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En un rifirrafe que expone las grietas en el debate presupuestal, el vicecoordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Alfonso Ramírez Cuéllar, salió al quite con vehemencia para negar categóricamente que haya propuesto el regreso del cobro de tenencia vehicular a nivel nacional, desmintiendo las acusaciones lanzadas por el diputado priista Mario Zamora Gastélum, quien lo señaló como el cerebro detrás de una idea que, según el opositor, revelaría la «falta de creatividad» y la «desesperación» del gobierno federal por tapar huecos en las arcas públicas.
La controversia estalló cuando Zamora, en una conferencia de prensa cargada de dardos, atribuyó a Ramírez Cuéllar la «formidable idea» de revivir un impuesto eliminado en estados como Sinaloa hace casi una década, advirtiendo que sería un golpe letal a las familias mexicanas en tiempos de inflación galopante y costos de vida disparados, y urgiendo al gobernador Rubén Rocha a no ceder ante tales presiones. Sin embargo, el morenista contraatacó aclarando que su intervención en un foro de finanzas públicas del 10 de noviembre se limitó a discutir mecanismos para fortalecer las recaudaciones locales —como la homologación municipal y estatal de la tenencia donde ya aplica en 15 entidades—, pero nunca a federalizarla, un matiz que, para él, demuestra cómo la oposición distorsiona hechos para avivar el fuego político en plena discusión del Paquete Económico.
Este embate no es aislado en la trayectoria de Ramírez Cuéllar, un veterano legislador que ya generó revuelo en 2019 al sugerir una «federalización» de la tenencia para mitigar daños ambientales y financiar obras, propuesta que fue rápidamente desechada por el propio Andrés Manuel López Obrador; hoy, el diputado insiste en que su enfoque siempre ha sido la autonomía subnacional, con potenciales ingresos de hasta 76 mil millones de pesos anuales destinados a transporte sustentable, mantenimiento vial y seguridad, sin pisar competencias federales. Mientras el PRI clama «no a la tenencia» como un retroceso injusto, el incidente ilustra la tensión en el Salón Verde, donde cada palabra se convierte en munición y las finanzas locales se erigen como campo de batalla para el control presupuestal.
La réplica de Ramírez Cuéllar no solo defiende su integridad, sino que cuestiona la seriedad de Zamora al revivir un impuesto que, en su origen, se justificó con olimpiadas inexistentes, pintando un panorama de un gobierno «desesperado» por recursos que, en realidad, busca diversificar sin cargar más a los contribuyentes. Con el debate fiscal en su punto álgido, este pulso entre Morena y el PRI podría escalar, recordándonos que en México, donde la tenencia evoca fantasmas de recargos olvidados, las propuestas fiscales no solo miden bolsillos, sino lealtades políticas en un Congreso donde el agua y el fuego de las acusaciones amenazan con ahogar cualquier consenso genuino.







