua Pausa.MX

 

La verdad confusa

«La verdad no es usualmente compleja. Lo que se hace complejo es evadir la verdad.

Thomas Sowell

Ocho años después de la noche de Iguala hemos pasado de la «verdad histórica» de Jesús Murillo Karam a la verdad confusa de Alejandro Encinas y Omar García Trejo.

El subsecretario Encinas, presidente de la Comisión para la Verdad sobre el «Caso Ayotzinapa», ha exclamado, como los líderes del movimiento Ayotzinapa, «Fue el Estado».
Acusó al general en retiro José Rodríguez Pérez de haber ordenado el asesinato de seis normalistas, pero el militar, que se presentó voluntariamente, está siendo juzgado no por homicidio, sino por supuestos vínculos con el crimen organizado.

La FGR, por otra parte, ha retirado las órdenes de aprehensión contra 21 presuntos implicados, entre ellos 16 militares.

Las autoridades ya no se preocupan por perseguir a los responsables de los crímenes, sino a quienes los investigaron.

El exprocurador Murillo Karam está siendo procesado por haber tratado de ocultar lo ocurrido con su «verdad histórica».

Mientras tanto, 120 implicados que participaron en los hechos, muchos de los cuales lo reconocieron, han sido liberados por presuntamente haber sido torturados.

El informe de la Comisión recuenta en 103 páginas mucho de lo que ya sabíamos, pero oculta en largas secciones testadas sus afirmaciones más controvertidas.
Hubo que esperar al trabajo de las periodistas Peniley Ramírez y Guadalupe Irízar del Reforma para conocer estas partes.

Ha desaparecido la hipótesis de que los cuerpos de los normalistas fueron quemados.

El informe asevera que casi todos los normalistas fueron asesinados, descuartizados y enterrados.

Las órdenes provinieron del entonces alcalde José Luis Abarca, molesto porque los normalistas querían «armar un desastre en Iguala».

Algunos cuerpos de las víctimas fueron disueltos con ácido.

Seis que seguían vivos fueron asesinados después por órdenes del entonces coronel Rodríguez Pérez.

La versión es dramática, pero está construida sobre testimonios de «testigos colaboradores», en particular Gildardo López Astudillo, El Gil, identificado como «Juan», uno de los miembros de Guerreros Unidos liberados por violaciones al debido proceso.

Como testigo protegido ha dicho a los nuevos investigadores lo que querían escuchar.

La versión de que los normalistas fueron incinerados, sin embargo, no salió de una conspiración de la PGR; el primero que la manifestó públicamente fue el padre Alejandro Solalinde, un crítico del régimen priista.

Dos restos quemados han sido identificados plenamente en pruebas genéticas.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha señalado en su recomendación 15VG/2018 que estima que «fueron incinerados hasta 19 normalistas».

Para comprobarlo, pidió que 114 restos óseos sean sometidos al Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Innsbruck, en Austria, para análisis genético.

Las autoridades, empero, no han querido hacerlo.

La hija de Abarca, Yazareth Liz Abarca, señalada como fuente de la afirmación que el exalcalde ordenó el crimen, ha negado ser la autora de los mensajes que las partes tachadas del informe le atribuyen.

«Usted miente», le dijo a Encinas en Twitter. «Jamás escribí ni envié esos mensajes que usted dice que yo envié a esa mujer que nunca en mi vida he conocido. Yo nunca he escrito así y tampoco me he expresado de esa forma».

La verdad histórica tenía huecos; la verdad confusa, muchos más.

Encinas, en vez de aclarar las inconsistencias, se queja de la divulgación de un informe que, desde siempre, debió ser público para que fuera sometido a escrutinio crítico.

EL MOVIMIENTO

Aunque la verdad de Encinas pretende quedar bien con el movimiento de Ayotzinapa, los líderes de este grupo político no se han mostrado satisfechos. Por eso han vuelto a realizar manifestaciones violentas. Hoy se espera un lunes muy complicado en su marcha por la Ciudad de México.

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