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En la trayectoria de uno de los más altos funcionarios municipales actuales persisten incógnitas que se remontan a su gestión durante la administración de Felipe Calderón. En ese tiempo, este funcionario, junto con un socio clave en la capital del país, instauró un sistema para otorgar permisos de explotación de acuíferos de libre alumbramiento. Lo que comenzó como una operación aparentemente normal, terminó convirtiéndose en una red de permisos gestionados bajo condiciones cuestionables, que beneficiaban a intereses específicos y dejaban una estela de dudas sobre la transparencia en el manejo de los recursos públicos.
Tras el cambio de administración federal, este funcionario fue despedido, y entonces comenzaron a surgir las verdaderas dimensiones de su operación. Durante una investigación, se descubrió la desaparición de más de 15,000 archivos relacionados con estos permisos. Estos documentos, muchos de los cuales habían desaparecido misteriosamente en un incendio dentro de las oficinas de la dependencia, contenían información crucial sobre los permisos emitidos durante su gestión. Las sospechas de que esos documentos podrían haber sido eliminados para encubrir prácticas irregulares siguen latentes.
Lejos de alejarse del mundo de los permisos de agua, este exfuncionario y su socio abrieron un despacho privado para gestionar los mismos trámites que ellos mismos habían diseñado. Aunque las autoridades comenzaron a tomar medidas para revisar las irregularidades, el conflicto de interés fue evidente. Su despacho nunca debió haber intervenido en esos trámites, pues estaban claramente viciados desde su origen.
Hoy, en su posición de liderazgo municipal, este pasado sigue siendo tema de conversación. Las preguntas sobre su rol en la administración del agua durante el sexenio de Calderón y la forma en que esos permisos fueron gestionados siguen sin respuestas claras. ¿Cuánto de ese pasado oscuro continúa influyendo en su capacidad de liderar con transparencia? Mientras los documentos clave desaparecieron en un incendio, las dudas sobre su ética y capacidad persisten, aguardando respuestas que parecen estar aún fuera de alcance.
En el Tribunal Superior de Justicia no les quedó otra más que decir «agua va» con la reforma al poder judicial que dejó como herencia el ex presidente López Obrador.
Algunos magistrados e incluso, personal de la fiscalía general del estado, andarán socializando con medios de comunicación, órganos colegiados y demás, como estará funcionando en lo general esta reforma.
Dicen en radio pasillo que, tras la llegada de la nueva presidenta de la república y ver que no hizo ni pío en este tema, pues literalmente aplicaron la de «cuando veas las barbas de tu vecino cortar»…
Falta nada más que, los representantes de los medios de comunicación le entiendan al teje y maneje, no vaya a ser que se repita lo del curso de hacienda, que la primera fila no entendió ni Máis, pero re bien que se llevaron regalos.
Era un secreto a voces que el movimiento de Adriana Terrazas estaba cantado desde antes de concluir su mandato en el Congreso del Estado. Lo que algunos llaman «estrategia» fue más bien un movimiento en el tablero de ajedrez, perfectamente calculado por Maru Campos. Colocar a Terrazas en la CDMX, con su habilidad para moverse en el terreno morenista, aunque no sea del agrado del morenista Cuauhtémoc , es una jugada astuta. A pesar de que Terrazas ya jugó sus mejores cartas como presidenta y logró mantener a raya al Cuauh, eso es historia pasada. Ahora, lo que se espera de ella es que le rinda cuentas a Chihuahua.
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