Dentro del partido Morena se está dando una reconfiguración importante que implica tanto cambios de liderazgo como presión para renovar perfiles.
El reconocido documentalista y militante Epigmenio Ibarra declaró que “quien se quiebre, se va”, subrayando que el partido debe mantener coherencia con sus principios de honestidad, austeridad y transparencia.
Ibarra añadió que Morena debe cuidarse de infiltraciones de corrientes opuestas o de intereses poco claros que puedan debilitar la organización.
Señaló que la militancia y la ciudadanía tienen un papel clave como sistema inmunológico del partido frente a malos actores internos.
La apertura del partido ha permitido mayor diversidad, pero también trajo el riesgo de que perfiles cuestionados ingresaran y dañaran la credibilidad de Morena.
Este movimiento coincide con el primer año de mandato de Claudia Sheinbaum como presidenta, quien ha intentado dar la impresión de autonomía y renovación frente al legado del anterior gobierno.
Los analistas consideran que estos cambios pueden fortalecer al partido si se traducen en acciones concretas, pero advierten que si solo quedan en discursos, podrían generar fragmentación, desilusión de la base y pérdida de apoyo social.
La estrategia apunta también a prevenir que figuras polémicas, corruptas o vinculadas al crimen organizado obtengan posiciones de poder dentro del partido.
Ciudadanos consultados expresan escepticismo: algunos creen que los cambios son superficiales, mientras otros opinan que pueden dar esperanza a una política menos marcada por el clientelismo.
El reto mayor para Morena, según expertos, será demostrar que esta renovación se refleja en mejores políticas públicas, mayor transparencia y menos corrupción.







