PAUSA.MX

“El que quiere nacer tiene que destruir un mundo”, responde Max Demian a la dolorosa llamada de Sinclair, dejó anotado el traductor de Demian, en la edición de la Compañía General de Ediciones a la obra de Hermann Hesse. Sólo registro ese hecho en la titánica tarea de Adolfo Suárez, aquí se intentó, pero los políticos y los generales se encargaron de abortar el proyecto de la Revolución. Se quedó en agraz, como sostuvo Emilio Uranga.

Ninguna de las candidatas a la titularidad del Ejecutivo emprenderá la tarea de dar por muerto y enterrado al presidencialismo mexicano, fuente primigenia y sostén de toda corrupción de altos y pequeños vuelos que aquí se padece. En 2011, de manera hasta cierto punto tímida, lo propuso Manlio Fabio Beltrones, y así le fue desde entonces, tan mal que incluso desconoció a los que fuimos sus amigos.

“Un gobierno de coalición”, propuso Beltrones entonces, y se quedó corto, porque se necesita, sí, ese tipo de modelo político, acompañado de un presidencialismo parlamentario con un Primer Ministro, y entonces, sólo entonces, puede darse por iniciado el combate a la corrupción, lo demás son sólo juegos de mesa para adolescentes, o video juegos en los que triunfa el más hábil, con la idea de que todo siga igual. Lo dejó claramente dicho Miguel de la Madrid Hurtado a Carmen Aristegui, y casi se lo comen vivo, comenzando por el inefable Emilio Gamboa Patrón.

La alternancia política únicamente condujo al enriquecimiento ilícito de Martha Sahagún y sus hijos, y a los negocios poco claros de los hermanos de Margarita Zavala, y ahora, con esta involución a una supuesta izquierda, al enriquecimiento inexplicable de la familia del primer mandatario, y a esa guerra sucia que involucra a los indefensos hijos de las familias en el poder y a los de las que lo buscan.

El sesgo ideológico, el perfil a la manera en que podría ejercer su presidencia Claudia Sheinbaum, tiene fundamentos en esa extraordinario texto de Martin Amis, Koba el temible, la risa y los veinte millones. Será la alumna que supere al maestro.

De Xóchitl Gálvez nada promisorio podemos esperar, aunque gustoso desearía equivocarme y que fuera ella la que nos diera una sorpresa como la dio Adolfo Suárez.

Ambas tienen un problema adicional. Para Manuel Andrés López Obrador no existe el tiempo constitucional, está detenido el reloj. Es como Iosif Stalin, considera haber nacido para mandar. Dicha actitud se reafirmó al darse cuenta de su origen. Además del obsequiado por Amis, tenemos un esclarecedor retrato dibujado por Michel Houellebecq, en un diálogo de Aniquilación:

-En el fondo -dijo al final Bruno a Paul- el presidente tiene una convicción política, una sola. Es exactamente la misma que todos sus antecesores y puede resumirse en una frase: <<Estoy hecho para ser presidente de la República>>. Sobre todo lo demás, las decisiones que tomar, la orientación de la acción pública, está dispuesto a casi cualquier cosa, siempre que le parezca que se ajusta a sus intereses políticos.

Así, ya saben lo que les espera. No es una caminata en la Alameda.

Por AL PE

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com