Durante la Guerra Fría, este avión volaba más alto y rápido que ninguno… Y 55 años después de su primer vuelo sigue haciéndolo.
El Lockheed SR-71, diseñado en secreto a finales de la década de 1950, era capaz de volar cerca del borde del espacio y superar a un misil. Actualmente ostenta los récords de mayor altitud en vuelo horizontal y de mayor velocidad para un avión no propulsado por cohetes.
Formaba parte de una familia de aviones espía construidos para aventurarse en territorio enemigo, sin ser derribados o incluso detectados, en una época anterior a los satélites y los drones.
La pintura negra, diseñada para disipar el calor, le ganó el apodo de Blackbird, y junto con las elegantes líneas de su largo fuselaje, hizo que el avión no se pareciera a nada de lo que habían hecho antes, un diseño que no ha perdido nada de su esplendor.
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En mayo de 1960, un avión espía estadounidense U-2 fue derribado en el espacio aéreo soviético mientras tomaba fotografías aéreas.
Inicialmente, el Gobierno de Estados Unidos afirmó que se trataba de un avión de investigación meteorológica extraviado, pero la historia se desmoronó cuando el Gobierno soviético publicó fotos del piloto capturado y del equipo de vigilancia del avión.
El incidente tuvo repercusiones diplomáticas inmediatas para la Guerra Fría y reforzó la necesidad de un nuevo tipo de avión de reconocimiento que pudiera volar más rápido y más alto, a salvo del fuego antiaéreo. «La CIA quería un avión que pudiera volar por encima de los 90.000 pies o más, a gran velocidad y tan invisible al radar como fuera posible».
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