Digamos que a Shenzhen, en China, o a Dubai, en los Emiratos Árabes, allá podrían ir. Crece para ciertos mexicanos —como para otros extranjeros talentosos— la posibilidad de vivir legalmente fuera de su país, aunque francamente lejos. Del otro lado del mundo.
El mundo parece inclinarse en otra dirección, producto de una combinación: el peso de la cultura occidental que rechaza y se diluye, mientras que Asia emerge y atrae.
En la Casa Blanca adoptan una posición que no conviene a los habitantes de este continente, pues amenaza el crecimiento económico de largo plazo.
La presidencia de Donald Trump acelera su intención de reducir el acceso a la inteligencia de personas que no nacieron en su país, al tiempo que su competencia oriental aprovecha la oportunidad.
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Su equipo argumenta que prefiere que sus empresas se enfoquen en entrenar a los nacionales, con el alto riesgo de no conseguirlo. Pasa por alto un hecho. Sin una constante inmigración, hoy tal vez no tendría compañías poderosas.
Nvidia, Apple, Google, Tesla… tienen entre sus fundadores a quienes llegaron de afuera o son hijos de alguien que no nació en Estados Unidos. El director de Microsoft, Satya Nadella, es de origen indio. Por eso es difícil de comprender la jugada.
¿Se enteraron? Estados Unidos avisó que el mes entrante subirá a 100 mil dólares el precio de sus visas H1B para trabajadores talentosos, desde un nivel de unos cuantos cientos de dólares, que cuesta todavía hoy.
Muchos de los recién llegados, aún con trabajo, no ganan ese dinero en un año.
¿Qué hace China paralelamente? Esta semana es difundido un mensaje en sentido contrario, basado en una decisión tomada en agosto:
Vengan, aquí los queremos. Su visa K para trabajadores con mayores habilidades que empezará a operar precisamente el 1 de octubre, es motivo de atención en redes sociales.
Aún no son públicos todos los detalles, pero entre las cualidades de esta nueva licencia destaca que para quien pueda comprobar habilidades tecnológicas, no habrá necesidad de contar con una empresa patrocinadora en ese país. Es decir, las primeras señales indican que podrían llegar allá sin un puesto laboral confirmado.
A China (como al resto de los países) le urge gente adaptable que entienda y contribuya con los negocios en una economía que cambia y acelera cada semana. Gente brillante.
No solo ahí huelen la oportunidad de “pescar” cerebros.
Cerca, los Emiratos Árabes Unidos, que atienden principalmente el mercado oriental y europeo y prometieron convertirse en la “mejor nación” hacia el año 2071, revolucionan su economía nacida realmente en los sesenta, a partir del descubrimiento de yacimientos de hidrocarburos.
Cuenta con una secretaría de Inteligencia Artificial, a cargo de Omar Sultan Al Olama, nombrado en 2017 como el primer ministro de IA del mundo, quien actualmente también lidera la actividad de la economía digital y el trabajo remoto en el país.
Lo conocí durante una reunión en Dubai durante la cual le preguntaron: ¿si los estadounidenses inventan, los chinos copian y los europeos regulan, ustedes qué hacen? “Nosotros aplicamos”, respondió el también promotor de un sistema que otorga permiso de estancia legal en el país a trabajadores “remotos” que, entre otros requisitos, comprueben ingresos mensuales mínimos de unos 3 mil dólares.
Ayer, The New York Times publicó un reportaje que detalla el esfuerzo de esa nación por equiparse rápidamente con alta tecnología de semiconductores para un gran proyecto de centros de datos, lo que dio lugar a sospechas de un acuerdo extraoficial con el presidente Trump.
Presencié en ese país la creación de aplicaciones móviles que certifican y dan seguimiento al entrenamiento individual en habilidades técnicas y blandas (soft skills) que provee el gobierno a sus pobladores cuyo avance es registrado y comparado con el de sus pares.
Aquí publiqué que en el contexto actual, su cercanía con Estados Unidos permite a México aspirar a un mayor arribo de extranjeros que laboren desde este país en proyectos de actualización para empresas estadounidenses.
Existe una verdadera oportunidad para que ese conocimiento permee en la sociedad, si el gobierno interviene de manera eficiente, facilitando visas y acercando a los que llegan con los mexicanos.
La consigna no es decidir si queremos talento o no; las naciones más prósperas están en una competencia feroz por adquirir el mayor volumen de éste. La tarea es definir cuánto.
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