Aceptemos, sin conceder, que este sábado reciente fueron 500 mil los asistentes al Zócalo, tal y como contaron las autoridades capitalinas.
Digámosles que sí. Que con todo y que casi una cuarta parte de la plancha de la Plaza de la Constitución estuvo ocupada por el enorme templete y por las sillas reservadas para los fifís de la 4T, sí hubo medio millón de aplaudidores que además gritaban vivas-vivas al caudillo.
Pero la verdad es otra.
Las imágenes contienen otros datos.
No es que se quiera hacer leña del árbol caído, pero es imprescindible mencionar que dentro de la larga lista de errores cometidos por la 4T, el oso del sábado 18 de marzo en el corazón del centro histórico de la Ciudad de México es de tal tamaño que jamás se olvidará. Si ha fallado en todo, ese ridículo por sí mismo acabó con el cuadro.
El telón ha bajado: de los treinta millones de votos en el escenario de lo chusco, sólo quedó un puñito de chairos y acarreados de los suburbios y de todo el territorio nacional. ¿500 mil?
¡No me hagan reír! ¿Quién apuesta a favor de un régimen que persiste en el ridículo?
Por si alguien no lo quería creer, esta vez se la volaron. Alcanzaron el récord de la incompetencia y del conflicto previsible. No existe el estómago suficiente para tragarse esa barrabasada que estará indudablemente en el anaquel de las farsas más grandes que se puedan recordar del paso de los chairos por esta vida. Es francamente insuperable, y eso no es poco para lo que representa en la historia sexenal.
Los operadores de la plebe se quedaron solos
Y es que, para un gobiernito que presume ser el mayor movilizador del continente, para dirigentes que se han jactado de que llenar el Zócalo era más sencillo que robarle el dulce a un niño, lo que pasó el sábado 18 de marzo no tiene nombre, ni medida posible. Es el colmo de la estulticia. La Diana de la insuficiencia.
Cinco mil, 10 mil. Tal vez sólo 50 mil apoyadores, acarreados de todas las regiones del país, pagados ubérrimamente con nuestros impuestos, tuvieron la osadía de ir a gritar por las principales calles del país su adhesión incondicional al régimen. Si esto no es la prueba de que el caudillo, el régimen, el gobierno y los operadores de la plebe se quedaron solos, no es absolutamente nada.
La botarga de la presidente de la SCJN, Norma Piña, incendiada por la chusma manipulada es la principal prueba de que nadie sabe hasta dónde hemos llegado. Un grupito de fanáticos, con la vergüenza hecha trizas, nunca tendrá el cuajo de sostener ante ningún tribunal de la conciencia ningún objetivo, ninguna idea de lo que están haciendo con este país.
Tuvieron los fanáticos de la Cuarta Depresión casi un mes para preparar la respuesta multitudinaria, la marcha del millón, a la manifestación de los clasemedieros que se plantaron ante el edificio de la SCJN para exigir a los ministros que el llamado Plan B electoral se ajuste a la Constitución. Convocaron al inefable Sindicato Mexicano de Electricistas, en extinción pero bien retribuido con las noventa concesiones termoeléctricas del Valle de México; a los tranviarios sometidos por Claudia Sheinbaum…
… a los cinturones de pobreza de Chalco, a los paniaguados de los programas sociales, ésos que según ellos suman treinta millones, a las bases irreverentes de Morena, a los grandes tlatoanis de lo obtuso, a los favorecidos por las concesiones urbanas y nacionales, a todos. Y entre todos, sólo pudieron juntar un puñado de vociferantes. El colmo. Había más policías que manifestantes.
La soberbia del caudillo bajo ataque
Y es que lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible, decía el torero de Las Ventas cuando la multitud le pedía arrimarse más al toro. El músculo de la Cuarta Transformación es ya un mito insepulto. Nunca nadie en la plaza había fracasado tanto, nunca había caído tan bajo. Fue el oso que marcará para siempre la soberbia del caudillo. Una huella que no podrá borrarse ni con toda el agua de los océanos.
Los analistas coinciden: es el último mecate que tenían que jalar para darnos cuenta del aquelarre, la anunciada tragedia que iban a provocar los aprendices de brujo. Llegamos al lugar sin límites y a padecer un capitán dislocado que cree que el barco no ha naufragado. ¡Sálvese quien pueda! Esta fue la estocada definitiva. No puede defenderse ni en una mañanera.
Fue la descripción en términos reales de lo que está pasando en México. El simple desenmascaramiento de la terca realidad que nos ha llevado a los abismos, por parte de los empecinados en que sólo sus chicharrones truenan, aunque nunca hayan tronado. Todo naufraga: la economía, la salud, la seguridad nacional y la sociedad en su conjunto.
Derrotada por manifestantes de la clase media, con sus propios recursos y sin necesidad de acarreo, la Cuarta Decepción ha tropezado con su propia piedra, ha recibido la medicina amarga de su propia receta. Debe prepararse a sufrir a una población francamente encabronada contra los que se dijeron salvadores de la patria.
¿No cree usted?
Indicios
Construida en una zona de manglares, la refinería Dos Bocas volvió a inundarse debido a las lluvias que se precipitaron sobre prácticamente todas las costas del Golfo de México en los últimos días. Se les advirtió con toda oportunidad. Se les dijo que el agua tiene memoria y siempre regresa al lugar que acostumbra. Pero nada. El empecinamiento, la proverbial necedad de Andrés Manuel López Obrador, la avaricia de Rocío Nahle y, entre otras, la ignorancia de Octavio Romero hicieron chuza y las instalaciones –que ya nos cuestan más del doble de lo originalmente proyectado– son ahora un carísimo parque acuático y lo seguirán siendo cada que Tlaloc también desate su furia. * * * Más que significativa la renuncia al equipo de AMLO de Lázaro Cárdenas Batel. Justo en las vísperas del festejo que se auto organizó el ocupante de Palacio Nacional usando de pretexto a su abuelo. Su padre, Cuauhtémoc Cárdenas, no fue muy elogioso con las políticas que en materia petrolera ha seguido esta Administración. Antes, todo lo contrario. Eso durante una visita al mausoleo del Monumento a la Revolución donde descansan los restos del prócer michoacano. * * * Por hoy es todo. Gracias por leer el Índice Político. Y como siempre le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!