En la lista de los pecados de Morena y sus aliados, más allá de la división entre mexicanos, las crisis en materia de salud, educación, economía y seguridad, están más de un millón de compatriotas que fallecieron por negligencia y políticas equivocadas del actual gobierno.
La lista la encabezan las 800 mil víctimas que no debieron morir en la pandemia por mala atención o simplemente falta de acceso a servicios de salud tanto de infectados por el SARS-CoV-2 (Covid-19), y enfermos de enfermedades crónico degenerativas donde se incluyen los afectados por los distintos tipos de cáncer que no recibieron tratamientos o medicamentos. Madres, hijos o jefes de familia.
Se suman los enfermos de cardiovasculares, diabetes y quienes por falta de recursos perecieron de males derivados de mala alimentación y no tuvieron recursos para mal comer “gracias” al aumento de los que aun con empleo no tienen para la canasta básica. Todos ellos con cargo a una política errónea en materia de salud donde los “ahorros” golpearon al sistema justo antes de la pandemia cuando se decidió recortar al personal sanitario, terminar con las guardias y cancelas compras masivas de medicamentos.
A ellos se suman los hasta hoy 172 mil asesinados y 45 mil desaparecidos que bien podrían sumar entre todos más de 200 mil víctimas mortales donde se involucra al crimen organizado protegido por el actual régimen y gracias a la impunidad que le otorgan desde Palacio Nacional, se fortaleció hasta ampliar sus tentáculos no sólo a la vida económica y política del país sino hacia el extranjero donde su presencia es igualmente temida y letal.
Y sin embargo, en los mítines de los cuatroteros encabezados por la corcholata favorita del ganso, no se habla de nada de ello como tampoco de las víctimas de la línea 12 del Metro, del colegio Rébsamen, como tampoco de las familias diezmadas en las masacres de las cuales el profeta se ríe y niega su existencia, como los de la familia Le Barón, en Sonora.
Tampoco mencionan ni quieren acordarse de los muertos a causa del ciclón Otis del cual se pudo advertir a la población de Acapulco y municipios cercanos para que se protegieran junto con sus pertenencias. Tan es así que desde el viernes pasado se publicó que se acababa la emergencia en toda esa zona donde ni siquiera se tiene restituido el 100 por ciento el servicio eléctrico.
Una región donde la población guerrerense está bajo el yugo de la criminalidad común y organizada, donde los abusos son cosa de todos los días por la ausencia de alimentos, medicamentos, agua, satisfactores mínimos que se encarecen y son manejados por mafias que se aprovechan sin que exista una autoridad que ponga orden, empezando por la gobernadora que se volvió humo y un senador que ebrio reclama ser el conducto para recibir la ayuda. Para la chachalaca tabasqueña Acapulco no es emergencia como tampoco lo fue la inundación de su propia tierra.
La urgencia es desaparecer la urgencia de la agenda nacional para que él la asuma y dicte lo que es importante para el país. Algo tan importante como mandar decir a propios y extraños lo que todos sabemos, que él es quien manda, que aún no hay quien le suceda en el timón de un barco a la deriva, ni habrá. Nos manda decir que él seguirá en el poder, aunque cambio el titular del Ejecutivo, que él moverá los hilos desde la Chingada y que quien llegue a la Palacio no dejará de ser su “corcholata”. Por eso Sheinbaum y no Marcelo.
Eso sí es emergencia; dejar en claro a todos sus lacayos que se mantendrá como jefe máximo y quien gane alguna posición, será por él como Clara Brugada quien junto con el grupo encabezado por los Batres (Martí y Valentina) acompañados por la coordinadora de Morena y rémoras en el congreso de la CDMX, Martha Ávila, rinden tributo al machuchón y no a la corcholata, y así será si ganan la jefatura de gobierno.
Es decir, su lealtad o estará con la nueva inquilina (si gana) de Palacio Nacional sino con el propietario de La Chingada, quien tendrá en la capital del país el caballo de Troya para seguir mangoneando el país. No se olviden sus palabras “El proyecto soy yo”. Y no lo va a soltar, para eso necesitaría conseguir los 31 millones de votos que dice tener comprados, pero eso está en duda. Veremos cuánto pesan los muertos…