PAUSA.MX

Sinopsis de entrevista concedida por Heriberto Galindo Quiñones al periodista Enrique Crown, del portal de noticias “Crónicas Atómicas”, de Saltillo, Coahuila; el pasado 20 de mayo.

Dueño de detalles y pormenores propios de un espectador de primera fila o, con la entereza de un auténtico ‘primer respondiente’, para decirlo más plásticamente, pues arriesgó su vida para llegar a este momento y platicarnos a quien pueda y quiera oírlo, Heriberto Manuel Galindo Quiñones el politólogo, el docente, el político, el hombre… nos comparte en un solo relato lo que podrían ser varias vidas acumuladas de experiencias y anécdotas dentro del sistema político mexicano.

Azaroso y complejo sistema por cierto que, de suyo, tal cual es, solo pudiera entenderse en su devenir de los últimos 30 años, gracias al lenguaje sencillo y diáfano de este político mexicano que un día de aquel septiembre de 1994, recibió un triple milagro de parte del Supremo Creador y aparejado a este, una enseñanza para las nuevas generaciones: “Cuando asesinan a Luis Donaldo Colosio sacrifican a un candidato… y cuando asesinaron a José Francisco Ruiz Massieu, segaron la vida de un aspirante a la Presidencia de la República”.

De ambos pasajes de la vida política fue testigo presencial Heriberto Galindo y de ello da testimonio en una entrevista sin desperdicio alguno.

Al entrevistador Enrique Crown, lo va llevando Heriberto con su propia narrativa y sin lugar a interrupciones, solo cuando es menester preguntar algo aun más relevante; es un diálogo democrático -este sí, circular- que sí permite interrupciones solo que por momentos aparenta ser un interesante monólogo, gracias a lo que platica el entrevistado.

No obstante, esta amena entrevista concedida por el exsenador, exdiputado y exembajador Galindo Quiñones a Enrique Crown, en su sitio ‘Crónicas Atómicas’, ubicado en Saltillo, Coahuila, se convierte en una franca y versátil charla conforme transcurre a lo largo de sus más de 2 horas 15 minutos de duración que, a decir de muchos cibernautas, constituye un auténtico testimonio, digno de verse completo y hasta de repasar varias veces.

Entre 1993 y 1994 se registraron tres grandes magnicidios que pusieron ‘en jaque’ la armonía y la paz pública en el país: los asesinatos del entonces candidato del PRI a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de 94; y el del secretario General del CEN del PRI y diputado federal electo, José Francisco Ruiz Massieu, el 28 de septiembre de 94. Antes, el 23 de mayo de 1993, se perpetró el sacrificio del Cardenal de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo, en el Aeropuerto Internacional ‘Miguel Hidalgo’ de Guadalajara.

Pero hablemos de la relación de Heriberto Galindo Quiñones con el gran político guerrerense, gran abogado constitucionalista y considerado uno de los últimos grandes ideólogos del PRI.

Heriberto se encaminaba a ser uno de los coordinadores estatales de los diputados federales del PRI.

La mañana del asesinato de Francisco Ruíz Massieu, Galindo iba con él a su lado derecho en el asiento delantero y en el asiento trasero los acompañaba Roberto Ortega Lomelí, quien sería el Oficial Mayor de la Cámara de Diputados.

Algo quería empezar a fraguar Ruíz Massieu aquel 28 de septiembre, con la discresión que implicaba el tratar con quien hipotéticamente sería uno de sus hombres de más confianza en esa Legislatura, como lo era Heriberto Galindo, pero la bala asesina no lo permitió.

Íban al IFE (como se llamaba entonces) donde su compadre Jorge Carpizo Mc Greggor y el líder nacional del PRD Porfirio Muñoz Ledo, sostendrían un ‘imperdible’ debate en el Consejo General del órgano electoral.

Ya previamente Ruíz Massieu le habría delineado -un día antes- sus planes a Heriberto; caminando alrededor del Monumento a la Revolución, le confió que él sería a partir del 01 de diciembre de 1994 el secretario de Gobernación y que Galindo Quiñones se iría con él -si aceptaba- como uno de sus subsecretarios.

Heriberto Galindo dice que pensó que era una salida política para conformarlo porque no habría alcanzado Presidencia de Comisión. Lo cierto es que con Ruíz Massieu iba un gran proyecto político que como el propio JFRM lo reconoció: “De la Segob iremos tras la Presidencia de la República, a recuperarla de los economistas que nos la arrebataron a los abogados”… “y han hecho un desastre ya”, aseguraba entre broma y broma el guerrerense.

Heriberto con respeto y afecto, le pidió a Ruíz Massieu cuidar sus críticas a los economistas, dado que tanto Carlos Salinas de Gortari como Ernesto Zedillo tenían esa profesión; a lo que el futuro líder parlamentario le contestó: “no te preocupes, lo mismo le he dicho a ellos personalmente”.

Años después, en un encuentro sostenido por Heriberto y Ernesto Zedillo Ponce de León, en París, Francia, el exmandatario le confirmó a Galindo, que Ruíz Massieu iba a ser secretario de Gobernación y que él estaba propuesto para subsecretario de la misma dependencia.

Sin duda, por eso es válido el razonamiento de Galindo Quiñones: “Al asesinar a Colosio, acabaron con un candidato; y al asesinar a Ruíz Massieu, eliminaron a un aspirante a la Presidencia”.

A lo que habría que agregar que el 1 de enero de ese fatídico 1994, se habría dado el misterioso e inesperado ‘levantamiento indígena de Chiapas’, en el estado de Chiapas, por el EZLN; misterioso hecho que por lo visto ninguna agencia de seguridad nacional como el CISEN, la División de Inteligencia de la Semar ni el propio Cuerpo de Inteligencia del Estado Mayor de la Presidencia de la República, habrían percibido con el apoyo de sus aparatos y especialistas de campo.

En esta última eventualidad, Galindo hace hincapié en que el misterio y lo inverosímil del ‘levantamiento’ chiapaneco, llegó hasta el plano de lo político en aquellos aciagos días de las postrimerías del 93 y los albores del 94, pues curiosamente Manuel Camacho Solís, quien fue señalado como el ‘gran perdedor’ de la contienda interna del PRI frente a Colosio, se habría ido a trabajar como ‘Comisionado para la Paz’ sin sueldo, ni formando parte de estructura de gobierno alguna, en una ‘jugada política’ o ‘jugarreta’ por demás aterradora, …¿Acaso planeada con sevicia política por los enemigos de Colosio?

Cosas de la vida y de las circunstancias, en esos días, innumerables comentarios periodísticos y políticos, afirmaban que el Coordinador de la Campaña de Colosio, Ernesto Zedillo y otros miembros del CEN del PRI, serían relevados de sus cargos, a tal grado cundieron esas especies, que el propio Coordinador General convocó a Heriberto Galindo para pedirle de favor que lo ayudara para revertir esa tendencia en la opinión pública (política) y para acabar con los rumores, llegando inclusive a pedirle que en la gira a realizarse por Jalisco y por Colima, en la que el sinaloense acompañaría al sonorense, buscara la oportunidad para preguntarle en privado al candidato, de plano: “¿Cuándo relevaría a Zedillo como Coordinador General de la campaña?”; Heriberto comenta que le hizo la pregunta a LDC en Colima, segundos después de subirse a la camioneta Blazer color gris plata con una franja verde, a conducir por el candidato: “¿Cuándo correrás a Zedillo de la Coordinación?” soltó Galindo a su amigo Luis Donaldo y la respuesta fue como de cañonazo preciso en el blanco, de inmediato.

Colosio colocó la palanca de velocidades en ‘parking’; apagó la camioneta y le respondió furibundo a su amigo: “¿Quién te dijo esa pendejada?”, a lo que Heriberto repuso de inmediato: “Nadie me lo dijo, lo he leído y lo he escuchado por todas partes; yo no soy delator, pero no te enojes conmigo… pues yo simplemente te hice la pregunta… a lo que el candidato continuó expresándose: “¡Mira, dile a quienes afirmen eso, que son unos pendejos, pues no han entendido que Ernesto Zedillo es mi enlace con el presidente Carlos Salinas!”.

Heriberto le reiteró:”¡Perfecto… enterado, pero no te enojes conmigo!” Colosio volvió a encender el vehículo, mismo que condujo hasta el aeropuerto de la capital colimense y se fueron conversando con la armonía y el cariño fraternal de siempre, a grado tal, que Colosio le dijo que lo quería promover para que fuera el líder nacional de la CNOP relevando al ingeniero Miguel Ángel Barberena Vega, pero que eso lo acordaría con el presidente de la República y que ocurriría después de Semana Santa.

Galindo narra al entrevistador, que lo primero que hizo llegando a la Ciudad de México, fue informarle al Coordinador Ernesto Zedillo, a quien le comentó la anécdota completa; generándole cierta tranquilidad; y después consultando con sus amigos colosistas que aseguraban que el cambio de Zedilo se llevaría a cabo; el sinaloense preguntaba : “¿A quiénes les mintió Luis Donaldo?… porque ustedes sostienen que iba a haber cambio; y los más enterados afirmaron que Colosio no les mintió a ninguno, que ciertamente tenía la intención de realizar los cambios que se rumoraban, pero, que anteriormente al diálogo sostenido el 10 de Febrero (día del cumpleaños del sacrificado candidato) con Heriberto Galindo, se había celebrado un acuerdo político entre el candidato presidencial y el C. Presidente de la República y ahí se estableció que EZPL continuaría como Coordinador General de la campaña; por eso Luis Donaldo Colosio con tanta vehemencia le respondió en ese sentido a Galindo Quiñones.

Cabe señalar que hasta ese momento, el 28 de marzo de 1994, el único habilitado legalmente para inscribirse como candidato sustituto de Luis Donaldo, aparte de Ernesto Zedillo, de conformidad con el para entonces ‘nuevo’ lineamiento observado por el nuevo IFE y desprendido del nuevo COFIPE, era Manuel Camacho Solís, pues llevaba más de 6 meses sin tener relación contractual o laboral -legal con ningún nivel de gobierno ni instancia gubernamental oficiosa alguna.

Bajo esa circunstancia, después del sepelio de Luis Donaldo, en el Panteón Municipal de Magdalena, Sonora, el presidente Salinas de Gortari empezó a hacer consultas con personajes de distintos partidos políticos para intentar lograr una reforma constitucional que acortara el plazo de ausencia laboral para los aspirantes a la Presidencia de la República, con la intención de que el doctor Pedro Aspe Armella, a la sazón, secretario de Hacienda y Crédito Público, pudiera relevar al sonorense asesinado.

Así lo contó al joven periodista saltillense Enrique Crown, Heriberto Galindo, un político que para muchos es la personificación de ‘lo políticamente correcto’, quien tuvo también esta vez generosas palabras hacia la personalidad del economista Manuel Camacho Solís, (QEPD), posgraduado en el prestigioso ‘Colegio de México’ y de quien Galindo está seguro de que no tuvo participación alguna en la autoría intelectual, en el artero magnicidio del político sonorense.

Y a partir de entonces, demuestra que por el contrario, Manuel Camacho Solís fue una ‘víctima de sí mismo’, de su personalidad soberbia de algún modo, pues al terminar sumándose a la campaña de Colosio sólo unas horas antes del deplorable magnicidio en Tijuana, Baja California, el 22 de marzo, lo que materialmente le acarreó animadversiones con el staff y los seguidores de Colosio.

Porque si Camacho se hubiera sumado a Luis Donaldo desde que fue ungido candidato, no habría tenido ningún problema para relevarlo… pero fue todo lo contrario.

De hecho gracias a esa indefinición política de Camacho Solís ante la nominación de Luis Donaldo, como lo marca el librito de lo ‘políticamente correcto’, Camacho nunca se ganó la confianza del ‘inner circle’ de colaboradores de Colosio, como Liébano Sáenz, Samuel Palma César, Alfonso Durazo, Guillermo Hopkins Gámez, Rafael Reséndiz y José Luis Soberanes, entre otros muchos que vieron como se consumía el tiempo entre el día del destape del sonorense y el día en que el principal competidor interno por la nominación (Manuel Camacho) habría de reconocer su derrota y se sumaría al proyecto de Colosio… día que llegó un día antes del fatídico asesinato, pero fue demasiado tarde, cuando el candidato presidencial se encontraba en su gira proselitista por Sinaloa.

No sólo no se ganó el también desaparecido economista Camacho Solís, la confianza de los colaboradores de Colosio… no se ganó la confianza de su viuda y de sus familiares consanguíneos, como su padre, Don Luis Colosio Fernández y los hermanos del candidato abatido.

Tan así, refiere Galindo, que el día del funeral de LDC en la agencia Gayosso de la calle Félix Cuevas, al sur de la capital de la República, la señora Diana Laura Riojas, al percatarse de la presencia de Manuel Camacho en la funeraria a presentar sus condolencias, le instruye a Alfonso Durazo Montaño, último secretario particular de Colosio, que le pida que se retire.

Un doloroso pasaje en la vida política nacional, digno de evocarse cada vez que un político no cuida las formalidades y no piensa en las consecuencias que genera cada uno de sus actos públicos… ni duda cabe; la política no es para improvisados y está marcada permanentemente por la formalidad.

Pero en ambos casos, con Ruíz Massieu y con Colosio, con quienes Heriberto Galindo bordó hasta el último día de sus vidas, un lazo perenne de fraternidad y compromiso laboral como político, ha sabido siempre honrar sus memorias con actos de dignidad en los numerosos y variados cargos que ha ostentado desde entonces: Diputado federal, Coordinador de la fracción sinaloense de diputados priístas y Presidente de la Cámara de Diputados en la 56 Legislatura; Secretario de Información y Propaganda del CEN del PRI; Secretario General Adjunto del CEN del PRI; Cónsul General de México en Chicago; Embajador de México en Cuba; Diputado Federal nuevamente y Vicecoordinador de la bancada priísta en San Lázaro y Senador de la República; y desde siempre, Galindo ha sabido ser congruente entre el pensar, el decir y el hacer.

Ha sido un hombre prudente, sencillo y humilde en su trato a la historia y a las estructuras formales del poder. No conoce la grandilocuencia y trata de no ser iracundo ni soberbio, defectos de la personalidad, propios de todos los hombres y mujeres, sin excepción.

Contrariamente a lo que pudiera pensarse, de que por su condición de ‘colosista agraviado’ o por el hecho de que su trayectoria política siempre lo puso en corrientes distintas a las de un personaje muy importante de la vida política moderna de México, como lo es el expresidente Carlos Salinas de Gortari… por ese hecho, se reitera, mucha gente esperaría que el entrevistado Galindo Quiñones, a estas alturas, en que se han consumado casi 30 años de aquellos trágicos sucesos, señalara como muchos mexicanos con y sin poder profano, al expresidente Salinas de Gortari, de ser el responsable intelectual; en ningún momento afirmó o insinuó tal cosa.

Galindo por el contrario dice que en su opinión, eso no tiene visos de realidad, pues Salinas de Gortari a Colosio lo ‘engendró’ políticamente hablando, lo parió, lo crió, lo desarrolló y lo impulsó a lo largo de su carrera política; “por lo que no considero que haya tenido qué ver con el crimen”, atajó el político sinaloense.

“Salinas le vió a Colosio madera de líder, como un hombre valiente, ‘echado pa´delante’, con una sólida formación técnica, recomendado por el Maestro Rogelio Montemayor Seguy, también formado en la Universidad de Pennsylvania, como economista y seguidor de la filosofía del alemán Schopenhauer; como un hombre culto, sensible, bohemio, que amaba la buena música de Gustav Mahler y en general como un amante de México, su país y sus tradiciones, patriota a carta cabal”… “Salinas lo fue llevando a Colosio de la mano; en algunos cargos no tenía la suficiente experiencia pero CSG tenía la férrea voluntad de irlo forjando”, cuenta Galindo Quiñones.

Ya casi para finalizar, recuerda enfático Heriberto que el expresidente Carlos Salinas de Gortari afirmó: “A Colosio lo mató la nomenklatura”.

Heriberto Galindo afirma que con todo el respeto a los expertos en balística, que han concluido que el asesinato de Luis Donaldo Colosio lo perpetró un asesino solitario, expresa con convicción que él no cree en el ‘asesino solitario’; que cree en una acción concertada o en un complot y que le impresionó mucho ver a su amigo Luis Donaldo, en la plancha del Hospital General de Tijuana, Baja California, donde vió su cuerpo con un pantalón azul marino, sin calcetines, sin camiseta, sin camisa y con la cabeza rapada para abrirle la ‘caja craneoencefálica’, a fin de obtener la bala que le quitó la vida, alojada en el cerebro.

Y que observó ahí, en el lado derecho del abdomen, una herida (abertura) con dimensiones aproximadas a las 2 pulgadas, que según le informaron Alfonso Durazo y Liébano Sáenz, se trataba de la salida de una bala expansiva que le entró por el lado izquierdo del abdomen, a lo que el entrevistado refiere que, aunque él no es experto en balística, le parece muy difícil que haya sido el mismo asesino confeso (Aburto), quien le propinó los dos balazos, por lo que queda la sospecha para Galindo, de que esa otra bala pudo provenir, finalmente… de un segundo tirador.

Por AL PE

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com