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No son ganas de dar lata, pero es penoso que los discursos de mentira del ganso se lleven al extranjero como si no supieran lo que ocurre en México especialmente en materia de seguridad, producción agrícola y ecología pero que además nos exhiban como alejados de la realidad del mundo que está en una de sus peores crisis.

Las voces de salen de nuestro país a través de organizaciones no gubernamentales y los medios de información, llegan a todos los rincones del planeta y saben a veces más que los propios mexicanos acerca de la realidad que nos comprime.

Allá, donde se respetan las reglas y se cuida la naturaleza, saben que en los primeros tramos del tren Maya se destruyeron “oficialmente” siete millones de árboles, de 2019 a 2023, aunque los ecologistas dicen que en total hasta la fecha, son más de 20 millones sin contar los efectos en cenotes, áreas arqueológicas y los ecosistemas, algunos de los cuales están condenados a morir no sólo a causa del rompimiento de los mismos por las vías sino también por las instalaciones turisteras levantadas, administradas y explotadas por los militares.

Y el dichoso tren no está concluido, la muestra está en que para 2025, se le asignaron otros 40 mil millones de pesos dizque para concluir instalaciones que seguramente tienen que ver con los “parques turísticos” de la Sedena que con los aeropuertos en sus manos, tiene la “industria vertical” turística de toda la península sin que nadie pueda hacerle competencia.

Para eso fue necesario afectar cerca de 11 mil hectáreas en el sureste, con lo cual se dejan de reciclar 470 mil toneladas de carbono según el Centro de Investigación Científica de Yucatán, ya que de esa superficie cerca de siete mil hectáreas corresponden a selvas, especialmente en el tramo cinco de Cancún a Tulum donde más carbono e liberó en tanto que en el Bacalar a Escárcega, el daño fue mayor pues afectó no sólo ecosistemas sino también la reserva de la biósfera de Calakmul.

Claro que el proyecto que afecta a cinco entidades a lo largo de sus mil 500 kilómetros, no es de este sexenio, pero continúa, la muestra son los 40 mil millones asignados en el presupuesto para que los administre la Sedena donde se incluye administración, mantenimiento y conclusión de instalaciones.

O sea que el despojo continúa a ejidatarios, comuneros y pueblos autóctonos y más ahora que por “interés nacional” los amparos son letra muerta. Pero los daños están a la vista e incluso reconocidos en su momento por un ganso que dijo que no se talaría ni un solo árbol.

Cabe mencionar que de Cancún a Tulum se registra el mayor grado de deforestación con tres millones 506 mil árboles talados seguido por el tramo Tulum-Chetumal con dos millones 670 mil ejemplares. Por cierto nadie da cuenta de dónde quedaron todos los especímenes maderables cortados pero seguro “alguien” se aprovechó de ellos.

También saben los países del G20 que en México se siembra violencia mediante una política que de abrazos y no balazos que se defiende en la retórica aunque se empiecen a apretar tuercas a determinados grupos criminales para dar la falsa idea de que se combate a los delincuente sin hacerles la guerra, pero que no deja vivos, repitiéndose las masacres del sexenio pasado.

Por lo demás, las importaciones de granos básicos aumentaron durante la pasada administración, así como la deforestación de zonas de pastizales y arbóreas que sirvieron para cobrar las regalías de “sembrando vida”, pero en términos productivos el programa resulta un fracaso.

Tan sólo en maíz durante 2023 se importaron casi 20 millones de toneladas superando las de 2022, mi3entras que para 2024 la cifra se elevó a 22 millones de toneladas, con lo cual queda evidenciado el fracaso de sembrando vida porque además, la mayor parte de las especies sembradas, se perdieron.

Es decir que hoy dependemos más del exterior para comer tortillas en tanto que el famoso panel sobre la no importación de maíz transgénico, se perdió al no poder demostrar México el supuesto daño por su ingesta, especialmente en el ganado.

En cuanto a la violencia, resulta contradictorio que la jefa de estado de un país donde en un sexenio se registraron 200 mil asesinatos y más de 100 mil desapariciones forzadas hable de sembrar vida, árboles en vez de armas.

De plano se hizo el ridículo con aquello de aportar 24 mil millones de dólares para reforestar al planeta mientras nos enfrentamos a un gran riesgo de guerra

¿Dónde está parada la presidenta?

Por AL PE

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