Un cineasta, dueño de un restaurante y aficionado a los automóviles de carreras, desarrolla en Venezuela vehículos artesanales que funcionan con energía solar, que aspira a fabricar en serie.
Augusto Pradelli comenzó adaptando un carrito de golf en su pequeño taller en el centro de Maracaibo, capital del petrolero estado Zulia (fronterizo con Colombia). Buscaba que su local de comidas sobreviviera a la pandemia de covid-19 y a una severa escasez de gasolina que azotó por más de una década a esa región, afectada además por constantes fallas eléctricas.
Necesitaba salir a hacer compras para mantener activo y abierto mi negocio. Lo primero que hice fue modificar un carrito de golf que me regalaron», relata. «En la práctica le sirve a una familia pequeña, porque puede transportar a cuatro personas» y «una carga de hasta 100 kilos».
Usó al principio baterías recargables con energía eléctrica, pero como los apagones son un dolor de cabeza en Zulia apostó por paneles solares.
Hoy busca financiamiento y autorización estatal para fabricar en serie sus autos solares. Ha desarrollado tres prototipos que pueden alcanzar hasta 100 kilómetros por hora.
El presidente Nicolás Maduro, en un acto oficial, condujo uno de estos carritos, negro, con rayos azules pintados en la carrocería. «¡100% tecnología venezolana!», celebró el mandatario.
El gran sueño sería poderlos producir, de cero, en Venezuela. Yo creo que sí se puede», expresa Pradelli, quien asegura contar con inversionistas para financiar el proyecto si pasa los trámites requeridos.
Tal vez no sean tan baratos, reconoce, pues sus carritos cuestan entre 5.000 y 7.500 dólares, lo que en promedio vale un vehículo usado en este país.
Hay a largo plazo, sin embargo, un ahorro notable en gastos de combustible y mantenimiento, dice este hombre que cobró notoriedad hace más de 30 años con el estreno de «Joligud» (juego con la palabra Hollywood), una película ambientada en Maracaibo que explora el orgullo regionalista de sus habitantes, en una zona en la que en 1914 comenzó la explotación petrolera en Venezuela.
– Híbrido: gasolina, electricidad o energía solar –
Con la irrupción de la pandemia en 2020, que llevó a un pico de escasez de gasolina que solo logró superarse hace un par de meses, Augusto utilizaba su carro de golf modificado para transportar a sus empleados y comprar insumos para su restaurante.
El primer modelo que desarrolló usaba un motor de motocicleta de bajo consumo, pero «siempre dependía de la gasolina». El segundo utilizaba baterías eléctricas, pero no «era tan veloz».
Una cosa te lleva a la otra y entonces me pregunté: ¿será que lo puedo mejorar?», cuenta.
Construyó entonces un prototipo que alcanzaba una velocidad de 40 km/h y 100 km al día de recorrido con una carga doméstica de 110 voltios.
Cumplido ese objetivo, Pradelli tuvo una nueva inquietud: dejar de depender del flujo eléctrico. «Y allí estaba el sol (…) y fabricamos un carrito de comida con paneles solares. Ese carrito se va cargando con el sol, es como un ‘chorrito’ que va cayendo al tanque», explica.
El resultado fue un vehículo híbrido que puede pasar, según decida su conductor, de combustible a electricidad y de electricidad a energía solar.
Un paquete (de baterías) cuesta hasta 2.500 dólares, pero eso, si lo sabes administrar, te puede durar de tres a cinco años. Yo ya por cada carro me ahorré 3.000 dólares», asevera Pradelli.
Subraya el sencillo mantenimiento, lo que reduce gastos en refracciones mecánicas, pues los híbridos ‘made in Maracaibo’ no tienen ni carburador ni alternador.
Y dice que son seguros, pues asegura que se han hecho pruebas exitosas en la facultad de Ingeniería Mecánica de la local Universidad del Zulia (LUZ).
Son pequeños, pero por muy frágiles que se vean, si chocas no te vas a matar», subraya.