PAUSA.MXCRIMEA, RUSSIA - OCTOBER 18, 2021: Servicemen take part in an exercise in amphibious landing on an unimproved shore held by army corps and naval infantry units of the Russian Black Sea Fleet at the Opuk range. Over 8,000 servicemen and about 350 items of military hardware and weaponry are taking part in the drill. Sergei Malgavko/TASS (Photo by Sergei MalgavkoTASS via Getty Images)

Expertos advierten que Rusia ya opera en lo que llaman la “fase cero” de un conflicto expandido contra Occidente, utilizando nuevas tácticas que mezclan ciberataques, incursiones de drones, fuerzas irregulares sin insignias y operaciones psicológicas.

Estas acciones recientes han sido observadas en fronteras del Báltico, donde se han detectado movimientos encubiertos de tropas y aviones no identificados ingresando espacio aéreo de países de la OTAN. El propósito aparente es probar la respuesta occidental y explotar debilidades estratégicas.

Ucrania, por su parte, ha realizado ataques de largo alcance contra infraestructuras energéticas rusas. Estos movimientos buscar debilitar el bastión energético ruso y generar presión interna. Estados Unidos ha manifestado respaldo y coordinación con Kiev en estos operativos.

La intensificación de la guerra híbrida eleva los riesgos de escalamiento directo. Países europeos ya han denuncias hechos de espionaje, sabotaje en instalaciones críticas y vuelos no autorizados. Se teme que un error pueda desencadenar un enfrentamiento abierto.

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En Moscú, el presidente Putin ha restado peso a los tratados de control de armas y ha señalado que Rusia debe innovar en su arsenal, adelantando que nuevas armas ya están en desarrollo sin contemplar las viejas restricciones.

En respuesta, la OTAN ha reforzado sus defensas en Europa del Este, desplegando unidades adicionales, aumentando patrullajes y mejorando sus sistemas anti-drones y antimisiles. Los países bálticos demandan mayor compromiso.

Analistas advierten que estamos ante una guerra de sombras más que de cañones: inteligencia, desinformación y ataques cibernéticos serán escenario principal. La estrategia rusa busca expandir influencia sin declarar guerra formal.

Otros actores, como China e Irán, vigilan con atención. La escalada no será sólo bilateral; la alteración del equilibrio global es una consecuencia posible. Las alianzas tradicionales pueden verse puestas a prueba.

El desafío para Occidente es diseñar respuestas proporcionadas que no provoquen escalamiento, pero que disuadan nuevas agresiones. La coordinación entre inteligencia, defensa y diplomacia será clave.

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Por AL PE

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