Tras la multitudinaria marcha del 26 de febrero que tuvo un lleno total en el zócalo de la ciudad de México; el Presidente Andrés Manuel López Obrador, ha decidido declarar conservadores, ultraderechistas, miembros del narco- estado profundo, enemigos de la patria, del Ché Guevara, de Fidel Castro, de Díaz Canel; de manera decidida y vehemente, a todos los que participaron en la marcha, sin ver; que pese a la presencia de algunos personajes de la oposición, la marcha fue totalmente ciudadana.
Luego de lo dicho inicialmente, hay que añadir que desgraciadamente, la negación del absoluto, le pone de buena manera y en gran medida, en el papel del loco del barrio, que ya no quiere ver la realidad, en una borrachera de poder, que le ha propiciado un chorrillo político y emocional de tal suerte, que ya muchos que le conocieron sinceramente le desconocen, pues ha dejado de lado la cordura, las maneras políticas, la urbanidad política, y sus ataques mediáticos, cada vez son más ácidos y tóxicos, a tres frentes: los periodistas, los empresarios y la clase media.
Ahora hay que sumarle a éste grupo de tres a la iglesia católica y a las iglesias cristianas; con la desgracia de que pese a lo ya referido, y dados los resultados de su gestión, el mandatario federal ha decidido encerrarse en sus planes, abrazando equivocadamente sus convicciones a cambio de ignorar la realidad, pues todos, incluso los de su propio equipo saben que con Claudia Sheinbaun, no gana a la buena.
Es por ello que ha hecho todo lo posible, por intentar robarse la elección, por hacerla ganar a la fuerza, por inclinar las cosas a un imposible, creyendo que con su fe, como el padre Abraham…todo es posible, pero no; la realidad le está jugando una muy mala pasada, pues cada vez son más los indicios de que las cosas no andan bien con Claudia Sheinbaun, que su administración en la capital mexicana es un asco, que no sirven la mitad de las líneas del metro, de menos inadecuadamente tres de ellas y las otras tres inservibles totalmente, que los capitalinos la odian en su gran mayoría y que su grave defecto es que ha acabado en buena medida con el trabajo y la imagen de Morena en la ciudad de México, el segundo padrón electoral más grande del país con 7 499 995 votantes, del que muchos morenistas lo dan por perdido, recordando que el primer padrón del país es el Estado de México, con 10 549 910 de votantes, y que igualmente también los mismos del partido oficial, lo dan por perdido…
A este respecto hay que sumarle que el tercer padrón más grande del país, es el del estado de Veracruz con 5 692 801 votantes y que igualmente parece que perderá el partido en el poder, y ni se diga los padrones del Estado de Jalisco que cuenta con 5 235 081 votantes, que ya es casi un hecho lo ganará Movimiento Ciudadano y Puebla, el quinto padrón electoral con 4 298 082, del que si hacen una mala elección de candidato, seguramente lo perderán también.
Con vista de pájaro se puede atisbar que los primeros 5 padrones electorales más grandes del país por entidad los tiene perdidos, y pese a las encuestas amañadas que hace la empresa consulta Mitovsky, en las que ponen en primer lugar de las preferencias electorales a Morena, la verdad es que en el desglose a detalle, estado por estado, la realidad pareciera otra, pues si el candidato a gobernador no es el adecuado, el candidato presidencial pierde en esa entidad todo; y pareciera estar pasándole esto a la señora Claudia Shienbaun Pardo (¿Pardov….?).
Lo contundente digno de analizarse, es que la sociedad ha manifestado su repudio a las leyes del plan B, y la verdad es que al respecto que lo de la corte apenas va a caminar, falta mucha agua por correr y esto lejos de acabarse apenas empieza, y el fraude electoral requerido para empoderar a la Búlgara de Tepito, pareciera tener mojada la pólvora las mejores de sus armas para lograrlo, y se le puede venir la noche encima a la señora si es que piensa rendir cuentas de su administración cataclíptica en la capital mexicana.
Finalmente basta decir que será hasta que haya fallo de la corte al respecto del plan B, cuando sepamos qué rumbo va a tomar México: si es que prosigue afortunadamente en la democracia, o accede a un abismo, con rostro de dictadura disfrazada.