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El fin de semana pasado, la capital del estado fue escenario de diversos eventos promocionados con gran entusiasmo, pero que terminaron siendo un gasto cuestionable. No es que carecieran de calidad, pues los temas, los DJ y las conferencias resultaron atractivos para un público especializado. Sin embargo, la inversión millonaria no se reflejó en la asistencia, que fue notablemente baja. Los escenarios estuvieron a la altura y los contenidos eran prometedores, pero el público chihuahuense simplemente no respondió, dejando en evidencia un error de cálculo sobre el interés real de la ciudadanía. Queda la duda de quiénes se beneficiaron realmente: ¿la empresa organizadora, los representantes de los artistas o conferencistas? La versión oficial, como sera como siempre, proclamará un “éxito rotundo”, pero las imágenes y videos de los eventos, con filas vacías, cuentan una historia distinta.
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Una lección clara, son los bailes populares con el Conjunto Milagro que sin los recursos públicos reúne más gente que los eventos que organizó el Instituto de Cultura del Municipio, co estrategia, investigación de mercado, planeaciones, trending, influencers y demás que uso para Creativo Norte
La justicia se vistió de gala, las reformas se aplauden con luces de colores, y los nuevos jueces y magistrados llegaron al escenario del Centro de Convenciones como si fueran estrellas de reality show. Eso sí, nadie sabe si esto es el inicio de una nueva era judicial o solo otro capítulo del mismo libreto mal escrito.
Porque, vamos, ¿Quién no ama un buen espectáculo? Ahí estaban, sonrientes, con la esperanza oficial de un “cambio histórico” que, por cierto, huele más a maquillaje que a revolución. Entre reflectores y discursos solemnes, uno casi esperaba que alguien gritara: “¡Y ahora… el sorteo de la justicia!”. Pero no, tranquilos, que eso ya estaba arreglado desde antes.
Mientras tanto, los del PRI decidieron hacer lo que mejor saben: no ser parte del juego… pero sin perder el show. Los diputados tricolores, muy dignos, se levantaron y abandonaron la sesión después de la toma de protesta, como diciendo: “Aquí no se reparte justicia… se reparten cuotas, y nosotros ya tenemos la nuestra”. Dinosaurios que se niegan a extinguirse: uno casi escucha rugidos entre los pasillos.
El coordinador de la bancada, Arturo Medina, adelantó que también abandonarían la sesión de arranque del nuevo período legislativo. Coherencia, le dicen. Aunque, claro, tampoco duele tanto “no estar” cuando ya tienes la Presidencia del Congreso. Porque, sí, el PRI podrá ser pequeño, pero sabe dónde colocar la silla que importa… si es que eso sirve de algo.
La pregunta es: ¿es esto un renacer, un movimiento maestro de negociadores políticos… o solo un ataque de nostalgia por los viejos tiempos? Porque, a estas alturas, la justicia en Chihuahua parece más una colección de figuritas de colección: se cambian, se exhiben y, de vez en cuando, se desempolvan para dar la impresión de que algo cambia.
Mientras tanto, los ciudadanos seguimos esperando ese milagro llamado “independencia judicial”. Pero, entre tanto reflector, discurso y maniobra partidista, todo apunta a que la justicia, una vez más, sigue estando en la bolsa de unos cuantos.
Porque si esto es un “nuevo comienzo”, alguien debería avisar que la película sigue teniendo los mismos protagonistas… y los mismos guionistas.
Agosto “cerró bonito”, dijeron, con solo 22 homicidios en Chihuahua capital. “Vamos por buen camino”, repitieron, como si 22 asesinatos en un mes fuera motivo de celebración y no de vergüenza nacional.
El comisario Julio Salas seguramente ya estaba practicando su sonrisa para salir ante los medios y presumir que las cosas “van mejorando”. Quizá hasta ensayó frente al espejo la frase estrella: “Estamos recuperando la paz”. Pero, claro, llegó septiembre con la sutileza de una granada y en apenas unas horas tres homicidios borraron de un plumazo la narrativa optimista.
Porque parece que alguien olvidó avisarle a los malandros que las autoridades ya habían cumplido la meta. Tres meses consecutivos cerrando con “solo” 25 asesinatos o menos, y los criminales, con su peculiar sentido del humor, respondieron: “¡Sorpresa! Esto no se acabó”. Una especie de afrenta directa: un recordatorio sangriento de que las estadísticas no salvan vidas.
Mientras tanto, las autoridades siguen empeñadas en jugar a “los números felices”. Como si la violencia obedeciera acuerdos de Excel. Como si la paz se decretara con boletines de prensa. Como si las calles dejaran de ser territorio de guerra solo porque alguien decidió que 22 homicidios “no son tantos”.
La realidad, sin embargo, es testaruda: el terror continúa. Y lo hace con la cadencia de un metrónomo que no entiende de discursos. Porque aquí los malandros no solo desafían al Estado… lo ridiculizan. Y mientras los ciudadanos contamos muertos, los funcionarios cuentan “logros”.
Quizá lo más honesto sería que, en la próxima conferencia, Julio Salas saliera a decir:
—“Buenas tardes, las cifras bajan… pero las balas no”.
Porque en Chihuahua la seguridad parece tener fecha de caducidad: tres meses de calma estadística y luego, de nuevo, el caos. Todo lo demás son narrativas diseñadas para dar la ilusión de control… hasta que el siguiente cuerpo aparece en la calle y nos recuerda que la realidad no sabe de metas cumplidas.
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