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Estados Unidos y Reino Unido concretaron un acuerdo de 350 mil millones de dólares para impulsar cooperación en inteligencia artificial (IA), energía nuclear civil y computación cuántica. El pacto busca reforzar innovación conjunta y reducir dependencia en suministros extranjeros críticos.
Dentro del acuerdo se plantea desarrollar al menos doce reactores nucleares en el Norte de Inglaterra, lo cual no solo proveerá electricidad para más de 1.5 millones de hogares, sino que también busca asegurar que el Reino Unido deje de depender del combustible nuclear ruso para el año 2028.
La IA es otro pilar del pacto. Empresas como Nvidia, Google y OpenAI participarán en proyectos compartidos, investigación de chips y centros de datos. Esto pretende generar empleo: se calculan unos 17,500 puestos de trabajo entre ambos países, 15,000 en Reino Unido y 2,500 en Estados Unidos.
El aspecto de computación cuántica adquiere relevancia porque se considera una frontera tecnológica estratégica para resolver problemas complejos que superan la capacidad de los ordenadores tradicionales. Se espera que la colaboración acelere avances en esta área.
Además, el acuerdo tiene implicaciones geopolíticas. Busca que ambas naciones fortalezcan su autonomía tecnológica frente a tensiones globales con otros bloques, y asegurar cadenas de suministro más resilientes frente a sanciones o restricciones externas.
El pacto también incluye cláusulas de seguimiento anual a partir de 2026, para revisar avances, inversiones, compartir tecnología y ajustar compromisos. Esto muestra intención de largo plazo, no solo acciones puntuales.
Se espera que estos esfuerzos impulsen investigaciones en IA aplicada, producción de chips nacionales, y mejoras en eficiencia energética. Para muchos observadores, este tipo de acuerdos marcan la diferencia entre liderar tecnológicamente o quedarse rezagado.
El reto está en materializar los proyectos: construir plantas nucleares, mejorar infraestructura de cómputo, capacitar recursos humanos especializados y mantener cooperación constante pese a cambios políticos. Pero la base ya fue puesta.
Este pacto podría servir de modelo para otros países interesados en desarrollar su autonomía tecnológica y reforzar su liderazgo en innovación.







