El presidente de la República anunció que fue enviada al presidente Biden la carta en la cual le expresa su posición respecto al diferendo energético que tiene EU con México en el marco de su tratado comercial (TMEC).
Veremos si se hace público el texto de la misiva, pero suponemos que lo expresado en la mañanera de ayer es algo de lo que contiene.
López Obrador dijo lo siguiente: Podemos tener muchas oportunidades por la vecindad y por tratarse del país con el mayor potencial económico y comercial del mundo… Sin embargo, nada de eso se equipara con la independencia, la soberanía y la dignidad de nuestro pueblo. México no se vende, México es de los mexicanos, de nuestra generación y de los que vienen. Eso no tiene precio, no hay arreglo que valga.”
El argumento del presidente mexicano es muy sencillo. Él cree que el capítulo 8 del Tratado, que ha sido presentado varias veces en la conferencia mañanera, da el derecho de realizar las modificaciones legales y regulatorias que nuestro país ha efectuado en materia energética.
Y supone que el gobierno de Biden está mal informado, pues ignora este hecho.
Por lo mismo, cree que con la misiva enviada y las consultas que se efectúen se acabará con los “malentendidos” y el gobierno de Biden le dirá: “Usted disculpe, señor presidente, es que no habíamos leído bien”.
Este libreto tiene muy escasas probabilidades de ocurrir.
Los diferendos no provienen de que los estadounidenses no hayan leído el capítulo 8 del Tratado. Leyeron ese y además leyeron todos los demás.
También saben en EU que sus reclamos nada tienen que ver con la soberanía e independencia de México, sino exclusivamente con el cumplimiento de los compromisos avalados y firmados por funcionarios del actual gobierno mexicano.
Los reclamos no son nuevos. Tanto las empresas de EU como legisladores, gobernadores y expertos llevan meses formulándolos.
Por eso hay serias reservas de que durante el periodo de consultas se pueda llegar a acuerdos.
El escenario más probable es que tenga que instalarse un panel de solución de controversias, como el propio documento establece.
De hecho, México y Canadá solicitaron en enero de este año la formación de un panel relativo al tema de las reglas para fijar el contenido regional en el sector automotriz.
El panel se conformó y hoy y mañana se celebran audiencias.
Quizás pudiera llegarse a alguna conclusión en septiembre y, de acuerdo con observadores, es probable que los árbitros den la razón a México y Canadá.
Los paneles funcionan y no son parte de ninguna conspiración ni de algún intento de violar la soberanía.
Al interior del gobierno de López Obrador hay dos grupos. Algunos buscan que México negocie y haga concesiones para evitar que llegue al panel en donde hay riesgo de perder. Otro se obstina en que el gobierno mexicano tiene razón en todo.
Hasta ahora, los “duros” son los que tienen ganada la partida porque cuentan con el respaldo presidencial.
Por ahora, pensar en que el gobierno va a rectificar y a decir: “Sí, nos equivocamos y tomamos decisiones que discriminan a las empresas”, se ve hoy prácticamente imposible.
Seguramente la oficina de Joe Biden va a colocar la carta enviada por AMLO en la pila de los pendientes, pues su atención hoy está puesta en asuntos mucho más urgentes como la crisis con China, la amenaza de recesión en Estados Unidos o la invasión rusa a Ucrania.
La jefa de la Oficina Comercial de la Casa Blanca, Katherine Tai, es una de las conocedoras más detalladas del TMEC. En su trabajo en el Comité de Medios y Procedimientos del Senado, a ella le tocó redactar la legislación de implementación del tratado.
Así que su oficina sería un rival verdaderamente formidable en la discusión de un panel.
Por eso, la gran apuesta de AMLO no es tanto la respuesta jurídica sino la de carácter político que dará el próximo 16 de septiembre, pues tiene el respaldo de cerca del 60 por ciento de la población, de acuerdo con la más reciente encuesta de EL FINANCIERO.
Todavía hay algunas semanas para hacerlo entrar a la cordura antes de que estemos en el borde del precipicio.
Ojalá haya voces sensatas que tengan influencia sobre el presidente y que le impidan arrojarse al vacío… porque nos arrastraría a todos.