En la película Los malditos, de Luchino Visconti, un alto oficial se jacta de tener a su cargo el archivo del Reich durante el ascenso del nazismo en Alemania, con las investigaciones de las finanzas y los secretos íntimos de las personas a doblegar.
Cualquier parecido con lo que están viviendo hoy las ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no es mera coincidencia.
Te puede interesar: Somos Nuestra Memoria
Son días cruciales para la República porque pueden ser los últimos con separación de poderes, elecciones libres y derechos ciudadanos para cambiar de gobierno por la vía del voto.
Hay similitud en los objetivos, y en algunos métodos, con los utilizados por el nazismo después del ascenso de Hitler al poder por la vía democrática, desde el incendio del Reichstag y la noche de los cuchillos largos.
El Ejecutivo federal nos ha enseñado que quiere una Suprema Corte alineada a su proyecto político personal, y así lograr un Congreso completamente subordinado a él.
La fuerza del Estado está siendo usada contra ministras y ministros.
Adiós a los contrapesos.
El órgano electoral lo quieren destazado, sin capacidad para arbitrar una elección.
Los tres poderes en manos de una sola persona.
A la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, el titular del Ejecutivo la señala como la cabeza de una red judicial podrida, para proteger a corruptos.
La presidenta de la Corte no sólo fue amenazada de muerte públicamente, sino que desde una cuenta de Twitter afín al gobierno convocaron a su asesinato.
¿El problema? Norma Piña. ¿La solución? Una bala. Es lo que se publicó en redes sociales. No faltará el fanático que cumpla con su “deber revolucionario”, o el narco que le haga el favor al gobierno.
Un alto funcionario federal, Jenaro Villamil, difundió un cuadro con la pretensión de conectar a la ministra Piña con el demonio de turno, Genaro García Luna.
Es decir, hay una campaña orquestada desde el poder contra la presidenta de la Corte.
Dijo el titular del Ejecutivo que el Judicial “es un poder para proteger a corruptos. Hay protección, lamentablemente, para delincuentes comunes o los llamados delincuentes de la delincuencia organizada y protección para delincuentes de cuello blanco, que son los predilectos”.
Eso se detonó con Norma Piña, según dijo: “Apenas llegó la nueva presidenta y se desata una ola de resoluciones a favor de presuntos delincuentes”.
La persecución a integrantes del Poder Judicial fue destacada a ocho columnas por el diario Milenio –cuyos directivos presumen su cercanía con los anfitriones de Palacio Nacional–: FGR investiga a tres jueces y tiene en la mira a 10 por reveses a la 4T.
Todos sabemos, pues, quién es “la 4T”.
¿Lo leyeron ministros, ministras? ¿O lo necesitan más claro?
Sin duda el Poder Judicial requiere profundas mejorías, pero lo que se busca desde el gobierno no es optimizar su funcionamiento, sino la subordinación.
Hay una ministra que plagió sus tesis de licenciatura y de doctorado. Pero ahí sigue porque le es funcional a la “4T”.
Y todos sabemos, pues, quién es la 4T.
En la película de Visconti (que se puede encontrar en YouTube con el nombre de La caída de los dioses, la familia propietaria de la principal industria siderúrgica de Alemania recibe durante un festejo la noticia del incendio del Reichstag (el Parlamento) y uno de los presentes exclamó: “Otro crimen comunista contra el nuevo gobierno”.
Herbert, miembro de la familia Essenbeck y director de la compañía, respondió: “Si hay alguien que no necesita del Parlamento para gobernar, es nuestro canciller (Hitler)”.
Joachim von Essenbech, el patriarca de la familia, durante la cena dice que su deber es salvar la empresa, porque la siderúrgica está por encima de todo. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, cooperar con el régimen aunque no les guste el personaje (Hitler).
Herbert advierte a sus familiares que “de nada servirá alzar la voz cuando sea demasiado tarde”.
El patriarca le pide –con palabras cariñosas– dejar el cargo, porque “necesito tener a mi lado a alguien grato al régimen”.
Resume los nuevos tiempos con palabras de Hitler: “La moral privada ha muerto. Somos parte del grupo de elegidos a los que todo les está permitido”.
Herbert se sostiene en su negativa a apoyar al régimen nazi, como se lo pedían, y tuvo que huir de Alemania dejando atrás a su esposa y a sus hijas.
Eso es lo que se decide estos días en México.
NOTICIAS CHIHUAHUA