Cual fiel devoto de la muerte, el tlatoani parece coleccionar cráneos, asesinados por el crimen organizado y con ellos pavimentará el segundo piso de la cuarta transformación; lleva en su cuenta más de un millón de muertos, 186 mil de ellos, asesinados y más de 50 mil desaparecidos.
Sin duda el que concluye, será el sexenio de la santa muerte como diría Jenaro Villamil quien en su vocación de quedabien, lanzó la amenaza de callar o morir que parece ser el sello distintivo de la 4T donde a los disidentes se les castiga más allá de la Ley y se les condena sin pruebas, pero a los de casa y los amigos, se les cuida, premia, protege.
Por eso no es de sorprender que el propio ganso enterado de las desviaciones de sus colaboradores, incluyendo aquella que va a la corrupción y el robo, santifique a la muerte como un signo religioso y no de la delincuencia. Ya solo falta que en Palacio Nacional alce un altar en honor a Jesús Malverde, venerado por los narcotraficantes y cuyo templo se ubica en Culiacán, Sinaloa.
Pero además de que los muertos no votan, en el sexenio de la chachalaca tabasqueña, se usan como en el Tzompantli, para honrar a los “dioses” del crimen exentos de toda persecución y muy pronto merecedores del perdón presidencial, que ya no sólo concentra los apoyos y dádivas gubernamentales a toda la sociedad sino pretende ejercer un poder judicial paralelo y convertirse en el perdonavidas de todos sus lacayos y cómplices. Todo está ligado, no hay coincidencias, hasta las “hechicerías” a las que era aficionado Francisco I. Madero son parte de la profusión del culto al profeta.
Tal vez por eso las reuniones que sobre seguridad se dan a diario en Palacio Nacional, sólo sirven para revelar la necrología que se ha vuelto cotidiana, donde ya no llama la atención el asesinato de 600 personas en una sola semana, es decir un culto real a la muerte. A la fecha según el propio sistema de Seguridad Pública, donde con todo y que los datos están rasurados, tenemos entre los días 26 y 28 de este mes 257 asesinados. Tan solo el domingo se registraron 107 homicidios dolosos.
Eso más el incremento en el cobro de piso y otras extorsiones dan cuenta de la violencia criminal que vivimos los mexicanos, esa que no ven en el gobierno del caudillo macuspanense. La muerte ronda lo mismo en la calle que en casa, en fiestas o el automóvil. El crimen no se detiene y volvió a asesinar a dos aspirantes a cargos públicos con lo que a suman 21 en esta “temporada” que parece de cacería para la delincuencia organizada que de esa forma siembra el terror y elimina la competencia en favor de sus propios candidatos.
Se da especialmente en la costa del Pacífico cuyos gobiernos y congresos estatales están en manos de Morena, Desde Baja California hasta Oaxaca, Chiapas y Tabasco, pero señaladamente en Sonora donde los retenes criminales son permanentes lo mismo que en Sinaloa y Colima. La verdad es que cuando la corcholata habla de “logros” se refiere básicamente a obras inconclusas, con una gran carga de corrupción y que financieramente no son viables más allá de que para ellas se distrajeron dineros para atender la salud de los mexicanos.
Pero se olvida de los asesinados, de las víctimas de los delincuentes y para eso sólo hay una explicación: “con ello no se meten” las razones pueden ser muchas, pero la inacción de un gobierno que hoy cuenta además con 125 mil elementos armados más que en otras administraciones, resulta criminal. Para muchos, esa es una complicidad pactada a cambio de respaldo financiero, logístico y de presión.
Por eso hay quien afirma que la delincuencia organizada principalmente del cártel de Sinaloa se convirtió en el brazo armado de la 4T. Nadie lo niega, ni desde el atril de Palacio Nacional, por el contrario, existen “evidencias” como dice Anabel Hernández, que lo confirman como las visitas reiteradas a zona narco, los abrazos, los saludos y el llamado al respeto a quienes afirma, también son personas y tienen derechos humanos.
Cual sea la verdad, el Tzompantli de la 4T se nutre todos los días con el terror y muerte de miles de mexicanos a quienes se prometió que, llegando a la presidencia, el ganso acabaría con la violencia criminal. NO es así ni siquiera hay un pronunciamiento de la corcholata presidencial que al menos se escuche como promesa de esas que sólo salen en tiempos de campaña y que al final, quedaron cual vil demagogia en el baúl de las mentiras. Por eso y más no votaré por la 4T.