A cuatro años de gobierno, el mesías tropical insiste en mentir a los mexicanos acerca de su supuesta honradez cuando existen pruebas de ser el jefe de la nueva mafia en el poder y estar hundido en un pantano de corrupción al lado de familiares, amigos y colaboradores.
Eso, al margen de sus innegables vínculos y protección (aunque sea por omisión) con el crimen organizado, particularmente el cártel de Sinaloa y con ello, se hace cómplice de los 138 mil asesinatos que hasta hoy, han cometido los delincuentes, sin contar el crecimiento de las adicciones, el sometimiento de comunidades enteras y consecuencia de ello, la huida de esos lugares de al menos 120 mil mexicanos ya sea a otras entidades o al extranjero.
De hecho, ni un solo líder de cártel, empresa criminal o lugarteniente, ha sido detenido, salvo Ovidio Guzmán, quien por instrucciones presidenciales fue dejado en libertad pretextando evitar con ello un baño de sangre. Y tal vez como compensación al atrevimiento de los militares que lo capturaron, mandó a realizar carreteras en Badiraguato, cuna de “Don Joaquín Guzmán Loera”, a costa del presupuesto federal, amén de ir a saludar y atender las peticiones de la señora madre de “El Chapo”.
Pero el profeta dice que él no tiene pacto con ninguna organización. Peor aún pues los ha dejado crecer desmesuradamente no sólo en lo económico sino también en lo territorial, pero sobre todo, político a grado tal que es evidente, como sucedió en Tabasco donde el entonces gobernador Adán Augusto López, les entregó la seguridad de la entidad, algo similar a lo que ocurrió en tiempos no lejanos en Veracruz, Tamaulipas y Quintana Roo con los zetas, el cártel del Golfo o los Beltrán Leyva quienes se dice, compraron gubernaturas o por lo menos alcaldías.
Y si de ese lado había un corredor de ingreso de drogas que caían de aviones, hoy el descaro de las agrupaciones criminales que operan en la costa del Pacífico, es tan descarada como la corrupción de los hermanos, hijos y parentela del caudillo de Tepetitán.
Tan es así que el mismo gobernador de Sonora, quien fuera cercano de Vicente Fox y Felipe Calderón, Alfonso Durazo Montaño, heredó las relaciones, apoyos y complicidades criminales de algunos de sus antecesores, a quienes por su “ayuda” les entregó de facto, territorios autónomos y presidencias municipales.
Ni hablar de Rubén Rocha Moya en Sinaloa, quien dejó atrás a todos los serviles que festinan los desatinos del profeta cuatrotero al confesar que su apoyo es a ciegas, aún sin conocer el contenido de la ocurrencia presidencial en turno.
Se sabe que el exrector de la Universidad Autónoma de la entidad, curiosamente es amigo y coterráneo de los Guzmán Loera. Nació en Badiraguato. Tal vez por eso las denuncias de secuestro de activistas, representantes y candidatos de oposición, nunca se siguieron y menos de oficio.
Pero el tlatoani olmeca dice no tener compromisos con las empresas criminales ¡Qué bueno!, si no, a esta hora el país no solo tendría a merced del crimen más de la tercera parte del territorio o mejor, alguno de sus miembros distinguidos asumiría alguna cartera de gobierno como podría ser Gobernación.
Los hechos ahí están, incontrovertibles: ni un pez gordo detenido, no existe persecución contra ninguno de ellos, el machuchón les da las gracias por no ser tan violentos y “portarse bien” durante las elecciones aunque secuestren personas, urnas y votos, les construye obras de infraestructura, los califica como gente buena y ciudadanos modelo a los que se deben respetar sus derechos humanos en especial la vida, aunque ellos asesinen, secuestren, envenenen, vendan y roben a sus víctimas.
Ahora sale conque el único corrupto fue Calderón y su brazo ejecutor Genaro García Luna, de quien poco habría por decir en su defensa, pero no se olvide que en su tiempo, se dieron los mayores decomisos de drogas y se detuvo a Guzmán Loera y se acabó con bandas criminales como la de los Beltrán Leyva y otras de Tamaulipas. Fue una guerra sexenal donde murieron más de 130 mil mexicanos y que hoy, en sólo cuatro años, ya se superaron, eso sin contar os 36 mil desaparecidos que se anotan a la lista del ganso y que, desafortunadamente se presumen muertos.