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Elías Nandino Vallarta, poeta nacido el 19 de abril de 1990 en Cocula, Jalisco; muerto en Guadalajara el 2 de octubre de 1993. Autor de Espiral (1928), Décimas a mi muerte (1930), Color de ausencia (1932), Eco (1934), Río de sombra (1935), Sonetos (1937), Poemas árboles (1938), Nuevos sonetos (1939), Nudo de sombras (1947), Espejo de mi muerte (1945), Prismas de sangre (1945), Líneas de poesía (1946), Conversación con el mar (1947), Flor nocturna (1948), Cantos (1948), Naufragio de la duda (1950), Nocturna suma (1955), Nocturno amor (1958), Nocturno día (1959), Nocturna palabra (1960), Eternidad del polvo (1970), Cerca de lo lejos (1979), Costumbre de morir a diario (1982), Erotismo al rojo blanco (1983) y Ciclos terrenales (1989).
A continuación tres poemas suyos:
BÚSQUEDA ESPACIAL
I
Antes de haber nacido, cuando apenas
en las galaxias era calofrío,
o sed en rotación por el vacío,
o sangre sin la cárcel de las venas;
antes de ser en túnica de arenas
un angustiado palpitar sombrío,
antes, mucho antes que este cuerpo mío
supiera de esperanzas y de penas:
ya buscaba tu nombre, tu semblante,
el disperso latir de tu vivencia,
tu mirada en las nubes esparcida;
porque, desde el asomo delirante
de mis instintos ciegos, tu existencia
era ya por mis ansias presentida.
II
¿Cuántas transmutaciones has pasado?
¿Cuántos siglos de luz, cuántos colores,
nebulosas, crepúsculos y flores
para llegar a ser, has transitado?
¿En qué constelaciones has brillado?
¿Después de cuántas muertes y dolores,
de huracanes, relámpagos y albores
la forma corporal has conquistado?
No puedo concebir mi pensamiento
esa edad atmosférica que hicimos
en giratoria espera; mas yo siento
que milenios de lumbres anduvimos
esperanzados en el firmamento,
hasta unir este amor con que existimos.
ME DUELE PRESENTIR
En el fondo sabía que no se puede ir más allá
porque no lo hay.
Cortázar
De manera distinta
cada cual debe morir su propia muerte
y afrontar el naufragio
en la perenne inmensidad del polvo.
Nadie ha vuelto del seno de la muerte,
por esto
su misterio se conserva intacto,
amenazante.
Sin saber si es amiga o enemiga,
ángel que nos transporte al otro lado
para ganar la ubicuidad eterna,
o fuerza que nos retorne a la materia:
todos vivimos la medrosa espera
resignados a la sorpresa de su encuentro
y al suplicio mortal que nos imponga.
(Vivo pensando en el trágico momento
que me transforme en ausencia sin regreso,
nombre sin rostro huyendo hacia el olvido,
absoluto silencio que se ahogue
en la ciega pupila del vacío,
o sombra que se incolore en la distancia.)
(Me duele presentir y también creer
que después de la muerte,
nadie podrá ir más allá del polvo,
del polvo donde debe consumar su fin eterno.)
DENTRO DE MÍ
Con los ojos
altamente asomados a la noche
contemplo las estrellas
y, dentro de mí,
en el río incansable de mi sangre,
las siento y las descubro
reflejadas,
luminosas y hondas,
como si mi entraña fuera
el mismo cielo
en donde están ardiendo.







