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Dos hombres fueron ejecutados a balazos esta noche en la colonia Los Naranjos, sumando otro capítulo de horror a la interminable saga de violencia que azota Chihuahua. La escena se repite: dos cuerpos, una ráfaga de disparos, y los responsables huyendo en una motocicleta, con la tranquilidad de quienes saben que en este caos, la justicia es una fantasía. Mientras tanto, la policía, el ejército y la Guardia Nacional llegaron al lugar para hacer el show de siempre: acordonar, levantar cuerpos y llevarse a los muertos, porque a los vivos los han dejado hace mucho.
Lo más triste no es la sangre derramada en la calle Ejido Corral de Piedra, sino la indiferencia que ya nos consume. El personal de la fiscalía llegó, como de costumbre, a recoger los restos de una escena repetida hasta la saciedad. Entre cada paso burocrático y el eco de los disparos, nadie parece notar que la vida en Chihuahua se ha vuelto un ciclo eterno de muerte, donde las balaceras ya no nos quitan el sueño, sino que son parte del paisaje.
El hospital Lázaro Cárdenas del ISSSTE en Chihuahua, lejos de ser un centro de atención, parece haberse convertido en un lugar de tortura para los pacientes con cáncer. Personas que ya sufren el peso de una enfermedad devastadora ahora se enfrentan al desprecio burocrático de un sistema que, irónicamente, dice «atenderlos». Decenas de derechohabientes, muchos de ellos viajando desde otras ciudades y cubriendo sus propios viáticos, fueron dejados a la deriva cuando el Dr. Ramírez, quien debía supervisar sus tratamientos, decidió irse de vacaciones sin siquiera tener la cortesía de avisarles. La vida de estos pacientes quedó en pausa, pero su dolor y ansiedad no.
Como si esto fuera poco, la reciente fuga de oxígeno en una sala de quirófano dejó al descubierto las pésimas condiciones de este hospital, donde el caos es la norma. Apenas hace una semana, pacientes y empleados fueron desalojados en un episodio que parece sacado de una pesadilla y no de un lugar donde debería primar el cuidado de la vida. La impotencia de los pacientes es el reflejo de un sistema de salud que, en lugar de sanar, continúa fracturando la dignidad de quienes dependen de él.
¡Qué gran deducción la de la diputada Lilia Aguilar! Nos pide confiar en que la Presidenta enfrentará los «duros retos» en materia de seguridad, como si el resto de México no estuviera ya ahogado en la peor crisis de violencia e inseguridad que hayamos visto en años. Según la diputada, la estrategia de Sheinbaum con Omar García Harfuch es aplicar inteligencia y no balazos, ¡vaya, qué revelación! Porque claro, nadie había pensado antes en usar inteligencia para enfrentar el crimen, ¿verdad? Mientras tanto, el país se cae a pedazos con balaceras, secuestros y cuerpos apilándose en las calles, pero no, tranquilos, que la estrategia es perfectible.
Además, la diputada admite que el sexenio de López Obrador ha registrado más muertes dolosas que el de Peña Nieto, pero que no cunda el pánico, porque según ella, todo es culpa del sexenio de Calderón. Porque obviamente, la guerra contra el narco se desató hace más de una década, y desde entonces, todo ha sido un caos que el gobierno actual solo está tratando de solucionar atacando «las causas». Al menos, eso dicen, mientras la realidad nos golpea en la cara cada día.
“Hecha garras” es la definición de la Policía Municipal, que no solamente se les echaron encima en redes sociales al hacer anuncios de patrullaje extremo y hasta aéreo en las colonias más conflictivas, que a pesar de todo, los crímenes continúan, narcomenudeo y homicidios.
Entre los comentarios de la población que vive en esas colonias son que los mismos agentes están coludidos con vendedores de drogas y no hacen nada al respecto, porque hasta son como sus guardaespaldas; siempre protegiendo al delincuente en lugar del ciudadano. Total, el que paga manda; ni aunque les suban el sueldo a 22 mil, 24 mil no 30 mil, malandros no dejan de ser malandros.
Aparte, ya el mismo Órgano Interno de Control destapó que prácticamente el 20% de la corporación está bajo investigación por amplias denuncias de abuso de autoridad, las cuales, también están en la Comisión de Derechos Humanos, pero como dicen “Y nadie hace nada”.