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Las piezas del tablero de ajedrez donde se combate por el poder se mueven, pero no adelantemos vísperas. La aparición de El rey del cash dista mucho de ser gambito de dama en un país de 120 millones de habitantes y con poco más de 88 de ellos registrados en el padrón electoral.

Las cifras son para marear a cualquiera, y sin embargo hablamos de una nación medianamente politizada y con graves problemas de analfabetismo y desinterés por el entorno social. El libro de la señora Elena Chávez difícilmente venderá un par de millones de ejemplares, lo que significa un promedio de ocho millones de lectores. Si les sumamos los que lo leerán vía digital, quizá se logran, en número redondos, diez millones. ¿Pueden incidir con su opinión en 88 millones de electores? Lo dudo.

Naturalmente correrá mucha tinta, se escucharán miles de opiniones, se producirán millones de bites en mensajes para acreditarlo y para lo contrario, pero si la oposición se muestra incapaz de articular una narrativa que acredite como “verdad histórica” lo que en ese libro se narra, sólo servirá para alimentar la contrapropaganda de Andrés Manuel López Obrador en contra de la oposición, y de alguna manera consolidará sus oportunidades de conservar el poder, aunque de ninguna manera con idéntico 33 por ciento.

¿Puede funcionar como catalizador de opinión contraria al desorden actual? Difícil anticiparlo, porque desde la oposición no aparece un narrador capaz de actualizar el discurso político y refrendar el contrato de esperanza para convocar a la nación entera, sin sectarismo, a la necesaria reforma del Estado, para ofrecernos un proyecto de República más allá de los agravios, verdaderos o falsos, que hoy parecen determinar nuestro destino.

¿Puede adueñarse un grupo de oposición de lo escrito en El rey del cash, para convertirlo en su verdad, su propaganda, su denuncia, como bandera para articular la reconquista del poder y la reconstrucción de México?

¿Puede, lo escrito por Elena Chávez, transformarse en una verdad revelada, laica y sin aspiraciones más allá de la civilidad, la politización y las palabras que convoquen a los que están dormidos, alelados o idiotizados por las mañaneras, a un movimiento por su propio bienestar, por el de sus familias, su país?

Por AL PE

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