NOTICIAS CHIHUAHUA
Un padre llegó ayer por la mañana con la esperanza de compartir quizá un café o unas palabras con su hijo, pero en lugar de eso lo encontró sin vida: ejecutado a balazos, boca abajo en la sala, su cuerpo cubierto con una chamarra que ocultaba el rostro, como si quisieran silenciar no solo su corazón, sino también su identidad . La escena, escalofriante y macabra, desató el pánico instantáneo entre los vecinos. Las autoridades acordonaron de inmediato la casa y la fiscalía estatal ya abrió carpeta, pero el daño ya está hecho.
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Se presume que el joven, de aproximadamente 32 años, fue víctima de un ataque directo, pues sus restos quedaron tendidos entre el miedo y el luto, como para que toda la comunidad se estremezca. La brutalidad y frialdad de este hallazgo no deja lugar a dudas: aquí no hubo error, fue una ejecución al puro estilo del narco. Hasta ahora no hay detenidos, ni pistas claras, ni palabras de consuelo, solo el eco de una madre gritando y el crudo recordatorio de que en Chihuahua el miedo y la violencia siguen ganando batalla.
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