Noticias Chihuahua:
La última semana cambió de modo importante la perspectiva de la renegociación del Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC).
Las elecciones locales en nuestro vecino del norte, con derrotas relevantes para el trumpismo,alteraron la correlación de fuerzas rumbo a 2026.
Más allá del marcador, lo significativo es lo que hay detrás: persuasión real sobre votantes que en 2024 habían girado a la derecha, en especial en condados con alta presencia hispana y asiática.
Entre los jóvenes, además, la ventaja demócrata se amplió en zonas con menor proporción de adultos mayores, un segmento menos partidista que hoy coloca al costo de vida como principal preocupación. Un análisis detallado de The Economist muestra que en las gubernaturas de Virginia y Nueva Jersey, candidatas demócratas moderadas ganaron por márgenes amplios.
El telón de fondo económico abona a esa recomposición. La presión en alimentos y productos básicos, con aumentos de doble dígito, mantuvo la inflación como tema central. El desgaste es mayor en territorios urbanos.
Faltan meses para noviembre de 2026 y la política es volátil, pero el promedio de encuestas del voto genérico para el Congreso se inclinó hacia los demócratas, de acuerdo con RealClearPolitics.
Traducido al poder real, crece la probabilidad de que el trumpismo pierda la mayoría de la Cámara de Representantes, lo que complicaría una agenda maximalista en comercio y migración. Ese dato importa para México porque condiciona los incentivos de Washington en la revisión del T-MEC.
Conviene recordar el procedimiento. Si el gobierno de Estados Unidos pretendiera cambios mayores al tratado, requeriría ratificación de ambas cámaras del Congreso. En cambio, ajustes técnicos podrían tramitarse por la vía administrativa. La nueva Cámara tomará posesión en enero de 2027, por lo que una negociación iniciada en julio de 2026 coincidirá con campañas, limitando intentos de reescritura profunda. Este encuadre reduce el espacio para amenazas de ruptura y eleva el valor de una estrategia pragmática.
Además, la posición de la Suprema Corte de Justicia ya puso en duda la constitucionalidad de los aranceles aplicados bajo la Ley de Poderes Económicos de Emergencia (IEEPA).
¿Qué se requiere para que México realmente llegue con ventaja a la negociación? Primero, cumplimiento verificable. Un expediente sólido anula el argumento de “incumplidor” y mejora la capacidad de veto frente a cláusulas punitivas.
Segundo, se podría proponer un paquete de mejoras sin abrir la caja de Pandora: facilitación comercial, digitalización aduanera, cooperación trilateral para cadenas críticas (chips, baterías, dispositivos médicos).
Tercero, una narrativa de resiliencia norteamericana: el objetivo no debe plantearse como ‘conceder a México’, sino blindar la competitividad regional ante choques geopolíticos y de oferta.
Cuarto, alianzas. El sector privado de Estados Unidos —automotriz, agro, retail— es el mejor mensajero: la relocalización genera inversión y empleo en ambos lados de la frontera.
Quinto, líneas rojas claras: no reabrir reglas de origen ni aceptar contingentes que fragmenten cadenas.
Finalmente, 2025-2026 exige un cuarto de guerra técnico-político que coordine a dependencias, negociadores y empresas para llegar con propuestas, evidencia y textos listos.
La coyuntura también ofrece respaldo intelectual y político. Como apuntó recientemente Luis de la Calle, Estados Unidos enfrentará una economía desacelerada y precios de ciertos bienes por encima del crecimiento de salarios; el clima para revisar el T-MEC no es el de hace seis años. Y como recordó Juan Carlos Baker, México no llega indefenso: tiene elementos para jugar, siempre que defina con claridad qué quiere y en qué orden de prioridades. Ambos mensajes resumen el método: realismo, datos y foco.
En síntesis, el tablero cambió: un trumpismo a la defensiva y la posibilidad de una Cámara baja que no esté alineada con sus tesis reducen la probabilidad de una revisión rupturista y abren una ventana de negociación para México y Canadá.
Convertirla en ganancia duradera depende de algo muy concreto: preparación técnica, consistencia regulatoria en casa y una narrativa pro-competitividad.
Ahora solo hay que hacerlo.







