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Hoy es el debate de las candidatas a la gubernatura de Morelos. A 41 días de las votaciones, Margarita, Lucía Virginia y Jessica María Guadalupe —sus nombres en orden de prelación— deben pasar del enfrentamiento político a la confrontación de ideas. La primera que pegue no pegará dos veces. Los debates políticos no se ganan, aunque sean útiles para ganar o perder una votación. Una mentira mil veces dicha, es una mentira mil veces dicha, para decepción de Goebbels.

La que menos negativos tiene, es González. Ese negativo se llama Cuauhtémoc, aunque a decir de él mismo —su incontinencia verbal lo hace caer en indiscreciones—, hace mucho que rompieron relaciones políticas. Le querrán sacar hoy lo de la rifa del avión presidencial, pero quien lo haga señalará sin pretenderlo, al presidente de México. La que más negativos reúne es la senadora de MORENA, Lucía Virginia Meza, por su carrera política llena de claroscuros por su estilo pleitista.

A Margarita el Dedo Omnisciente de Palacio Nacional la rescató del gobierno estatal para que no contaminara su imagen entonces en construcción y hasta le limpió el camino sacando a Lucía Virginia del proceso interno de MORENA —Rabindranath Salazar también fue sacrificado por problemas de lealtad. Meza no ha podido sacudirse las sombras de Graco Ramírez, su mentor, de Rocío Nahle, a quien debe su senaduría, y Ricardo Monreal, su líder moral.

De seis a ocho de la noche —en ese par de horas Cruz Azul despachará al Atlas—, las candidatas de MORENA, PRI-PAN-PRD-RSP y MC, otra vez la formación prelativa, no deben gritar, mentir ni titubear, si no quieren malas notas en la boleta de calificación. Los debates políticos no son para cualquier persona. Para eso existen los mítines con acarreos y porras, mentiras y engaños. En las campañas negras y guerra sucia no se plantan caras, pero lo que se repite en el debate delata tema y autoría.

Quien pestañeé, miente. Quien pestañeé más, pierde. Quien se cruce de brazos, estará a la defensiva. Quien muestre labios resecos exhibirá inseguridad. Quien no vea a la adversaria ni al público mostrará desinterés. Quien no sonría dejará ir votos. La agresividad verbal y la estrategia de ataque sólo será festejado por las huestes de quien lo ejerza. Quien haga todo ello, estará construyendo al enemigo. Los aretes, collar y anillos sirven para atajar miradas de crítica.

Si el árbitro electoral no es un salón de belleza, llenarse de excesivo maquillaje televisivo será un error. La tensión del rostro desvela estrés emocional y físico. La poca audiencia de la televisión de gobierno hay que conquistarla con argumentos. Los tics tienen un efecto espejo. La mirada, la voz, el vestuario, todo cuenta. Con todo eso y sin ideas, es el acabose.

Ante la audiencia ávida de saber si realmente es tiempo de mujeres, se verá centrado el foco del modelo de estado que desean construir y cumplir los fanes de las familias de Morelos, que no quieren seis años de más de lo mismo o seis años peores. Las dos horas de debate, que no es un concurso de oratoria, servirán como prologar el estilo de gobernar de cada una, si ganan la votación. No, no estarán jugando Graco ni Cuauhtémoc, ni irán a las boletas. Ambos deben quedarse en el armario. La independencia intelectual y política deben oxigenar la confianza de quienes van a salir a votar, con propuestas.

 

Quien hable de reconstruir el tejido social estará adelantando la irresponsabilidad de su gobierno, culpando de todo a los ciudadanos. Lo que debe reconstruirse es el tejido gubernamental y político. Quien por ahí empiece tiene garantizados triunfo y gobierno de éxito. «Si sabes reconocer, identificar y mover las emociones de alguien más», dice Barbará Tijerina en Lenguaje no verbal [p. 23], «será muy fácil venderle, persuadirlo y hasta hacerlo votar por ti». Una risa fingida cae mal. Uno puede mentir, pero el cuerpo no. El lenguaje sin palabras hace ganar o perder.

¿Cómo dar apapachoterapia a los indecisos? ¿Y los jóvenes que deben escuchar? Proponer lo mismo de siempre los alejará de las urnas. Tal perjudica a las oposiciones y beneficia al partido en el poder. ¿Qué decirle, a las mujeres violentadas? ¿Seguirán premiando a los agresores con lo enviciado de los lugares comunes?

El alimento entra primero por los ojos y se aloja en la mente. El candidato es un producto de mercado para distintos mercados. Es una mercancía barata que se cree cara. ¿Con qué seducir a un académico o investigador que quiere estrenarse en las urnas? El joven que no estudia ni trabaja pero que tiene mica electoral como método obligatorio de identificación, ¿por quién va a votar, si sólo sabe de obligaciones y no de derechos?

Hablar mal del rival juega en contra. Copiar a la candidata presidencial sería jugar a las muñecas. Estas dos cosas provocan incertidumbre y temor en los votantes potenciales, que transitan la vida de por sí decepcionados. Advertir de las consecuencias desastrosas en caso de que gane la candidata de enfrente, es buena estrategia si quien acusa no garantizara consecuencias desastrosas su gobierno. El pretérito inmediato es lección. Ojalá no haya más equivocaciones.

Por AL PE

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