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Un hombre arrestado en las calles de San Salvador protagonizó una escena digna de película al rogar desesperado a los policías que eliminaran su celular antes de que cayeran en manos de la justicia. El individuo, identificado como Óscar Mauricio Rivera, de 29 años, fue capturado en un operativo contra el narcotráfico en la colonia Escalón, pero su mayor terror no era la cárcel, sino que revisaran sus chats.
Según testigos, Rivera se arrodilló frente a los agentes y con voz quebrada imploró: «¡Bórralo todo, por favor! ¡Ahí está mi vida!». El pánico se apoderó de él cuando vio que un oficial comenzaba a manipular su teléfono, desbloqueado por reconocimiento facial. Lo que nadie esperaba era que el dispositivo guardara pruebas de una doble vida que involucraba a figuras públicas, políticos y hasta un sacerdote.
Las autoridades confirmaron que en el WhatsApp del detenido encontraron conversaciones comprometedoras con al menos tres funcionarios de alto rango, fotos explícitas y transferencias bancarias sospechosas. Pero el verdadero detonante fue un video de 47 segundos donde Rivera aparecía negociando un cargamento de droga con un contacto en Honduras, grabado apenas 12 horas antes de su captura.
El caso explotó en redes sociales cuando un agente filtró audio del momento exacto en que el hombre suplicaba: «¡Mi familia no puede ver eso! ¡Mi mujer me mata!». La Fiscalía ya solicitó la cadena de custodia del dispositivo y anunció que el material será clave para desmantelar una red que operaba desde centros comerciales de lujo.
Este incidente pone en jaque la seguridad digital de criminales que confiaban en la «protección» de aplicaciones encriptadas. Mientras Rivera enfrenta cargos por tráfico y asociación ilícita, su desesperada súplica se convirtió en meme viral: «Cuando te agarran con el WhatsApp lleno». El Salvador, una vez más, demuestra que ni el cifrado salva a quien se delata solo.







