El Ministerio de Salud de la Franja de Gaza ha reportado un goteo diario de muertes por desnutrición: al menos 175 gazatíes, la mayoría niños, han fallecido por falta de alimentos desde el inicio de la ofensiva israelí en 2023, y la cifra aumenta cada día.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que casi 10% de las personas examinadas en Gaza padece desnutrición grave o moderada, tasa que se eleva a 20% entre las embarazadas y que los centros de tratamiento están desbordados y sin insumos.
«No sé cómo llamar a lo que está ocurriendo en Gaza si no es una hambruna masiva provocada por el hombre, y eso está muy claro. Esto se debe al bloqueo (israelí)”, denunció Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS.
La Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC) –una autoridad en este tema que cuenta con el respaldo de la ONU y varias organizaciones humanitarias– afirmó el pasado martes que la Franja sufre “el peor escenario posible de hambruna”.
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Tras casi 22 meses de guerra entre Israel y Hamás, la IPC dijo en un informe que la crisis humanitaria en Gaza alcanzó “un punto alarmante y mortal” y “una de cada tres personas pasa varios días sin comer nada”.
El lanzamiento aéreo de víveres recientemente autorizado por Israel “no será suficiente para revertir la catástrofe humanitaria”, alerta el reporte, según el cual el uso de paracaídas para lanzar ayuda es más costoso, menos eficaz y más peligroso que los envíos terrestres.
En mayo pasado, el consorcio había clasificado a 1.95 millones de habitantes del enclave palestino (93% del total) en situación de “crisis”, de los cuales 925 mil enfrentan una situación de “emergencia” y 244 mil de “catástrofe”.
Esta alerta del IPC coincide con el momento en que la ONU advirtió contra el uso del hambre como arma de guerra, y que crece la presión internacional sobre Israel para que ponga fin al bloqueo total impuesto en marzo en el enclave palestino.
Aunque la ONU y varias oenegés advierten sobre una hambruna inminente en Gaza, este término sólo puede declararse basado en criterios estrictos y evidencia científica.
Sin embargo, es muy complicado establecer tal evidencia debido a las dificultades para desplazarse por el territorio palestino sitiado.
Desde 2004, el término “hambruna” se define con criterios basados en una escala de clasificación de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) y fundada en estándares científicos.
La hambruna es la quinta y última etapa (CIF5) de esta escala, caracterizada por la “privación extrema de alimentos”.
Una hambruna se produce cuando se alcanzan tres umbrales: 20% de los hogares de una región sufre una severa escasez de alimentos; 30% de los niños sufre desnutrición aguda; y dos de cada 10 mil adultos mueren diariamente como “consecuencia directa del hambre o de la interacción entre la desnutrición y las enfermedades”.
Una vez cumplidos estos criterios, corresponde a los gobiernos locales y a las agencias de la ONU declarar una hambruna.
«Actualmente no podemos realizar los estudios que permitirían determinar formalmente el estado de hambruna”, afirmó Amande Bazerolle, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras.
El pasado 23 de junio, alrededor de un centenar de oenegés internacionales pidieron a Israel que abra los cruces fronterizos para la ayuda humanitaria.
Sin embargo, el ejército israelí niega haber bloqueado la ayuda. El mismo martes declaró que 950 camiones con ayuda se encontraban en Gaza, a la espera de que las agencias internacionales los recogieran y distribuyeran.
Israel ha acusado en repetidas ocasiones a Hamás de saquear la ayuda humanitaria enviada. Éste ha sido su argumento para imponer un bloque total desde el 2 de marzo en el enclave palestino.
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