¡No se duerma!!, es la famosa frase con la que se recuerda al periodista Guillermo Ortega Ruíz, conductor del exitoso programa Al Despertar, que se transmitía por la señal de Televisa. A sus 67 años de edad, sorprende por su frescura y dinamismo. Un hombre que lleva el periodismo en las venas. Hijo del también destacado periodista Benjamín Ortega Hernández, a la edad de 21 años, vio convertido su sueño de poder ingresar como reportero, al noticiero “24 horas”, que conducía y dirigía Jacobo Zabludovsky durante más de 30 años. Egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, a lo largo de una impresionante trayectoria periodística, participó como corresponsal durante la guerra civil de El salvador. Asimismo, le ha tocado narrar hechos trascendentales en la historia, tales como las misiones espaciales, Juegos Olímpicos, Campeonatos Mundiales de Futbol y diversas giras presidenciales por el mundo, entre otras muchas más.
Debido a su profesionalismo, en 1978, le dan la difícil tarea de suplir a su maestro Jacobo Zabludovsky en la conducción del noticiero “24 HORAS”. Tres años después, en 1981, lo designan como conductor y director general del noticiero “En Contacto Directo”, que se transmitía a través de la señal de XHGC – Canal 5 de Televisa.
Fue en 1992, cuando le brindan la oportunidad de tener su propio espacio dentro de Televisa, conduciendo y dirigiendo el programa “Al Despertar”, en donde hizo famosa la frase de “No se Duerma”, que se transmitía de las 7 a las 10 de la mañana por el Canal de las Estrellas, con enorme éxito y durante seis años.
Convencido de que afuera de Televisa la vida no se acaba, del 2000 al 2003, tuvo a su cargo el espacio informativo MVS y de 2003 al 2007, en Imagen Informativa. Actualmente, conduce el noticiero “Con Ortega a las 10”, que se transmite por la señal de televisión de paga El Financiero-Bloomberg.
En esta primera parte de la entrevista exclusiva que concedió a ÍNDICE POLÍTICO, nos cuenta que inspirado en el quehacer periodístico de su papé y de Renato Leduc, a quien tuvo la oportunidad de conocer y conversar, fueron los incentivos que determinaron se dedicara al periodismo, no obstante, que durante su etapa infantil, en las escuelas primarias y secundarias, le diagnosticaron Déficit de Atención.
Asimismo, preocupado por los elevados índices de inseguridad que sufrimos los mexicanos, a lo largo y ancho del territorio nacional, sostiene que ello, es un reflejo de la pérdida de valores en la sociedad.
Amable y sencillo en su trato. En la intimidad de su hogar, un moderno departamento ubicado al poniente de la Ciudad de México, acompañado de su inteligente y atractiva esposa, por espacio de casi tres horas, dentro de un ambiente de cordialidad y de amigos, sin establecer ningún tipo de filtros en el tono de las preguntas. Sincero, abierto y directo en sus respuestas, nos dijo:
-A Guillermo Ortega Ruiz ¿Cómo le va en la vida?
-Me va muy bien. Te digo que me va muy bien, porque afortunadamente, no estoy enfermo y eso, es fundamental y una gran pero gran ventaja.
-¿La vida va…?
-Pues sí, la vida ahí va. Gracias a Dios, tengo trabajo, además, todos en mi familia están bien. Así es que tengo resuelto casa, comida y sustento. ¡A fuerzas, me tiene que ir bien!!
-¿A lo mero macho, Guillermo Ortega siempre estuvo seguro que sería un buen comunicador?
-Vaya, así directo… Sin más ni más, ¿Disparas a quemarropa? Mira mi querido francotirador… ja, ja, ja. Fíjate que nunca supe si llegaría o no, ser un buen comunicador, como lo dices, cosa que agradezco mucho el concepto en el que me tienes.
-Pero vamos, de que querías ser periodista, eso, ni lo dudabas…
-Indiscutiblemente, tienes toda la razón. En lo que no concuerdo contigo, es que nunca estuve seguro ni me imaginaba si llegaría a ser un buen comunicador o no. De lo único que sí estaba completamente seguro, es que quería ser periodista…
-¿…Desde niño?
-Sí, porque había una sobraba influencia de lo que hace tu padre y de la vida que lleva a cabo. Nosotros…
-¿Quiénes son nosotros?
-Cuando me refiero a nosotros, hablo de mis hermanos. Durante las vacaciones escolares nos llevaban a la redacción a trabajar, de esta manera, conozco las redacciones desde muy niño.
-¿Qué significaba para ti, trabajar en una redacción siendo tan niño?
-Ir a las redacciones me generó un gusto y enorme experiencia. Era hasta gratificante conocer a famosos periodistas de aquel entonces que escribían en la famosa revista América que dirigía mi tío Gregorio Ortega. Tuve la oportunidad de conocer y platicar con Renato Leduc, José Sebaladéz, Diego Valadéz y todos aquellos que acudían a dejar sus colaboraciones semanales. Ni cómo pensar que pudieran disfrutar de todos los avances tecnológicos con los que contamos hoy.
-¿Un verdadero amor al arte y oficio?
-Pues sí, porque cada uno de ellos, acudían con sus dos o tres cuartillas escritas en aquellas enormes máquinas mecánicas de escribir. Cuando me tocaba recibir sus trabajos para entregárselos a mi tío. En ese momento, en mi mente, ese deseo se acrecentaba más y más, llegar a ser como ellos.
-¿Artículos y reportajes escritos con tinta sangre del corazón?
-Órale, vaya frase. Sí, por supuesto que sí. El olor a tinta me fascina, además, en la familia contábamos con una imprenta y rotativas para imprimir tanto la revista América como otras publicaciones.
-Lo que de chico se aprende, jamás se olvida…
-Fíjate, mi primo Alejandro Ortega, quien la administraba, imprimía millón y medio de ejemplares de “Kalimán” a la semana, aquella legendaria historieta con ese fantástico personaje. Hoy, ese tiraje no lo suman ni todos los periódicos y revistas juntas. Te digo esto, para que te des una idea de lo que era aquello.
-¿Un olor a tinta que jamás se olvida?
-Bien lo dices, un olor a tinta que se queda muy dentro de tí.
-¿Aquellos históricos linotipos y no como sucede hoy a base de computadoras?
.Sí, era un verdadero amor al arte de la impresión. Las litografías se montaban en placas y planchas. A nosotros, nos hacían las litografías una empresa que se llamaba Tipografías Romo. Mi papá me mandaba a recoger las tipografías y fotografías con los Hermanos Mayo, con Julio, Cándido y Faustino Mayo, los muy famosos Hermanos Mayo, excelentes fotógrafos periodísticos de origen español, de ahí, me iba a la revista porque se formaba a mano.
-¿Totalmente artesanal?
-Sí, pero también, había muchísima creatividad y pasión al trabajo. Las páginas de la revista se diseñaban en “machotes”. Las fotografías se tachaban con un lápiz graso para definir qué era lo que el editor quería se destacara de esa imagen…
-¿Insisto, había más creatividad y amor al trabajo?
-Indudablemente, quizás, pero también, era otra forma de realizarlo, eran las herramientas con las que se contaban.
-Memo ¿Tanto la creatividad, el ingenio y talento tienen caducidad?
-Vaya que vienes filoso con tus preguntas ehhh. Actualmente, también existe mucha creatividad entre quienes diseñan y arman las páginas de los periódicos, debe reinar una creatividad e ingenio, en cuanto a los títulos que les pones a los encabezados para que sean más atractivos y cuál resume de mejor forma una noticia, vamos, cuál atrapa mejor al lector.
-¿Un mundo apasionante del periodismo?
-Mira, que tú no cantas nada mal las rancheras. He visto tus muy interesantes e impactantes entrevistas a muy diversas personalidades.
-Mejor dime cómo era Memo el niño…
-Antes de responderte, te felicito por tu sencillez y humildad, lo cual, habla muy bien de tu persona y profesionalismo…
-Por segunda vez, ¿Cómo era Memo el niño…?
-¡Tranquilo!!, honor a quien honor merece…. Ja, ja, ja. Veo que no te gustan los halagos.
-Mi querido amigo y maestro, yo sigo haciendo mis pininos, vine a entrevistarte, y no, a un duelo de halagos.
-Ja, ja, ja. Eso es querido Edmundo, sacas la casta. Me preguntas ¿Cómo era de niño? Siempre he vivido en la colonia Irrigación, no en esta casa, pero sí, en esta misma avenida y colonia. Cuando era niño, no circulaban tantos coches, era una colonia recién formada.
-¿A qué jugabas?
-Futbol en la calle con mis hermanos y vecinos. Era tan poco el tránsito que no había ningún tipo de peligro. A veces, en donde estaba la Palmolive, ahora están construyendo un enorme edificio que será la nueva Embajada de los Estados Unidos, inclusive, nos prestaban la cancha de futbol que tenía. Ahí se reunía toda la palomilla a jugar. Ese era mi gusto por los deportes.
-Pero tu eres beisbolero…
-En efecto, es que las grandes aficiones de mi papá eran el beisbol, los toros y el box.
-¿Cuántas moquetizas te dieron?
-No le gustaba que nos peleáramos, pero sí, jugábamos beisbol desde niños. Mira que bien informado estás. En la esquina que forman las avenidas Irrigación y Santa Rosa, jugábamos “tochito” y soccer. La verdad es que fue una niñez bonita y divertida. Edmundo, te agradezco mucho que me hagas recordar esos bellos momentos.
-¿Por qué americanista?
-Desde siempre, he sido seguidor del América
-¿Antes y después de Televisa?
-Ja, ja, ja, no se te va una… Siempre he sido fan de las fabulosas Águilas.
-¿A lo mero macho, en Televisa te cuadrabas con tus jefes?
-Pues a lo mero macho, te digo que, desde niño, tengo infinidad de fotos con la playera del América.
-¿En la escuela, un auténtico “nerd”?
-Pues fíjate que no, al contrario, fui el más burrito de mis hermanos.
-Tampoco te tires al piso…
-Neta, en la escuela The Green School, en donde estudié la primaria. Una escuela fundada por una señora mexicana que estaba casada con un canadiense, enseñaban un buen inglés. De verdad, era una muy buena primaria particular. Primero estuvieron ubicados en la colonia Santa María la Ribera, luego se cambiaron a Cedro número 16, casi junto a la Escuela Normal de Maestros
-¿Es verdad que eras un niño con diagnóstico de Déficit de Atención?
-Fíjate que ahora, este tipo de personas que no pueden concentrarse, saben que tienen Déficit de Atención, pero en aquellos años y cuando era un niño, eso no se diagnosticaba ni se conocía. Ahora entiendo que me costaba mucho trabajo concentrarme, particularmente, cuando había algún tema que no era de mi interés. Mientras que, en esa escuela, a mis hermanos les otorgaban bandas blancas de excelencia o las bandas rojas de aplicación, me daban una simple medallita que decía “esfuerzo”
-¿Acaso no te daban dos?
-Ah caray, ¿por qué dos…?
-Por si se te perdía una…
-Órale, el que se lleva se aguanta ehhh, ja, ja, ja. Me daban esa medalla, lo cual, quería decir que había pasado de “panzazo”
-¿No sería que te daban esa medalla porque tu papá pagaba las colegiaturas por adelantado?
-Yo creo que sí. Ja, ja, ja. ¿Cómo las dos condecoraciones que le dieron a YSQ? Ya hablando en serio, la verdad, es que pasé con muchísimas dificultades algunos grados de la primaria.
-¿Cuál fue el año “coco”?
-El tercer año de primaria, el año en el que tuve el peor aprovechamiento y rendimiento
-¿Y en la secundaria, la misma historia?
-No me fue nada bien con Química, Física, Algebra y Matemáticas.
-¿Hasta las tareas te hacían en la primaria?
-No me las hacían del todo, sino que mi mamá tenía la paciencia de un santo para ayudarme. Me acuerdo que por las tardes, después de la comida, se sentaba conmigo para presenciar que cumpliera con la tarea.
-¿Tu mente andaba por otro lado?
-Andaba perdido en el espacio. No obstante, mi mamá me decía: “Memo, apúrate porque vas a salir a jugar. Te estás tardando tanto, va a oscurecer y ya no podrás salir a jugar, te están esperando y ya no te voy a dar permiso de noche” Me motivaba muchísimo.
-¿Cómo te decía de cariño?
-¡Gordo!! Porque, de verdad, era muy gordito ¡Gordito, concéntrate, llevas dos horas y solamente escribiste tres palabras!! La escuchaba decirme una y otra vez. Pobrecita de mi mamá, batalló muchísimo conmigo, de hecho, mi papá también batalló conmigo hasta que ingresé a la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
-¿Tu juguete favorito?
-Una pelota de futbol. Ya entrado en los tiempos de la niñez. Quiero contarte que mis hermanos y yo, teníamos trajes del Zorro, un personaje muy famoso de las caricaturas y después hicieron la película. Nos trepábamos a los sillones, a los árboles, arriba del coche de mi papá y decíamos que eran nuestros caballos.
-¿Qué lugar te tocó ocupar entre los hermanos?
-Soy el segundo de cinco hermanos. Tres varones y dos mujeres. Con Eduardo, fue con el que me acoplé para todos los juegos, hicimos la dupla perfecta, además, dormíamos en la misma habitación, buenos hermanos.
-¿Y que tal los regalos de Navidad y Reyes Magos?
-El más generoso era Santa Claus porque eran exclusivamente juguetes y con los Reyes Magos, ropa para la escuela.
-¿En la secundaria, despertaste a un cambio brusco?
-Fíjate que no. Mi papá nos inscribió en la secundaria pública Moisés Sainz Número 4, en Ribera de San Cosme y Naranjo. Entrábamos por la calle de Naranjo y salíamos por Ribera de San Cosme, inclusive, mi papá había estudiado ahí mismo y nos recalcaba que era muy importante hacer la secundaria en una escuela pública y creo que tenía toda la razón.
-¿Por qué?
-Es que te permite una convivencia mucho más amplia con amigos y compañeros de mucha diversidad social, y eso, es fundamental en la formación y conocimiento de otras realidades.
-Por supuesto, cambia totalmente el panorama del adolescente…
-Claro que cambia tu panorama, pero aparte, los maestros son mucho más exigentes, los prefectos casi unos verdugos, en fin, te enseñan a moldear el carácter. Fue una muy buena escuela la Escuela Secundaria Número 4 en la que tuve el honor de estudiar y gozaba de un buen prestigio académico.
-¿Aparte de ti, que otras personalidades estudiaron ahí?
-Ángel Fernández, Don Pedro Ferríz Santacruz y otros más, que a la postre fueron destacadas personalidades.
-¿Ahí también fuiste un “burrito”?
-Mis materias “coco”, siempre fueron las matemáticas, química, física. Los números siempre fueron mis rivales. Pero fíjate que, con el paso del tiempo, en la vida adulta, al contrario, ahora sumo mentalmente todo…
-¿Rejuvenecieron tus neuronas?
-Parece una cosa curiosa. Indudablemente, creo que era un tema de falta de atención, como no eran mis temas esas materias, sencillamente, no me atraían y me distraía con facilidad.
-¿Ya siendo un puberto, en tu mente predominaba el deseo de ser periodista?
-Antes de responder, me consulta ¿Te parece que nos cambiemos al diván que está del otro lado de la sala? A lo mero macho, robándome tu frase, es que me siento estar frente a mi sicólogo… Ja, ja, ja. Espero no te vayas a molestar por el comentario…
-No para nada, ya estoy acostumbrando que me digan eso en las entrevistas…
-Es que es la verdad, te metes hasta lo más recóndito de la conciencia de tus entrevistados. Ni Federico García Lorca lo hacía, vamos, ni Luis Spota, mucho menos Elenita Poniatowska.
-Mejor dime ¿De verdad, siempre estuviste convencido ser periodista o simplemente era seguir una tradición familiar?
-Va, ¡Esto se va a poner sabroso!! Desde la primaria, me atraía muchísimo lo que hacía mi papá, pero como subrayas, yo no quería ser una simple copia de mi papá, sino ejercer el periodismo desde mi perspectiva. Mira mi querido Mundo, desde que tengo recuerdos, si le quieres llamar uso de la razón, memoria o como quieras ponerle. Siempre, pero siempre, dije que quería ser periodista.
-¿Alguna vez platicaste con tu papá acerca de tu ambición?
-Sí claro. Pero no creas que me abrazó ni tampoco hizo fiesta porque su hijo deseaba seguir su camino. Así, con un semblante serio y frio me dijo: “Mira mi hijo, es una buena decisión”. Desafortunadamente, el destino ya no le permitió verme transformado en un periodista. Mi amado padre se fue de este mundo cuando estaba por cumplir 21 años de edad y seguía estudiando en la gloriosa Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en donde, por cierto, tú también estudiaste…
-…De pronto, aquel exitoso conductor del programa de televisión Al Despertar, no puede continuar con su relato. Se le hace un nudo en la garganta. Se lleva las manos a la cara. Se despoja de sus lentes de armazón de metal color dorado y comienza a llorar como un niño. Transcurren algunos minutos. Rápidamente, su guapa esposa le acerca pañuelos desechables y un vaso de agua. Una vez repuesto me dice…
-¡Ya viste cabrón lo que provocas!! Por eso te dije que eras mi sicólogo.
-Tu padre debe estar muy orgulloso de ti, en donde quiera que se encuentre…
-Sí, sé que debe estar contento conmigo.
-¿Cuántas veces te fuiste de “pinta”?
-Fíjate que estando en la secundaria… ¡nunca lo hice!!
-¿Un chamaco recatado?
-Más que recatado, era muy disciplinado. Además, mi papá, siempre nos llevaba a la secundaria y nos daba dinero para el camión de regreso que nos dejaba en la esquina de casa. No, nunca hice nada fuera de las normas familiares, ni me salía de clases.
-¿Pero qué tal en la prepa, un rebelde sin causa?
– ¡Para qué te digo que no, si sí!! Un día que se me ocurrió irme de “pinta” en la prepa, ja, ja, ja. Este… Era un dos de enero, porque las clases empezaban el dos de enero y como no tuvimos la primera clase ni la segunda clase, se nos ocurrió a cuatros amigos, uno de ellos, traía un coche Barracuda que le habían prestado sus papás, se nos ocurre irnos de “pinta”
-¿En qué prepa “fifí” estabas?
-En la Universidad Valle de México, que estaba en Sadi Carnot, en la colonia San Rafael, un dos de enero de 1973. Íbamos echando desmadre en el coche… ¡y zaz!! Nos estampamos contra un árbol. Según, habíamos acordado irnos de reventón a Cuernavaca, pero ya no llegamos a nuestro destino. Creo que nos quedamos por Tres Marías, en una zona de bosques. Pero no llevábamos alcohol ni nada de drogas.
-¿Qué fue lo que provocó el accidente?
-Por una parte, el coche tenía las llantas lisas y no contaba con un buen mantenimiento, y por la otra, mi cuate conducía arriba de 100 kilómetros por hora y no tenía la debida pericia.
-¿Resultaron lastimados?
-Yo me luxé la cadera, lo que me obligó permanecer más de un año en una silla de ruedas y con muletas.
-¿Pensaste en que podrías quedar inválido?
-Había la amenaza del doctor que, si apoyaba las piernas antes de cierto tiempo, se podría lesionar el hueso del fémur y quedar en muy malas condiciones. ¡Uff!!, pasé poco más de un mes totalmente enyesado, como si estuviera dentro de un sarcófago e inmovilizado en cama, para que se diera el efecto de jalar el fémur hacia abajo, y de acuerdo a la metodología de aquel momento, me llenaron de clavos las piernas mientras cicatrizaban los tendones, tejidos y músculos que resultaron dañados.
-¿Te pusiste más gordito?
-No, fíjate que no. Tenía 17 años de edad, afortunadamente, no subí de peso, aparte me había fracturado el brazo izquierdo, por lo mismo, se me dificultaba usar muletas hasta que se recuperó el brazo. A partir de ahí, estuve usando muletas durante diez meses.
-Estabas muy joven y te recuperaste de volada…
-Pues aún así, cuando ingresé a la Escuela de Periodismo Carlos Septién, todavía usaba bastón, por cierto, la escuela estaba todavía en Goldsmith, en Polanco. Antes de concluir la carrea, se cambia de Goldsmith a Basilio Badillo, atrás del periódico La Prensa, junto al Metro Hidalgo, ocupando el inmueble que había sido sede de la Escuela Libre de Derecho.
-¿Qué recuerdos tienes de nuestra amada Escuela de Periodismo Carlos Septién?
-Te faltaría espacio si te platicara todo. Muchísimos y gratos recuerdos. Yo estaba en el turno matutino en Goldsmith, por cierto, coincidió con el Encuentro Mundial de la Comunicación que se realizó en Acapulco y con los cuates del salón, organizamos para irnos a “cubrir” ese importante encuentro. Todavía vivía mi papá, estaba muy malito de salud, pero estaba vivo.
-En tu paso de estudiante, ¿Cuántas veces reprobaste materias?
-Creo que en la secundaria reprobé como tres, pero las pasé con exámenes extraordinarios. En la prepa volví a tener tropezones con mis materias “coco”, pero al final, logré transitar la prepa con exámenes extraordinarios hasta llegar a la escuela de periodismo, en donde ya no volví a ser ese mal estudiante.
-¿Cómo pez en el agua?
-¡Carajo!!, qué grato es platicar contigo.
-Memo… ¿Otra vez con lo mismo? Entre gitanos no se leen las cartas…
-¡Uy, perdón!!
-¿Ya entrados en confianza, fuiste muy perro con las chavas?
-Ja, ja, ja. No, fíjate que no. Fui muy tranquilón, pero muy tranquilón. Además, lo único que podía pasar en esos años, es que eran otros tiempos y otro tipo de conductas.
-El México de los años 70`s era muy padre…
-¡Exacto!! Un México increíble. Las amigas que teníamos, eran muchísimo más contenidas por sus familias y más respetuosas de sus libertades. Y nosotros como varones, creo que éramos muy respetuosos cuando nos abrían las puertas de sus casas, y como buenos amigos, no íbamos con el afán de quedar mal con sus papás.
-¿Se han perdido los valores?
-Por supuesto que se han perdido los valores, desafortunadamente. Entre quienes nos preocupamos por conservar esos valores no se han perdido. Pero entre quienes no los obtuvieron o no les dan la importancia que merecen, sí se han perdido, ello explica los altos niveles de violencia que estamos sufriendo, los ataques a mujeres y la forma criminal en la que se conducen esas personas. Lamentablemente hay una pérdida de valores en la sociedad, que nos ha llevado a todo esto.
-¿Cómo es que llegas a Televisa?
-Mmm. A ver… Esto va para largo. ¿Quieres un café o refresco? Entrando a la Escuela Carlos Septién, teniendo a mi papá y mi tío, que habían sido muy exitosos en el periodismo escrito y en el mundo cinematográfico -Por ahí, te compartí unas fotos de mi papá con María Félix, ahora que volviste a publicar esa extraordinaria entrevista que le hiciste- Sin que te vuelvas a enojar eh…
-¿Hijo de tigre, pintito?
-Ja, ja, ja. No me vayas a poner en jaque mate…
-No, para nada…
-¡Conste ehh!!… Bueno, mi tío Gregorio había sido un hombre muy exitoso en el ámbito político, y yo, por dentro me decía: “Me van a comparar y van a decir que, haga lo que haga en la televisión, es gracias a la influencia de ellos…”
-¿A lo mero macho, el apellido Ortega pesaba mucho?
-Sí, la verdad es que sí. En ese tiempo, tanto el apellido de mi padre como el de mi tío, tenían mucho poder. Por lo tanto, me estaba convirtiendo en un personaje resultado de ese peso y poder.
-¿De la dimensión del Maestro José Pagés?
-Tú lo dijiste y no yo… eh. Es por ello que decidí dedicarme de lleno a la televisión.
-En los 70`s, Jacobo Zabludovsky empezaba con enorme éxito “24 HORAS”….
-Exacto, cuando lo veía al frente de “24 HORAS” y todo el esfuerzo que hacían cada uno de los reporteros que lo acompañaban, me moría de ganas de hacer eso mismo. Entonces, estando dentro de la carrera en 1976, muere mi papá.
-Uff, un duro golpe…
-La muerte de mi papá fue un terrible golpe que me daba la vida y empecé a trabajar muy duro en la revista América, pero como que no lo hacía con cierta comodidad…
-¿Por qué…?
-Al final del día, quiérase o no, era un tema familiar
-¿Y que hiciste, los mandaste a volar?
-Un día, le pido a mi tío Gregorio…
-¿Qué te recomendara para entrar a la televisión?
-Sí, porque sabía muy bien que se llevaba muy bien con Jacobo Zabludovsky. Le pedí que me consiguiera una cita con Zabludovsky. Le dije: “Tío, no te pido más, ayúdame con eso” Solamente quiero que me abra la puerta…
-¿Pero qué sucedió?
-Entonces, se las ingenió mi tío. Hizo circo maroma y teatro, logrando que me recibiera Jacobo. Total, el maestro Zabludovsky me recibió