Irascible, ya sin freno, el ganso de Macuspana acusa de traidores al pueblo a todos quienes no lo siguen, muestra su vocación autócrata para arremeter no sólo contra críticos sino también a excompañeros de batalla y cómplices que le ayudaron a trepar al poder incluso con acciones ilegales como la recolección de fondos de inexplicable procedencia.
Colocado por encima de la misma Ley a la cual desprecia lo mismo que a los juristas y abogados a quienes tilda de corruptos, incluyendo a miembros de la Judicatura y a dos que tres ministros de la Suprema Corte de Justicia, dicta sus propias reglas y exige se cumplan sin “mover una coma” para ajustar los preceptos constitucionales y secundarios porque simplemente “así debe ser”.
Para empezar la separación e independencia de los poderes de la Unión, tendrían qué desaparecer como intenta hacerlo con el Judicial; al Legislativo ya lo tenía, pero se le escapó la mayoría absoluta para modificar lo que él llama “constitución neoliberal”, bártulos que, al fin y al cabo, nos dieron el México imperfecto pero progresista que tenemos y le permitió llegar al poder.
No se trata entonces de si la Constitución es justa o no: La Ley debe sujetarse a sus dictados, esos que, sin mayor análisis y sostén, dicta desde Palacio Nacional y acatan sus sírveles del Congreso federal y local, donde además priva un concepto de justicia a modo del moderno Salomón, poseedor de la verdad absoluta, aunque en muchas de esas homilías, mienta como lo ha hecho 100 mil veces desde el púlpito del poder.
Desde ahí plantea la dicotomía del bien y el mal que se suman en su persona, por eso declara lo mismo de manera ingrata y malagradecida adversario a Cuauhtémoc Cárdenas que traidores a quienes no votan sus “reformas” que además de retrógradas, son anticonstitucionales y desdicen el discurso de aquella izquierda real que se perdió en los ochentas y que el mesías tropical con un puñado de cómplices como Pablo Gómez, secuestraron e hicieron suyo para servirse de él.
No se trata de si Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano se “agachó” como siempre, sino de la reacción de la chachalaca tabasqueña que reclama un botín que no es suyo, se lo pirateó con la estructura que sumó a las minorías, y quien intente disputárselo, así sea su creador, paga las consecuencias del linchamiento mediático. La reacción fue durísima, aunque hoy trata de suavizarla.
Lo mismo con la ministra presidenta de la SCJN, Norma Piña a la que mandó tundir con su escribano millonario de cabecera diciéndole que no guardó las formas, cuando fue el propio caudillo aldeano quien le faltó al respeto a los poderes Judicial y Legislativo al mandar a la orilla de la mesa a sus representantes para colocar a su lado a los incondicionales de siempre que por ciento cada vez se mimetizan y se le parecen más con discursos calcados del hígado presidencial.
La ministra que le arrebató la presidencia de la Suprema Corte y de la Judicatura Federal a la corcholata copiona, Yasmín de Rioboó, no se arrugó, exigió de cara al profeta respeto al poder Judicial, autonomía para quienes, mediante la aplicación de la ley positiva, imparten justicia, en un sistema legal tal vez imperfecto, pero que es sostén del país y garantía para los mexicanos.
Para el machuchón eso no está bien, porque según él, la Carta Magna está ajustada por los neoliberales, los conservadores y debe reformarse para que sirva al pueblo que, por decisión del ganso, él mismo encarna. Es el mesías quien representa y concentra la voluntad del pueblo; los demás somos sus enemigos. La Ley debe subordinarse a su aldeano y muy personal concepto de justicia.
Entonces los jueces no deben impartir justicia a partir de la Ley, sino de los criterios de cada cual, sin el marco escrito o tal vez llevar los casos hasta Palacio Nacional para que el justiciero supremo decida quién es inocente o culpable, porque si alguien se atreviese a dar un fallo distinto a su personal gusto, sería quemado en la hoguera de los corruptos.
Y pareciera que las únicas capaces de alzar la voz sin tibiezas para decirle al tlatoani lo que se merece, son las mujeres, sí como la magistrada presidenta. También Rosario Robles quien ya probó las “mieles” del encarcelamiento injustificado sin que se le pruebe ninguno de los pecados de los cuales se le acusa, salió en defensa del indefendible para llamar a la chachalaca de Macuspana por su nombre, decirle ingrato (yo diría traidor) y ventilar que, si alguna diferencia tuvo con Cárdenas Solárzano, fue por su culpa.
Le espetó Robles Berlanga que es un desmemoriado (a propósito, claro) cruel y desleal. Se le olvidó al de Tepetitán a quien le debe el lugar que ocupó durante 18 años y cuya plataforma lo llevó a donde está con todo lo que ello implica, incluyendo la corrupción que le rodea con nombre y apellido, la que solapa incluyendo hijos, hermanos, primos, compadres, amigos, lacayos y desde luego, colaboradores.
Hoy totalmente desenmascarado por su propia ira y deseos autócratas y de venganza, se tornó peligroso. Ya enseñó totalmente las uñas y el rostro que intentó cubrir con máscara de demócrata se le cayó para enseñar la del dictadorzuelo que aspira ser como jefe de una pandilla que agobia a varios países latinoamericanos.