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La heroica policía de Chihuahua ha vuelto a demostrar su compromiso con la seguridad, aunque sea deteniendo a un hombre de 50 años que vivía bajo un puente. Santiago, señalado por vecinos como el probable responsable de incendiar al menos cinco áreas en la avenida La Cantera, fue arrestado con rapidez y eficacia. Porque claro, detener a quienes prenden fuego en un arroyo es lo que realmente devuelve la tranquilidad a los chihuahuenses. Eso sí, seguimos esperando esa misma eficiencia para detener a los verdaderos generadores de violencia que tienen a la ciudad como una de las más peligrosas del país.
En una acción digna de reconocimiento (sarcasmo incluido), la Dirección de Seguridad Pública Municipal coordinó esfuerzos con los siempre activos Guardianes Ecológicos para retirar a este peligroso individuo. Mientras los vecinos agradecen que las llamas no causaron mayores estragos, muchos se preguntan si el reglamento de justicia cívica aplica también para quienes generan el caos en las calles y no solo para adultos mayores o personas en situación de calle. Pero al menos el puente quedó limpio, ¿verdad? Qué consuelo.
Otra de polis, el Instituto Superior de Seguridad Chihuahua (ISSCUU) ha entrado en el ojo del huracán tras la destitución de su jefe de instructores, José Guadalupe Ro-Fra, señalado por presunto acoso sexual hacia una instructora. La Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM) aseguró que, al conocer la denuncia, actuaron de inmediato separándolo del cargo. Según trascendió, la víctima presentó su queja formal en el Instituto Municipal de las Mujeres, lo que desencadenó las acciones iniciales. Sin embargo, la solución parece quedarse a medias, ya que al acusado solo se le envió a una «capacitación», sin aclarar por cuánto tiempo ni bajo qué condiciones.
Mientras tanto, la DSPM informó que el caso ya está en manos del Órgano Interno de Control para llevar a cabo una investigación. No obstante, la medida de enviar a un señalado por acoso a un curso no deja de generar críticas, pues podría interpretarse más como un intento de disimulo que como un verdadero castigo. ¿Será este otro ejemplo de cómo se manejan los casos de acoso en las instituciones públicas, con parches en lugar de soluciones reales?
¡Vaya novelita que se aventaron en el Ayuntamiento! Pues todo terminó en que los regidores y funcionarios se irán a la “escuelita para saber hablar” porque dicen qué hay que saber expresarse sin cometer violencia política de género.
Todo lo inició Miguel Riggs de Morena, quien vociferaba muy alto y era el incómodo hasta para sus compañeros de fracción, pero ayer en la Sesión de Cabildo, se mantuvo bien calladito.
Sin ponerle orejas de burro como en la primaria (se hacía varias décadas atrás), el castigo ejemplar fue estar alejadito de la sindica, Olivia Franco, para no violentarla, porque con eso bastaría como medida cautelar que le impuso él Órgano Interno de Control.
Y para colmo, ahí tuvieron todos que andar de naranja, como si el color representativo del rechazo de la violencia hacia la mujer, fuera suficiente para evitar que existan tantas agresiones; en fin, la política es todo un circo.
Para lucirse, todos los regidores se mostraron muy entusiasmados con la propuesta de que tengan talleres de género, porque como dicen, que a veces están tan acostumbrados a la violencia como cosa cotidiana que la ejercen sin darse cuenta, pobrecitos, son como niños que no saben lo que hacen.
Eso sí, no falto el largo y tradicional speech que suele aventarse la regidora Elena Rojo, del que nadie le entiende pero todos le aplauden.
Al final, todos muy en su causa de luchar para no hablar violentamente contra las mujeres y próximamente, “a la escuelita del Muni van a ir, todos contentos a aprender para hablar sin violentar”.
Por cierto, al terminar la sesión, los asesores de Riggs lo escoltaron inmediatamente y salieron rápidamente como si el señor estuviera en peligro.
Así las cosas
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