Texas se mueve para frenar la posible llegada del gusano barrenador del Nuevo Mundo, una plaga parasitaria capaz de devastar al ganado y afectar a fauna silvestre.
El Departamento de Agricultura de Texas (TDA) presentó un cebo sintético TDA Swormlure que imita el olor de tejido en descomposición para atraer a las moscas adultas (Cochliomyia hominivorax). La iniciativa se suma a un despliegue federal que incluye la Técnica del Insecto Estéril (SIT) y una nueva base de dispersión de machos estériles en el sur del estado.
El comisionado de Agricultura, Sid Miller, situó el esfuerzo en clave económica y operativa.
“Para proteger la industria ganadera de Texas, valorada en 15 mil millones de dólares, debemos centrarnos en las acciones, no en las palabras. Por eso, encargué a mi equipo de Bioseguridad que desarrollara un cebo eficaz contra el gusano barrenador”, dijo al anunciar el nuevo atrayente.
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El TDA detalló que el cebo está pensado para seguimiento y eliminación proactiva de focos, en paralelo a trampas con formulaciones previas como Swormlure-5.
La alarma se encendió tras el quiebre de la barrera biológica del Darién, sostenida durante décadas por Panamá y Estados Unidos con liberaciones aéreas de moscas estériles. Desde 2023, los casos se dispararon en Panamá y la plaga avanzó hacia Centroamérica y México, lo que llevó a redirigir los vuelos de machos estériles y a reforzar controles fronterizos.
En junio, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) inauguró una instalación de US$8.5 millones en Texas para intensificar esas liberaciones hacia el norte de México; en julio, endureció medidas comerciales para el movimiento de ganado ante el riesgo de dispersión.
Las autoridades estatales y federales temen por el ciclo biológico del insecto: las hembras ponen cientos de huevos en cualquier herida o abertura de mamíferos; al eclosionar, las larvas “de tornillo” penetran en tejido vivo y generan miasis potencialmente mortal.
La SIT explota una debilidad clave —las moscas suelen aparearse una sola vez—: al inundar la zona con machos estériles, se desploma la reproducción. Es la táctica que permitió erradicar la plaga del sur de Estados Unidos a mediados del siglo XX y empujarla hacia el sur. Hoy, la amenaza se sitúa a unos 600 kilómetros de Texas, según reportes recientes.
El frente ambiental añade urgencia. Un estudio publicado en Emerging Infectious Diseases documentó miasis por gusano barrenador en dos tapires de montaña en los Andes centrales de Colombia, una especie en peligro. Los autores advierten que el cambio climático y movimientos de ganado podrían estar ampliando el rango y la lista de huéspedes del parásito, históricamente asociado a ganado y fauna silvestre, con afectaciones humanas poco frecuentes pero graves.
El plan de Texas combina nuevas herramientas estatales con la malla federal: además del TDA Sworarmlure, el TDA prueba insecticidas, un alimento medicado con ivermectina para ganado y ciervos, y estudia una vacuna anti-larvas.
A la vez, USDA/APHIS mantiene la coordinación regional con COPEG (la comisión panameño-estadunidense) y con México para sostener un cinturón de liberaciones que contenga la plaga antes de que rebase la frontera. Medios locales subrayan que el objetivo es ganar tiempo y cerrar brechas en la detección temprana a medida que sube la temperatura y aumenta el tránsito de animales.
El riesgo para la ganadería es directo: un foco no atendido puede escalar con rapidez en sistemas extensivos y provocar pérdidas millonarias por mortalidad, tratamientos y cuarentenas.
Por eso, la estrategia enfatiza reportes rápidos, vigilancia en heridas, manejo de partos y movilización controlada de animales, con protocolos de notificación a veterinarios y autoridades sanitarias. El componente social —desde la capacitación de productores hasta campañas públicas— será determinante para sostener la presión sobre la plaga en los meses críticos.
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