PABLO HIRIART PAUSA.MX

No escuchan. No atienden a quienes pueden hacer observaciones críticas. No saben dar las gracias.

Sus mandarines tampoco tienen formación de diálogo para construir acuerdos. Para negociar hay que ceder, y ese arte les resulta desconocido.

Voy derecho y no me quito. A romperle la crisma al que la contradiga, es la escuela en que estudiaron.

Creen que lo saben todo.

 

Igual que su jefe, pero sin el arrastre ni los kilómetros recorridos por él en terracería.

Sienten que ya ganaron otra vez la Presidencia. Y lo que es más llamativo, creen que el hábito hace al monje.

Chiapas, un vergel de votos para Morena, lo va a perder ese partido, o mermará su caudal para compartirlo con la oposición.

En la “encuesta” van a bajar al líder morenista en el Senado, Eduardo Ramírez Aguilar, que es el candidato natural al gobierno chiapaneco.

Dicen que es por “cuestión de género”.

 

Eso le va a costar la división al morenismo en Chiapas.

Movimiento Ciudadano ya tiende la alfombra para recibir a Ramírez Aguilar en sus filas y hacerlo su candidato.

Quedará fuera porque el INE resolverá que los partidos deben postular cinco mujeres como candidatas a gobiernos estatales.

Ese es el argumento, pero no va por ahí.

Si fuera por cuestión de género, habrían frenado al gobernador morelense, Cuauhtémoc Blanco, quien vetó a la senadora Lucy Meza.

Esa es la izquierda: el Cuau puede vetar a una mujer que tiene todos los merecimientos para ser la candidata.

Ni en la encuesta de Morena en el estado de Morelos la incluyeron.

¿Por qué la vetó el Cuau? Porque en reuniones privadas, y en algunas públicas, ha expresado críticas al gobernador.

Los morenistas deben ir entendiendo que el estilo es y seguirá siendo el mismo: no se aceptan críticas.

De ganar nuevamente la Presidencia, lo que habrá es una prolongación de la forma de gobernar del jefe fundador.

La soberbia con que se conducen en Morena es maná en el desierto de la oposición.

No han ganado, pero creen que sí y que ya tienen la mayoría en el Congreso.

Los senadores Eduardo Ramírez y Lucy Meza, ¿se van a quedar de brazos cruzados? ¿O van a aplaudir a quien pongan en lugar de ellos?

Igual sucede en Puebla. El senador poblano Alejandro Armenta es, de lejos, el morenista mejor posicionado en las encuestas. Y se la van a quitar.

Sí, Alejandro Armenta, el que homenajeó a Lord Molécula es el número uno en las intenciones de voto. Eso es Morena. Allá ellos.

La Ciudad de México, ni se diga. Aquí no sólo pasan por encima de la “cuota de género”, sino que atropellan a la izquierda social.

Tenga una senaduría Clara Brugada. O gobierne otra vez Iztapalapa. ¿No quiere? Váyase a donde quiera porque dice la doctora que el candidato es García Harfuch.

“Este gobierno no es de izquierda”, dijo Cuauhtémoc Cárdenas la semana pasada en una comida con académicos y comunicadores.

¿Qué pensará Pablo Gómez, entre otros, de la candidatura del jefe de la Policía a jefe de Gobierno?

Es poco probable que haya desbandada general en Morena por el maltrato que reciben los aspirantes a gubernaturas. Eso no va a ocurrir de manera generalizada en el país.

Lo que veremos será actitud de “brazos caídos” de parte de los excluidos.

Que gane sola la doctora. Únicamente con la operación del gobierno federal. ¿A ver?

Buenas noticias para la oposición.

Quienes toman las decisiones en Morena no entienden cómo funcionan los partidos.

Están formados en el asambleísmo universitario y de ahí brincaron al equipo de AMLO, donde no se consensa: se impone.

¿Recuerdan la sorpresa en la Ciudad de México al día siguiente de la elección de 2021?

Más o menos por ahí van las cosas.

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