El vicario Héctor Martínez y el obispo Juan Manuel González Sandoval señalaron que la violencia en la zona serrana no ha sido atendida adecuadamente, pese a la colaboración que debería existir entre los tres órdenes de gobierno. La escasa presencia de fuerzas federales y estatales ha dejado a la población vulnerable ante los enfrentamientos de grupos armados.
Los líderes religiosos destacaron que la violencia no solo afecta a quienes participan en los conflictos, sino también la vida diaria de la comunidad, su entorno natural y la cultura de los rarámuri. Señalaron que el daño ambiental repercute directamente en la forma de vida de estas comunidades, que dependen de su entorno para subsistir.
Martínez y González Sandoval aseguraron que la iglesia ha enfatizado ante la mesa de seguridad la posibilidad de víctimas inocentes o civiles por los enfrentamientos. La institución ha presentado firmemente su protesta, insistiendo en que la situación requiere atención prioritaria de los gobiernos estatal y federal.
Además de la protesta, los líderes eclesiásticos señalaron que buscan presentar soluciones concretas. Mencionaron la necesidad de atender también el rezago de las comunidades indígenas, como en el caso de Panalachi, donde la reconstrucción de la vida comunitaria es fundamental para recuperar el tejido social afectado por situaciones de violencia.







