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El terror irrumpió en la avenida Gómez Morín cuando un padre al volante de su Ford F-150 frenó de golpe en el estacionamiento del restaurante Aaajiji!!!, suplicando auxilio con la voz quebrada mientras balas perdidas aún silbaban en el aire, habiendo sido acribillado por sicarios desconocidos en una emboscada que convirtió un trayecto familiar en una pesadilla de plomo y llanto infantil.
A bordo de la camioneta, junto al conductor, viajaban sus dos hijas de apenas 6 y 10 años, inocentes testigos de un infierno que las dejó temblando y sollozando en los asientos traseros, mientras el vehículo mostraba perforaciones frescas en puertas y parabrisas, marcas de una agresión que milagrosamente no cobró sangre pero sí robó la serenidad de una familia en una de las arterias más transitadas de la frontera chihuahuense.
Comensales dentro del local, ajenos al caos hasta ese momento, fueron testigos del drama: “Se escucharon los disparos como truenos, luego un hombre gritando por ayuda y niñas llorando desconsoladas”, relató una testigo que pagó su cuenta a toda prisa antes de ser evacuada por agentes que acordonaron la zona, un protocolo que priorizó la seguridad pero dejó un sabor amargo de impotencia en mesas aún servidas con platillos a medio comer.
Elementos de la Policía Municipal y paramédicos de Protección Civil descendieron sobre el lugar en minutos, verificando que el trío saliera ileso físicamente —un milagro en medio de la violencia que azota Juárez—, mientras peritos de la Fiscalía General del Estado iniciaron la recolección de casquillos y testimonios para cazar a los atacantes, cuya motivación aún se envuelve en el manto opaco de la criminalidad organizada que no da tregua en la región.
Este asalto no es un rayo aislado en el cielo fronterizo: se suma a una cadena de agresiones que han paralizado barrios y avenidas, recordando que en Chihuahua, un paseo con los hijos puede torcerse en un suspiro, dejando a la ciudadanía clamando por un escudo que la autoridad promete pero que, por ahora, parece tan vulnerable como una camioneta bajo fuego cruzado.







