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El desfile del 115 aniversario de la Revolución Mexicana en la ciudad de Chihuahua se tiñó de un guiño político inesperado que rompió la solemnidad de la conmemoración, cuando integrantes de clubes deportivos municipales desplegaron una manta con el provocador mensaje “Marco vamos por el nocaut en el 2027”, un claro empujón a las ambiciones del alcalde Marco Bonilla Mendoza para la gubernatura, justo frente al presidium donde la gobernadora Maru Campos y su gabinete observaban el paso de los 70 contingentes que mezclaban estudiantes, asociaciones civiles y elementos de seguridad en un río de historia y orgullo regional.
Ante el revuelo que generó la pancarta —un recordatorio de que en política local, ni los actos cívicos escapan al ajedrez de la sucesión—, Bonilla intervino con mesura para apaciguar las aguas, exhortando a los participantes a “respetar el desfile” y mantener el enfoque en el homenaje a los héroes revolucionarios, mientras negaba con énfasis cualquier conocimiento sobre el origen de la manta: “Desconozco de dónde salió”, declaró, distanciándose de lo que muchos ven como una maniobra orquestada por simpatizantes que buscan posicionarlo como el heredero del estado.
Este episodio no surge de la nada en la dinámica chihuahuense, donde Bonilla, con su historial de lealtad al panismo y un perfil que ha navegado entre la administración de Corral y la de Maru Campos, acumula adhesiones que lo pintan como contendiente fuerte para el 2027, pero también despierta recelos entre quienes lo tildan de oportunista en un PAN fragmentado por internas y presiones del Morena estatal. La manta, aunque efímera, funcionó como un termómetro: mientras Campos mantenía su compostura estoica, el incidente subrayó cómo los desfiles, supuestamente puros en su civismo, se convierten en escenarios de precampañas encubiertas, donde un “nocaut” prometido podría ser el gancho que divida o una el partido en la recta final hacia la contienda por el Palacio de Gobierno.
La respuesta de Bonilla, entre el llamado al orden y la negación estratégica, evoca tácticas clásicas de la política norteña: desmarcarse para no quemar naves prematuras, pero sin apagar del todo el fuego de la especulación que alimenta su maquinaria. En Chihuahua, donde la Revolución se recuerda con desfiles marciales pero se vive con revoluciones internas, este guiño textil podría ser el primer round de una pelea que apenas comienza, recordándonos que en la arena electoral, las mantas no solo cubren, sino que revelan las verdaderas apuestas de poder.







