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En la antesala de la reforma electoral, el observador ciudadano común debe estar ¡alerta! Pues su fuerza augura, marcará las próximas décadas. A los actores públicos que verterán su voto en nuestro nombre, auditarlos y exigir corresponsabilidad, focalizados a donde vamos.

Por ello expresé ayer la trascendencia del Código Federal Electoral (CFE), que cambió radicalmente los alcances constitucionales de nuestros procesos federales electorales (PFE* -según la gramática terminológica académicamente aceptada de la época por la técnica jurídica).

Dicho ordenamiento dio luz instituciones comiciales que garantizan todavía la convivencia democrática que sostiene nuestra pax política mexicana ¡Ojo! No lo pongamos en riesgo:

Rango constitucional, financiamiento público y rendición de cuentas, tiempos de radio y televisión, a los PP. Sistema de Representación Proporcional ¡matemáticamente inmejorable! Tipificación de delitos y penas electorales ¡Tribunal Electoral! Asamblea Legislativa del DF y muchos otros derechos, controles y obligaciones para una contienda equitativa, de lo que la alternancia republicana da cuenta efectiva y abundante.

CFE sin el que hubiera sido imposible que la elección del 88, alcanzara las dimensiones públicas legales y probatorias a favor de Cárdenas y del cambio de Régimen -que lesionaron fatalmente y para siempre al Sistema Político Mexicano (SPM)-, que legitimó de paso, el lento y seguro trayecto de la “Izquierda Urbana” emergente, al Poder.

El CFE fue el marco legal del PFE (idem), 1987-1988, que en virtud de “la caída del sistema”, la oposición posicionó un “conveniente” desprestigio a todo lo relacionado con Bartlett, el PRI y el Viejo Sistema, que nos ha privado de un juicio objetivo y benéfico para la edificación democrática de la nación, en el largo aliento y no desmantelar lo existente, útil y consensuado, por prejuicios de un régimen que ya no existe, es un principio lógico que debemos defender.
Dos preámbulos totales de las CONDICIONES IMPERANTES PARA ESTA REFORMA DE GRAN CALADO, como la 4T pretende. En este punto es imperativo preguntarnos ¿QUÉ HACE POSIBLE UNA REFORMA ASÍ? Hay más de una respuesta.

En el antiguo régimen, con Miguel de la Madrid (1982-88), por última vez el PRI vivió la epítome del Poder Presidencial, que permitió al presidente designar a su sucesor, superando varias pruebas letales: la descalificación del gobierno federal, en el terremoto de 1985, que fue rebasado por la sociedad civil defeña que tomó las calles, dinámica y autogestora; Los movimientos universitarios de 1986-87, en contra de las medidas auto golpistas de Carpizo, nutrientes del mejor ambiente para la fractura de la “Corriente Democratizadora” de Cuauhtémoc y Porfirio en el PRI; E incluso, la adversa elección del 6 de julio. A pesar de todo ello, POR ÚLTIMA VEZ, EL PRESIDENTE HIZO PRESIDENTE A SU SUCESOR.

Gracias a la sólida estructura del Sistema y a la confianza presidencial en su secretario de Gobernación, Bartlett -que hoy recuerda Adán-, operador excepcional, con equipo a toda prueba institucional (“Además Manuel: yo no voy a entregar la obra de mi abuelo ¡Y menos a un Cárdenas!” -Fernando Elías Calles, dixit) pues la reforma que concluyó en el CFE, para su aplicación, enfrentó el obstruccionismo de poderosas inercias y resistencias, tentaciones y amenazas en todo el territorio nacional.

Cacicazgos y poderes regionales, negados a la civilidad del desarrollo político; Salinas no tuvo una secretaría de Gobernación que controlara. No fue capaz de sacar adelante a su sucesor y el SPM expiró: Con MMH, por última vez, el Poder pudo hacer una reforma de revolucionaria de gran calado.
¿Cómo es posible, entonces, que hoy haya una reforma igualmente trascendente? ¿Hoy, con un “sistema novel”, con dos secretarios de Gobernación ya, un partido en el Poder, que bien a bien no se armoniza, con frentes -cuestionantes y/u obstruccionistas- abiertos en todas las latitudes y sectores del país y del extranjero y sin operadores capaces de institucionalizar su Movimiento -bueno, ni el padrón de militantes, que no alcanza ni una octava parte de los 30 millones que eligieron al presidente?

Su explicación es la primera comprensión que ambicionamos. Y antes de la respuesta, debemos aclarar la pregunta, a la sociedad civil y sobremanera, los representantes populares que votarán la reforma y que parecen abstraídos en la miopía de los intereses económicos particulares. Y no es una reforma de mero trámite.

La deliberación parlamentaria, no debe limite a intereses gregarios: DEBEMOS SER CONCIENTES QUE DICHO ACUERDO LEGISLATIVO ¡REGIRÁ NUESTRAS PASADAS Y PRÓXIMAS DÉCADAS! Que no tiren al váter consensos logrados los anteriores 40 años, que la mira alcance los anhelos manifiestos de la “nación mexicana” y reivindicación Patria.

Hace unas horas, el secretario de Gobernación afirmó que tiene ya los votos para sacar adelante las reformas presidenciales electoral y energética, antes negadas. Sin restarle mérito alguno “al primer hombre”, se antoja surrealista. No obstante, la hará, según veo, sin oposición alguna.

El texto constitucional que será aprobado, puede “reconstitucionalizar” incluso, la relección presidencial porfirista, y cuando menos, la “transexeniación” de la 4T, con el establecimiento de un nuevo “Maximato”.

Aunque con ello, los “seudo neo cardenistas” del Tata, en una pretendida justicia histórica, a sí mismos, otórguense los herederos del cardenismo, la designación de sucesores, “para garantizar y consolidar” lo que el Tata no tuvo: su propio Maximato, aunque con ello den la razón a Calles ¿En verdad, son “callistas”?
Ignoran y no reconocen que el Tata ¡Claro que pudo haber impuesto a Múgica! iSi lo sacrificó, fue para dar permanencia a los bienes más caros de la Revolución Mexicana, INTEGRANDO A LA REACCIÓN. Aunque ello implicó entregar la Presidencia al Opus Dei ¿Por qué? ¿Por cobardía? ¿Por traición? ¿POR ESTADISTA Y PATRIOTA?

Lo cierto es que el restablecimiento del Maximato, pretendido acto de justicia histórica, da la razón a Calles ¿Eso somos? ¿Eso queremos y conviene?
No es lo imperante. Ese visible escenario de reelección y/o transexeniación lopezobredorista, es bueno o no, según quiénes somos, cuál es la verdadera materia de la que estamos hechos los mexicanos y qué país queremos.

¿Acaso Manuel Bartlett era el indicado y no Salinas, como el sábado 4 de octubre del 87, pensé? ¿Qué el 5 de octubre del 81, Fernando Solana hubiera sido el candidato, no MMH? ¿O si el 22 de septiembre de 1975, no hubiera sido destapado D. Pepe por D. Fidel -que “madrugó” a LEA- y hubiera ungido a Mario Moya, el 23, como Los Pinos acordó?

¿O aún más, que Díaz Ordaz hubiera seguido las reglas del Sistema y postulado a Corona del Rosal y no a Luis Echeverría -burócrata no político ni priista?
Que la Reforma AMLO nos remonta a las instituciones electorales de 1963, es evidente. Así mismo que, justo con Don Gustavo, antes del 68 y antes del todo que nos hizo y hace, el México de hoy, SE INCUMPLIÓ CON LAS FACULTADES METACONSTITUCIONALES ¡OBLIGATORIAS! DEL SPM, en sentido fatalista.

Acaso el presidente, está de acuerdo conmigo en que todos esos destapes fueron TRAICIONES a la Revolución Mexicana y quiera de un plumazo, corregir el rumbo, sacrificando todo lo transitado y construido -sin considerar que errores o traiciones, también son parte de la Patria e ignorarlas, nos condenará a repetirlas.

La reflexión ulterior que sugiero, previa al debate, es la siguiente: ¿Todo el proceso de reformas que hemos atendido desde 1985, CFE y el COFIPE, construyendo un marco legal garante de piso parejo y equidad electoral en la contienda, todo ese engranaje para tutelar los derechos ciudadanos, alcanzar una certera representación proporcional, a la vez, protección a los PP minoritarios, límites a los grandes Y CERTEZA DE LOS RESULTADOS, 39 años después ¡estemos en un escenario sin oposición!

¿Qué pese al andamiaje que reconoció, protegió y nutrió a la incipiente oposición, es innecesario? ¿La oposición es una invención para legitimar al mayoritario en el Poder? ¡Vaya! Que la oposición en México ¡es inexistente!

¿Acaso todo este largo y cruento proceso de reformas iniciado con la Reforma del Estado en 1985, ha sido sólo para demostrarnos que el Antiguo Régimen Priista tenía razón? ¿Qué somos un cuerpo electoral monolítico y que Andrés Manuel acierta al reformar-derogar las instituciones electorales de la Transición, para volvernos al marco legal de 1963? ¿Qué toda esta vuelta de 40 a 60 años, fue para quedar como estábamos? ¿De verdad?

Hoy, todas las expresiones políticas, mayoría y minorías, están representadas en el Congreso de la Unión ¿Será posible que después de años de lucha, todo el siglo pasado para alcanzarlo, que todas ellas entierren el pasado cuando fueron atomizadas, perseguidas y silenciadas, claudiquen y entreguen su voto y nuestra representación para derogarlas, negándose a sí mismas?

¡Será posible se unan monolíticamente para auto inmolarse, bajo el común denominador de la reinante tiranía mayoritaria, impuesta, excluyente, soberbia, irreflexiva, apática y sin comprensión histórica ¿De verdad: un lumpen maximato?

¿La síntesis dialéctica que ofrece este momento, aún tenemos únicamente como opciones callismo y cardenismo? ¿Nada que concilie beneficios de ambos? ¿Los intereses particulares sobre los idearios nacionales, muertos? ¿Tan principios del s. XX?

Por AL PE

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