Prácticamente ciego, el británico Neil Simpson baja por las pistas de esquí de los Juegos Paralímpicos de Pekín a 100 km/h. ¿Su secreto? Un guía, su hermano, que desciende por delante y con el que se comunica a través de un micro y un auricular.
En el esquí alpino para discapacitados existen tres categorías: ‘de pie’ para los que pueden mantenerse en esa posición, ‘sentado’ sobre un monoesquí para los que tienen discapacidad en las piernas y ‘deficientes visuales’.
En esta última categoría, un guía, sin discapacidad y con frecuencia un esquiador experimentado, abre la pista y se mantiene al alcance de la vista del deportista paralímpico, con el fin de guiarle en sus movimientos.
La pareja puede hablarse durante la carrera gracias a un emisor-receptor Bluetooth integrado en el casco, similar al que utilizan por ejemplo los moteros para comunicarse entre ellos.
«Mi papel es dar a Neil informaciones claras y precisas. Así, sabemos los dos exactamente lo que tiene que hacer«, explicó Andrew Simpson, de 21 años y guía de su hermano.